domingo, 30 de julio de 2017

188. Sin pena ni gloria: 26 de julio de 2017.

Foto: Wikipedia 

Cuba: el olvido. Por Carlos Ramírez. Miércoles 26 de julio de 2,017, 19:49h

Punto de referencia ideológico de 1,955 a 1,971, Cuba ha pasado al olvido histórico. Ni siquiera la Venezuela chavista madurista tiene como punto equidistante a Cuba. Con un sistema comunista, estatista, autoritario y cerrado, los puntos comparativos se refieren sólo a Corea del Norte y algunas dictaduras africanas, porque China, Rusia e Irán han tenido que abrirse a la modernidad tecnológica y sobre todo política, aun manteniendo restringidos sus sistemas de gobierno.

[El período 1,955-1,971 es demasiado diverso y contradictorio ideológicamente; no debe ser tomado como un todo. Grosso modo, lo dividiría en varias etapas con sus correspondientes ideologías contradictorias: 
1) Lucha armada contra la tiranía: 1,953-1,958. Apoyo mayoritario de la población; insurrección con objetivos democráticos, progresistas, suavemente antiimperialista. Tuvo en su contra al PC cubano, la alta burguesía, los intereses de los EE.UU. Contó con el apoyo de la pequeña y mediana burguesía, escasa la del movimiento obrero e, inicialmente, la del pequeño campesino.
2) Período constitucional: 1,959-1,965. Pugnas internas entre los grupos insurreccionales y, dentro de ellos, entre la Sierra y el Llano. Infiltración masiva de los militantes o simpatizantes del PC cubano en todos los puntos fundamentales de la dirección nacional: desde la Seguridad Personal de los principales dirigentes hasta los medios de divulgación y su control. Progresiva y acelerada radicalización de los objetivos a alcanzar. Presencia soviética en todos los aspectos de la vida nacional mediante “asesores” informantes y dominio del aparato estatal por los antiguos y nuevos comunistas.
3) Periodo de la construcción del Socialismo unipersonal y tropical: 1,966-1970. Constitución de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) con la consiguiente desaparición de las restantes organizaciones insurrecciónales. De hecho, régimen de partido único. Desastre tras desastre económico, cese del control económico, de la planificación y del desarrollo. Objetivos cambiantes, sin control ni crítica, sujetos al deseo del Gran Timonel Fidel Castro Ruz. Culmina con el desastre total de la Zafra de los Diez Millones.
4) Intento de Institucionalización nacional: 1,971-1,976. Los soviéticos imponen condiciones para continuar prestando ayuda al Gobierno cubano: institucionalizar el régimen político con órganos representativos, aunque formales: creación del Poder Popular nacionalmente. Activación de la Junta Central de Planificación, nuevos ministerios y organización territorial.
5) Fin de una época: 1,977 al presente: abandono de lo ganado en organización y disciplina financiera. Falta proyección económica hacia el futuro, de desarrollo interno, caen las exportaciones. Volvemos y se mantiene el país como monoproductor, dependiente de las remesas de los cubanos en el extranjero. No crece la población en los últimos cuarenta y cinco años. Retroceso en todos los aspectos económicos, sociales, defensa, interior, etc. Omitimos las conspiraciones de los viejos PC, las decenas de caprichos, los miles de millones perdidos. Las oportunidades pérdidas también de restablecer relaciones normales con los EE.UU. por responsabilidad del Dr. Fidel Castro Ruz y de la cúpula de dirección. Aventuras como las de Angola o Etiopía donde estuvieron más de 300 mil cubanos y murieron, según cifra oficial, cinco mil.]

Cuba dejó de ser un referente para América Latina, después de que lo fue todo en los años sesenta. Revolución guerrillera en un continente forjado en la cultura de la guerrilla ideológica y elitista, la cubana fue una utopía intelectual; pero poco duró su tiempo histórico: los intelectuales que encumbraron a Fidel Castro, a la Revolución Cubana y al socialismo cubano, tardaron apenas doce años en llegar al desencanto para bajarlo del pedestal.

