sábado, 29 de septiembre de 2012

13. Visiones sobre el socialismo que guían los cambios actuales en Cuba.

clip_image002Por Camila Piñeiro Harnecker, Profesora, investigadora y consultora de empresas. Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC). Currículo de la autora[1].

Tercera parte y final. Consideraciones de la autora. Comentarios del Editor.

Autogestionarios: sólo un socialismo democrático es verdadero y sustentable.

Al igual que los estatistas —y a diferencia de los economicistas más puros— los autogestionarios defienden la necesidad de un orden social más justo y sustentable[2] que el capitalismo. Sin embargo, prevén un camino diferente del “socialismo estatista” que ha marcado fuertemente la versión cubana y que los estatistas intentan renovar, y del “socialismo de mercado” que los economicistas presentan como el único factible. Los autogestionarios argumentan que no puede haber socialismo verdadero, sin solidaridad, sin igualdad,-no igualitarismo-, sin participación sustantiva de las personas en la toma de decisiones en todos los ámbitos de organización social—política, económica, cultural, etc. Para ellos, la esencia del socialismo es la autogestión o autogobierno por las personas en sus lugares de trabajo y sus comunidades y hasta el nivel nacional; y eventualmente hasta abarcar toda la familia humana. Es decir, socialismo es control social de la sociedad sobre el Estado, la economía, el sistema político y todas las instituciones sociales[3].

Inspirados en las conceptualizaciones del socialismo del siglo XXI, y reafirmando los ideales humanistas, emancipadores e igualitarios que han marcado la revolución cubana desde sus inicios[4], los autogestionarios sostienen que el objetivo del socialismo debe ser el desarrollo humano integral de todas las personas[5]. Esta suprema felicidad, autorrealización, libertad plena puede lograrse, básicamente, permitiéndole a cada persona desarrollar todas sus capacidades mediante la participación activa en las actividades sociales cotidianas, sobre todo en la toma de decisiones que les afectan[6]. Construir el socialismo es, por tanto, democratizar o socializar los poderes; es liberar a los individuos de toda forma de opresión, subordinación, discriminación y exclusión que interfiera en la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales. Los autogestionarios buscan la emancipación tanto de un Estado opresivo, como de instituciones económicas no democráticas que no satisfacen las necesidades de las mayorías; como las empresas privadas y estatales convencionales, y los mercados o mecanismos de distribución verticales.[7]

Para ellos, el objetivo del socialismo cubano no debe ser cubrir las necesidades materiales crecientes de sus ciudadanos, sino también establecer las condiciones que les permitan desarrollar plenamente sus capacidades como seres humanos y así satisfacer sus necesidades materiales y espirituales; y asumen que las primeras van a cambiar cuando la vida cotidiana sea más liberadora.

Aunque las relaciones de trabajo asalariado y de mercado son también formas de opresión, la mayoría de los autogestionarios concuerda en que no deben ser prohibidas, y que la sociedad puede avanzar hacia su gradual superación o eliminación —no absoluta— haciendo que las empresas gestionadas democráticamente y las relaciones horizontales socializadas (o “mercados socializados[8]) sean más efectivas y atractivas[9].

El principal problema del socialismo cubano no es que la política haya superado a la economía, como plantean los economicistas, sino cómo esa “política” ha sido definida. Los autogestionarios argumentan que las decisiones, a nivel central del Estado e incluso en los gobiernos locales y las empresas, han sido tomadas muy a menudo sin una verdadera participación del pueblo, y que por ello los beneficios de la participación han sido perdidos[10]. Las condiciones para el éxito de la actividad económica —o las “leyes económicas” que siempre nos recuerdan los economicistas— habrían sido tenidas en cuenta si la toma de decisiones hubiera permitido la participación de todos los grupos sociales afectados por estas y los criterios de los expertos hubieran sido escuchados.

clip_image004Foto: que.es Presidente norcoreano visita fábrica.

Es la escasa o nula participación democrática en las instituciones políticas y económicas, el insuficiente control democrático de los órganos ejecutivos y de dirección, lo que —además de los bajos ingresos— resulta en la poca motivación hacia el trabajo, las decisiones gerenciales equivocadas y la corrupción en todos los niveles del Estado[11].