La responsabilidad, hay que decirlo fue mutua: Fidel Castro potenció a la revolución como un fenómeno cultural --la cultura revolucionaria en un continente sin esperanza y saqueado por la economía estadounidense-- y los intelectuales encontraron en el socialismo caribeño, festivo, ideológico, una parte del futuro del continente. El escritor chileno José Donoso cuenta en Historia personal del boom que en un viaje en tren a Chile al comenzar los sesenta el escritor mexicano Carlos Fuentes, después de escuchar a Alejo Carpentier hablar de la revolución educativa en la Isla, afirmó que dejaría la literatura y que sólo escribiría de política y del futuro del socialismo. Y vale la referencia revisar los análisis de Mario Vargas Llosa en el The New York Times sobre Cuba como una utopía realizable.

Pero los intelectuales ascendieron a Castro al cielo de la historia y luego lo bajaron. Un análisis frío deja la impresión que esos intelectuales habrían buscado un pretexto para bajarse del tren cubano, del furgón de cola --referencia de Juan Goytisolo sobre el papel de los intelectuales en la política-- y lo encontraron en Heberto Padilla en 1,971: el poeta cubano fue arrestado por la policía política de la Isla, torturado sicológicamente y obligado a escribir una auto confesión incriminatoria. Los intelectuales que ensalzaron a Castro en los sesenta en ese 1,971 lo defenestraron con dos desplegados en Le Monde. La respuesta autoritaria de Fidel fue la de siempre, sólo que ahora los escritores se dieron cuenta que el rey estaba desnudo.

Diez años antes, en 1,961, la revolución en proceso de radicalización autoritaria por el acoso estadounidense, chocó con los intelectuales cubanos que la habían apoyado: una reunión de Fidel Castro con ellos en junio mostró el rostro autoritario del socialismo: no se permitiría más la crítica, los intelectuales tenían que sumarse a la producción en las fabrica y campos o cantar loas al proceso revolucionario. En esa reunión que duró dos días, Castro hizo su pronunciamiento de definición de la revolución: “con la revolución, todo; contra la revolución ningún derecho”. Los intelectuales latinoamericanos miraron a otro lado en ese 1,961.

En los años posteriores los intelectuales cubanos, iberoamericanos y europeos vieron pasivamente el endurecimiento cultural de Cuba, muy al estilo estalinista de la creación subordinada al poder. A finales de 1,969 ocurrió un debate que debería de ser reactivado para entender los fracasos intelectuales ante el poder: en un artículo y una entrevista en la revista Marcha de Uruguay, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa fueron debatidos por el escritor colombiano Oscar Collazos; los dos primeros establecieron la tesis de que la creación literaria no dependía de la realidad y Collazos señaló que la realidad debería someter a la creación. Como punto culminante, Collazos escribió que el punto de referencia de la literatura debían ser los discursos de Fidel Castro, a quien calificó de intelectual. [Lo era y un político muy hábil. Carismático.]

Cortázar y Vargas Llosa notaron un enfriamiento en sus relaciones con La Habana, sobre todo con la Casa de las Américas como el centro de la agitación revolucionaria de la cultura. Los cubanos habían criticado a Cortázar por el intelectualismo y --dijeron-- evasión de 62: Modelo para armar, de Cortázar, y Cambio de piel, de Fuentes. El reclamo indirecto fue en el sentido que el llamado boom latinoamericano --irrupción comercial de escritores latinoamericanos en el centro cultural español-- había sido gracias al posicionamiento de la Revolución Cubana.

Gabriel García Márquez, cuyo nombre había sido incluido en los desplegados de 1,971 sin su autorización, se desligó del grupo y prefirió la amistad personal con Castro, incluyendo algunos reportajes ideológicos sobre las luchas cubanas en Vietnam y África. Y Cortázar hizo hasta lo imposible por tener el perdón de Fidel, pero nunca lo logró, aun cuando sometió su literatura a los dictados de la realidad; su Libro de Manuel y su poema lamentable Policrítica a la hora de los chacales fueron su aportación sumisa a la literatura de la revolución. Fuentes simplemente borró a Castro de sus referentes: ni elogios, ni críticas.