Aunque los autogestionarios concuerdan con los estatistas en la necesidad de ejercer un mayor control y con los economicistas en la de establecer un sistema coherente de incentivos en las instituciones cubanas, identifican diferentes causas de fondo de los problemas y proponen soluciones diferentes. El magro desempeño de las instituciones del Estado es principalmente consecuencia del poco sentido de pertenencia de los trabajadores e incluso de los directivos. A diferencia de las otras dos tendencias, esta considera que los problemas en la realización del sentido de propiedad de las instituciones estatales se derivan, en esencia, de la naturaleza del proceso de toma de decisiones y de las relaciones sociales que se establecen dentro de ellos; y no fundamentalmente por la falta de educación[12] o la necesidad de incentivos privados estrechos[13]. Sin una verdadera propiedad —que no se equipara a la propiedad legal— de los trabajadores, no habrá motivación para asegurar que los recursos se utilicen correctamente[14].

La posición autogestionaria subraya la necesidad no solo de redistribuir la riqueza, sino sobre todo de cambiar cómo ella se produce, de que las instituciones estén organizadas de modo que permitan el ejercicio de verdaderas relaciones socialistas. Esto desarrollaría la productividad y creatividad de las personas, y la riqueza se generaría desde el comienzo de manera más equitativa y justa[15]. Para los autogestionarios, “democratizar” o “socializar” es establecer las relaciones sociales de trabajo [libre] asociado y asociación en general, es decir, la propiedad social que Marx identificó como la base sobre la que descansa una sociedad que se propone trascender el orden capitalista[16]. Además, señalan que dichas relaciones, y no solo salarios más altos o mayor autonomía para los gerentes, son una fuente importante de incentivos para la productividad y la eficiencia, y que al mismo tiempo promueven el desarrollo de los hombres y mujeres “nuevos” sin los que la construcción socialista es impensable. Los autogestionarios enfatizan la necesidad de promover una conciencia socialista, solidaria y el compromiso revolucionario con los históricamente marginalizados, y agregan que ello sólo se puede lograr como resultado de la práctica cotidiana bajo relaciones de asociación y cooperación[17].

Según los estatistas y economicistas la democracia en el lugar de trabajo es en esencia una utopía incómoda que desafía la superioridad de sus cuadros, expertos o empresarios y resultaría en un caos que conduciría a la ineficiencia. Sin embargo, para los autogestionarios los niveles deseables de eficiencia y productividad (aunque no aquellos logrados mediante la sobrexplotación de los hombres y la naturaleza) se alcanzan precisamente democratizando la gestión de las empresas. Están convencidos de que la participación —aunque no es fácil de lograr— constituye un medio indispensable para alcanzar mayores niveles de desarrollo de las capacidades tanto de los trabajadores (manuales, intelectuales, espirituales) como de las fuerzas productivas en general, ya que el control social asegura el uso efectivo de los recursos y ofrece incentivos positivos para la productividad no disponibles de otro modo. Rechazan la falsa dicotomía propuesta por economicistas: hay que elegir entre la eficiencia con inevitable desigualdad y la justicia social con carencias materiales[18].

Los que se identifican con esta posición advierten sobre los riesgos de la descentralización de los gobiernos locales y las empresas estatales sin democratización, es decir, que les permita a las nuevas autoridades utilizar recursos según sus criterios y sin el control de los supuestos beneficiarios[19]. Del mismo modo, llaman la atención sobre la liberalización de las muy necesarias relaciones horizontales entre agentes económicos, y sobre la necesidad de no reducir la coordinación a un conjunto de normas[20]. Algunos defienden la necesidad de establecer, además de un marco regulatorio bien diseñado, espacios de coordinación democrática entre productores, consumidores y otros grupos sociales (ecologistas, feministas, minorías, etc.) para que la economía local pueda ser orientada hacia intereses sociales en lugar de hacia la maximización de ganancias[21]. Mientras que otros reducen la coordinación macroeconómica a un mercado regulado y no explican cómo evitar el surgimiento de intereses grupales ajenos a los sociales.

Pero los autogestionarios son percibidos como voluntaristas cuando no tienen en cuenta que no todos los cubanos están interesados en asumir la responsabilidad de participar en la gestión de sus empresas y gobiernos locales. No han argumentado claramente por qué la democratización es factible y cómo puede resultar en mayor eficiencia y productividad. No obstante, ello no niega la posibilidad de establecer políticas públicas que permitan un incremento gradual de la participación sustantiva en la toma de decisiones en esas organizaciones, y de educación sobre las ventajas de participar en la toma de esas decisiones que nos afectan.

clip_image005Foto: thp.org.mx Cooperativa formada por 270 mujeres y 1 hombre de cada una de 26 comunidades diferentes.

Es difícil definir qué sectores de la sociedad cubana se identifican con esta tendencia. De hecho, ante los constantes mensajes en defensa de la privatización y la mercantilización a través de diversos medios nacionales y extranjeros, no es sorprendente que muchos cubanos vean la propuesta autogestionaria como utópica. En Cuba ha habido pocas experiencias de empresas y gobiernos locales gestionados democráticamente, antes y después de 1959. Además, la idea de la participación democrática puede haber perdido su significado entre los cubanos porque las autoridades han repetido que el sistema político cubano y las empresas estatales son lo más participativos posible, y también porque la autonomía de gestión e incluso de operación de las “cooperativas” agropecuarias han estado seriamente limitadas. De ahí que es comprensible que los defensores más convencidos de esta postura sean intelectuales y profesionales que han leído acerca de la forma “alternativa” de pensar y construir el socialismo, o que han estado expuestos a los discursos sobre el socialismo del siglo XXI.

Sin embargo, la preferencia por la gestión democrática de organizaciones sociales es intuitiva (resulta de la intuición o instinto humano) para todos los cubanos que perciben que la mejor manera de resolver algunos de sus problemas más apremiantes es mediante el trabajo colectivo, o cooperando con aquellos que sufren las consecuencias del autoritarismo en sus empleos y sus comunidades, o los que comienzan a sufrir las consecuencias negativas de la privatización y mercantilización —incremento de precios, evasión de impuestos, relación de subordinación de los trabajadores contratados, etc.[22]. Además, los trabajadores estatales, ante la vinculación de los salarios al desempeño de sus empresas, están cada vez más interesados en tener control sobre ellas, e incluso han planteado poder elegir a sus directivos[23]. Algunos incluso están llamando a crear cooperativas en las empresas estatales no estratégicas[24]. En determinadas localidades (Cárdenas, en Matanzas, y Santos Suárez, en La Habana), los ciudadanos han intentado resolver de forma autónoma ciertos problemas de la comunidad.

Consideraciones finales: En Cuba se define actualmente un nuevo camino para la nación. Se tratará de un socialismo estatista mejor organizado, uno de mercado, uno realmente democrático, o —más probablemente— una combinación de los tres. Predecir qué visión va a prevalecer en los cambios actuales es un mero ejercicio de especulación. Sin embargo, algunas evidencias permiten evaluar el peso que hoy tiene cada postura, y las posibilidades de la fluctuación de su influencia.

clip_image007Foto de: grenade.cl Empresa china.

Sin dudas, el economicismo es lo que predomina tanto en el Estado como entre la mayoría de los cubanos. Al presentar la empresa privada y el mercado como los más eficientes, ante el fracaso de las empresas estatales convencionales y la planificación autoritaria, y ante el desconocimiento de la factibilidad de otras formas de socialización de la economía, muchos no creen que existan mejores alternativas. Sin embargo, muchos cubanos no ven el funcionamiento de la empresa privada y los mercados como algo natural, y desean poder evitarse sus irracionalidades —precios diferenciados y variables, más beneficios para el comercio que la producción, explotación, etc. — y efectos negativos —desigualdades, contaminación, discriminación, etc.

El estatismo es abiertamente reconocido como la corriente de pensamiento que nos ha conducido a la situación actual, y por tanto de la que tenemos que alejarnos. No obstante, sobre todo debido a un instinto de conservación, está todavía goza de importante apoyo dentro del Estado y entre aquellos que temen perder los logros sociales de la Revolución. De hecho, la versión final de los “Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revoluciónes menos economicista y más estatista que la inicial[25]. Otra evidencia de la pérdida de influencia de la tendencia economicista es la moratoria en el plan que pretendía reubicar o despedir 10% de la fuerza laboral cubana.

De la visión autogestionaria hay muy poco en los “Lineamientos... y los cambios actuales”. Estos no reflejan ni los objetivos —satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de las personas, es decir, las relativas al desarrollo humano—, ni los medios —democracia participativa, control democrático de la sociedad, en particular, de la política y la economía— propuestos por los autogestionarios[26]. Aunque el presidente Raúl Castro y otros altos funcionarios del Estado han mencionado varias veces la importancia de la “participación”, el documento partidista sólo lo hace tres veces, y realmente en el sentido de consulta o implementación de decisiones tomadas por otros[27]. El único acercamiento a la posición autogestionaria está en el reconocimiento de las cooperativas como una forma socialista de empresa, aunque no se declara una intención de darles prioridad sobre las empresas privadas. La decisión de otorgar una mayor autonomía a las empresas estatales y gobiernos municipales es un paso positivo, pero aún no se reconoce el imperativo de democratizarlos. Tal ausencia refleja el hecho de que los autogestionarios están en minoría —al menos en los actuales espacios de poder—, lo cual en gran medida es resultado de la cultura verticalista, autoritaria y patriarcal que ha caracterizado la sociedad cubana antes y después del triunfo revolucionario.