Al caer de la gracia de los intelectuales, la Revolución Cubana y Fidel Castro perdieron parte de su encanto intelectual y pasaron a ser un hecho real de poder. Entre 1,971 y 1,983 ocurrieron choques entre grupos procubanos radicales y dictaduras latinoamericanas. El punto culminante de Castro en América Latina fue la victoria en 1,979 de la revolución sandinista, aunque su proceso de corrupción la ahogó en 1,990. El fin de las dictaduras abrió un proceso de institucionalización política que ya no pasó por La Habana, salvo el apoyo político de Castro a Hugo Chávez.

Este 26 de julio cumple Cuba cincuenta y ocho años de triunfo de la revolución y su control del poder, un año más en tiempo histórico que los cincuenta y siete que tuvo Cuba como país independiente. Sin Fidel, con Raúl Castro sin encanto y una revolución cubana que socializó la pobreza y quebró las expectativas, Cuba sigue sin esperanza.

Noche de Paz.

Por Romel H. Zell.

(A la memoria de los que lucharon para una Patria mejor; dando sus vidas, familias y fortuna por un mundo más justo. 26 de julio de 2,017)

Era una noche fría, helada, con luna grande iluminándolo todo, en medio de un cielo despejado y para más incordio, seca, insoportable, sobre todo para un caribeño. Eran los últimos días de diciembre y extrañaba mi tierra. En estas fechas podía estar en la calle, como mucho, con una camisa de mangas largas, un pantalón de tela gruesa y poco más. Ahora, el viento frío me helaba la nariz; calcetines gordos, botines, pantalón de pana, camiseta, camisa de algodón con mangas, sudadera, ¡desde luego!, bufanda, guantes, mas grueso abrigo y una boina gallega* que poco calor me daba en la calva. [*Gallega/o. En Cuba y en general en A. Latina, se llama gallego, a los españoles.]

Aquel frió me recordaba Moscú, Kiev, Alemania. Extrañaba el azul limpio de mi cielo, su calor y mi gente: escandalosa, chillona, amable, cariñosa, amiga y ¡el ambiente! Este también era diferente: cierto que había alegría, música, cientos de personas haciendo las compras que en mi tierra no podíamos hacer; cierto también que en las calles estaban los preciosos anuncios lumínicos de variadas y brillantes luces, que en las oscuras calles de mi ciudad no existían desde hacía más de cuarenta años.

El espectáculo de la gente con disfraces de todo tipo, los niños jugando en la nieve, la alegría espontánea me dañaba emocionalmente: como la Cena de Navidad cuando recordaba a los míos, mi pueblo, pasando hambre. Mi mujer lloró ante la mesa que nuestros hijos pusieron, al ver quesos, dulces, avellanas, nueces y la alegría de los presentes.

Este diciembre era implacable: vientos, heladas, nieves. ¡Como extrañaba mi tierra caliente! También es un mes cargado de simbolismo para los pueblos en todas las épocas. Tiene el día más corto del año, 21, celebrado con temor, invocando con cánticos y ritos, al Sol, para que no muera, vuelva a nacer y con él, la vida. Eso significa su adaptación al advenimiento del niño Jesús de Nazaret.

Al igual que el 21 de diciembre, ocurre con el 21 junio, nuestro San Juan, la llegada del verano. En él hacíamos fogatas, bailábamos alrededor de ellas, se bebía y divertía todo el mundo hasta el amanecer. Te despojabas* de “lo malo”, al igual que durante miles de años ha hecho el Hombre. [*Despojarse: Quitarse todo lo malo. En Cuba, tiempos ha, se acostumbraba estrenar ropa y zapatos nuevos el 1º de enero de cada año, como parte de este “dejar atrás” las desgracias o poca suerte.]

Iba sin rumbo, por la Gran Vía, cerca de La Montera, mirando vitrinas, anuncios, el bullicio, comiendo castañas asadas,- que saben igual que nuestro boniato,-papa dulce-, pero diferentes. Distraído, choqué con un señor mayor, de unos sesenta- setenta años que, al parecer, estaba como yo, entretenido con el espectáculo. Nos dimos mutuas excusas por el tropiezo e, inmediatamente, nos pusimos alegres y festivos al darnos cuenta que éramos ¡dos cubanos en Madrid el 24 de diciembre!

Iniciamos una conversación con añoranzas de nuestra tierra y sus cosas,- destacando lo igual y lo diferente de aquí y de allá-, y siguiéndola, establecimos esa relación espontánea, sin profundidad, fruto de una simpatía común o de la soledad espiritual.

Nos fuimos a tomar un poco de vino, porque las cañas* no “pegaban” con aquel frío. Bajamos por La Montera, mirando las putas, hermosas las más, provenientes del paraíso del campo socialista casi todas, jóvenes, bellas y putas. [*Cañas: En España, tomar cerveza de grifo, en vasos medianos o jarras. Generalmente acompañadas de un platillo (la tapa actual) con aceitunas, almejas, mejillones, queso, gambas o camarones.]

Para calentarnos, entramos en uno de los cientos de bares abiertos. Dos copas de tinto, nos pusieron las clásicas tapas madrileñas, aquellas que originalmente estaban destinadas a proteger la cerveza de los “bichos” voladores: sobre ellas, se ponían pedazos de pan tostado o cosas similares. Ahora eran “con todos los hierros.”*. Éstas sí que no las había en nuestra tierra, a lo más, unas aceitunas con hueso, si eras cliente. [*Con todos los hierros: expresión popular cubana para indicar que algo está completo, excelente, que no necesita más.]

¡Qué tapas más ricas! Una copa de vino o una caña y te ponen un platillo con algo; otra, aparece otro platillo con algo más o mejor que el anterior, seas o no cliente. Si sigues, aparecen gambas, que nosotros llamamos camarones. De esa barra, atendida por uno o dos empleados para 40 o 50 personas,- donde, para permanente admiración nuestra, ninguno se va sin pagar y al camarero no se le olvida ni un trago-, nos vamos a otra, donde se repite el ritual, de allí a otra, y a otra y a otra; los madrileños llaman a este recorrido “ir de tapas” y, como dice la canción de Sabina: “…te dan la una, las dos y las tres de la mañana…”

Montera arriba, de bar en bar, llegamos a Barco, Luna, las putas de menos rango y barrio más bohemio. Allí se inyectaban en plena calle o fumaban María* como si tal cosa: cada cual a lo suyo y Dios en lo de todos. Nosotros, medio chispeados**, admirábamos aquello: no había peleas, ni policías. [*María: mariguana. **Pasados de tragos.]

Tiempo tuvimos para conversar. Primero averiguamos de dónde éramos: yo habanero puro, nacido y criado en El Cerro*. Él, de Santiago, tierra caliente, de ron, buena gente y mujeres más calientes todavía. Donde ser guapo, “echao pa lante”** es lo normal en un hombre o dejas de serlo. Donde las mujeres toman el ron en vasos y vencen a los hombres bebiendo, si no tienes algo en la barriga. [*El Cerro: barrio devenido de obreros; con fama de arrestados. ** “echao pa lante”: valiente, decidido.]

Él había sido dirigente estudiantil y luchado en Artes y Oficios de Santiago contra la tiranía de Batista; se había “alzao” y estuvo combatiendo 3 años en el Ejército Rebelde, donde logró los grados de sargento porque era “instruió”. Bueno, yo también tenía lo mío: dirigente estudiantil en Artes y Oficios en La Habana, había pertenecido a las Brigadas del 26 y luchado contra la tiranía. No entramos en “mentirasos” de cuál de los dos había hecho más contra el tirano: ¿para qué y por qué? Menos ahora que ambos habíamos abandonado la Patria, aunque siguiera dentro de nuestros corazones y nuestras vidas...

Comenzamos a buscar conocidos y hechos comunes. Él, ya terminada la guerra contra la tiranía, había combatido los “alzaos” como un trabajador más entre miles, movilizados contra ellos; había ido a Angola, como miembro de un grupo especial de infiltración de 18 hombres y sólo sobrevivió uno: él. No había alarde en sus palabras, más bien tristeza, por eso lo creí. Dos años estuvo en monte ajeno, perdiendo mujer y familia. Ella se fue con otro, o eso le dijeron, y como buen macho santiaguero, todo menos “tarruo.” [Infidelidad de la compañera.] Total: que no volvió a ver lo más querido: sus hijos. Se fue a trabajar al campo, con la Brigada Che Guevara, tumbando montes de marabú [arbusto de hojas espinosas que ha invadido miles de hectáreas], y cuanta mata se encontraba en medio de la cadena que unía dos tanques de guerra, arrasando monte, frutales y marabú, desde luego. Estuvo, antes de ir a Angola en la Lucha contra Bandidos en las montañas orientales, pero de eso no quiso hablar mucho, así que debe haber sido duro y cruel lo sucedido. Lo prepararon los vietnamitas para grupos especiales de infiltración y ello le sirvió cuando fue a Angola; dijo que gracias a esto sobrevivió.

Después, al regreso, sin hogar, a reconstruir su vida y ver la diferencia entre los ideales por los que luchó y la cruda realidad del oportunismo, de no poder decir lo que pensaba o cuando lo decía, buscarse una bronca de padre y señor mío: lo acusaron de trotskista [Partidario o defensor de las ideas de León Trosky], aunque nadie sabía qué cosa era eso, pero debía ser muy malo, porque lo sacaron del Partido y “le hicieron la vida puré de talco”. [Hacerte la vida imposible.] Tanto lo jodieron, que decidió irse pal carajo, pero no con los yanquis ni con los contra revolucionarios batistianos a quienes había “perseguío”. Se vino a España, cuna de sus abuelos, a comenzar de nuevo, desde cero. Ahora estaba bien, tenía una “pincha buti [trabajo bueno], donde le pagaban una parte por la nómina y otra en negro [no declarada al fisco]. Unos 1,300 euros mensuales. No estaba mal, pero tenía que trabajar como un mulo y ya era mayor “pa” esos trajines.

¿Y tú qué? Me dijo en el tercer o cuarto bar: Yo nada. Aquí, buscando de donde no hay. Arañando la tierra para salir adelante. Cuando cayó el tirano, me metí a estudiar mientras trabajaba. Me hice universitario, anhelo de todos los padres cubanos humildes. Comencé a dar clases, me metí en el Partido y como era instruido y había participado en la lucha clandestina, me pusieron en los grupos de selección para los nuevos militantes.

Cuando el Cordón de la Habana [desastroso plan agrícola], sembré café caturra, pangola [tipo de yerba para el ganado], hierba guinea y no sé cuántas mierdas más, porque al Comandante le dio por la ganadería después de haberse graduado de veterinario. Decía que eran buenas para las reses. Total: que nos comimos las que se traían para pie de cría desde Canadá y de 5 millones que había en 1,959,- más que los cubanos-, ya no quedan ni 2 millones. Cuando la zafra del 70 conduje un tractor con 5 carretas cargadas de caña de azúcar,- yo, que no había conducido en mi vida y menos un tractor-, corte caña como un negro jamaiquino y dejé el estómago en Manga Larga, Morón, por la falta de comida, lo cual me ha quedado para siempre.

Pero no me fui por eso... Las desgracias siempre vienen juntas. Mi mujer enfermo grave en el 2,004. A esa hora, a buscar un socio [conocido con influencia] para que la atendieran en el Oncológico. Aquello era un infierno: al Comandante se le había ocurrido reparar todos los hospitales al mismo tiempo. Resultado: setenta estaban cerrados o en reparación general. El Oncológico como el resto: hedor, cucarachas, polvo, falta de agua, medicinas, hacinamiento, etc. eran insoportables. Lo peor era que una mamografía la tenía que autorizar el director del hospital, por lo que tuve que buscar otro socio,- que era a su vez socio del director -, para que la atendieran.

Resumen rápido de la historia: extirpación de una mama y los ganglios, sin biopsia ni cosa parecida. Una doctora gallega, muy amiga de Cuba y nuestra, de las que saben sólo lo que les enseñan de muestra, quedó horrorizada cuando vio la sala y la atención que recibía mi mujer. ¡Claro, a ella le habían mostrado el piso de los extranjeros, que pagan con divisas su cura! Allí había un cuarto para una o dos personas, agua, enfermeras, médicos, medicinas, ¡hasta psicólogo para atender y explicar las consecuencias de la operación! ¡Jauja,- maravilla-, era aquello! La gallega cogió monte [se irritó] cuando comprobó que la habían “engañao” como a un chino.


Parte de los árboles que obstruían el Río Quibu a su salida al mar. 5ta Ave y 160. Foto del Editor.

Total: después se inundó la casa por cuarta o quinta ocasión y lo volvimos a perder todo, pero esta vez lo que me encojono [violento] fue que en enero comencé a advertir que había troncos cerrando la salida del río: escribí a todo el mundo, desde el Delegado del Poder Popular, pasando por el Director del Palacio de Convenciones, siguiendo con el Presidente del Poder Popular Municipal, continuando con los periódicos nacionales, más copias para el Secretario del Partido Municipal, el Secretario de Organización del Buró Político, y ¡hasta Raúl! con copia de todo para todos, más fotos de lo que había y lo que podía ocurrir, firmados con mí, con nombre, apellidos, dirección, y ni uno, coño, ni uno, se molestó en contestar ni hacer un carajo. Cuando en junio comenzaron las lluvias y murieron como 14 personas, más miles de pesos perdidos, mi casa de nuevo inundada, le dije a mi vieja: “Nos vamos pal carajo. Esto es una mierda que no tiene remedio.” Lo dejamos todo: mis libros, casa, coche, 38 años de trabajo, pensión y nos vinimos para acá, donde los gallegos nos quieren y están nuestros hijos. ¡A la puta mierda con estos cabrones!

Habíamos ido caminando y tomando cuesta abajo, hacia Preciados. Nos metimos en la Casa Labra, un restaurante pequeñito, fundado en el siglo XIX, de seis mesas si acaso. Nos llamó la atención la placa que en su entrada, poco más o menos, decía: “Aquí se fundó el Partido Socialista Obrero Español”.

¡Carajo! Haber dado tantas vueltas para venir a parar aquí. Lo bueno eran las tapas: 10 formas de servirte el bacalao que hacía años no probábamos o comerte unas croquetas enormes y riquísimas.

Como es fácil comprender, a esta hora, con más de una botella de vino, cerveza, whisky, o ginebra entre pecho y espalda, nos daba lo mismo uno que cincuenta. Teníamos un pedo [borrachera] de padre y señor mío, por lo que comenzamos a gritar: ¡Abajo Batista!, ¡Muera el tirano!, ¡Viva la Revolución!, ¡Viva Fidel!, ¡Viva el 26!

Los gallegos nos miraban asombrados: ¿Con qué ligaron la María estos locos? Total, que con quien se acercaba queríamos fajarnos [pelearnos]. Llamaron a la Comisaría, nos llevaron “pa” allá, a una celda tranquila. Allí cantamos Lagrimas Negras, Júrame, todo lo que se nos ocurrió: la nostalgia nos trajo a la memoria el himno del 26; lo cantamos y después dormimos la mona. Fue una noche inolvidable, la mejor en muchos años, de dos hombres que no se arrepienten ni un tanto de lo que hicieron, bueno y malo, porque fue por una causa que creían justa. Tenga UD. un buen año, que nosotros tuvimos una Feliz Navidad.

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