Sin embargo, el imaginario de justicia social y emancipación sigue presente en la identidad de muchos cubanos. Aunque los nietos de la “generación histórica” están menos familiarizados con los ideales socialistas y revolucionarios, un gran número también valora la dignidad y la justicia, e incluso rechaza posiciones de subordinación. La cultura de la solidaridad cultivada por la Revolución aún perdura, por lo que las diferencias sociales resultan incómodas e injustas para muchos. Algunas personas han advertido que sin participación y control social de empresas y sin gobiernos locales autónomos, Cuba está allanando el camino hacia el capitalismo[28]. Recientemente han surgido ciertas señales sobre la creciente presencia de la posición autogestionaria, en artículos que defienden la necesidad de los trabajadores de participar realmente en las decisiones de gestión para poder asumir el papel de verdaderos dueños[29].

Las tres posiciones analizadas no pueden reducirse a opciones “buenas” o “malas”. Todas plantean preocupaciones legítimas que deben ser consideradas en cualquier decisión estratégica. No obstante, la conveniencia de la democracia —no la representativa liberal, sino una “real” o “participativa”— es ampliamente aceptada en el mundo de hoy. De ahí que, desde una perspectiva normativa, la visión que busca mayores niveles de democracia debe ser más deseable. Parece más justo que la sociedad decida democráticamente su destino, en lugar de colocar este poder en funcionarios estatales que se comprometan a representar los intereses de la sociedad, o —peor aún— en actores económicos bien dotados para dirigir desde las sombras “una mano invisible” que nos afecte a todos.

En el actual proceso de definición del tipo de socialismo que los cubanos estaremos construyendo por las próximas décadas, debemos saber que hay opciones entre el socialismo de Estado y el de mercado. Si nuestro objetivo continúa siendo alcanzar una sociedad lo más justa posible, debería abrirse más espacio a las ideas autogestionarias en los medios de comunicación; y los líderes deberían retomar el énfasis en el valor de la igualdad, la justicia y la solidaridad. También habría que tener en cuenta la importancia que otros procesos revolucionarios actuales en América Latina le han otorgado a la democracia participativa en todas las esferas de la sociedad. Así como las empresas privadas han sido autorizadas, debería suceder con las cooperativas, de manera que más cubanos puedan experimentar con la autogestión. Ahora que los gobiernos locales y empresas estatales tendrán más autonomía, al menos se deben experimentar métodos más democráticos, como el presupuesto y la planificación participativos. Es necesario ser pragmáticos, pero desde una noción menos simplista de nuestra sociedad y una visión menos condescendiente de nosotros mismos. Los cubanos dispuestos a experimentar con la autogestión deberían poder hacerlo, para así decidir, a partir de su experiencia, si es un camino preferible o no.

Una estrategia centrada sólo en sostener un crecimiento económico y en mejorar el desempeño del Estado cubano puede mejorar las condiciones de vida de una parte de la población y podría ayudar a mantener el apoyo al proyecto socialista cubano. Sin embargo, en la medida en que el crecimiento económico venga fundamentalmente de la privatización y la mercantilización —en lugar de la democratización o socialización de la economía—, los intereses de los nuevos empresarios inevitablemente se van a alejar de los sociales, y van a encontrar el modo de contribuir con menos impuestos, cobrar precios más altos, externalizar los costos a la sociedad tanto como sea posible. No demasiado tarde, como ocurre en los países capitalistas y con economías de mercado, ellos buscarán que el Estado responda a sus intereses privados. Del mismo modo, en la medida en que los administradores de los gobiernos locales y empresas estatales tengan más autonomía sin democratización, se harán comunes los abusos de poder y los trabajadores más capaces y revolucionarios se van a mover desilusionados hacia el sector privado u otros países. Por lo tanto, si los cambios se concentran solo en “perfeccionar la economía”, no sólo no se logrará el objetivo de mejorar las condiciones materiales de la población cubana, sino que la cohesión social que ha sostenido a la Revolución se verá afectada. Sus principales defensores estarán menos inclinados a apoyar un proyecto que no tiene en cuenta sus necesidades y expectativas de justicia y dignidad.

Comentarios del Editor: El excelente análisis y compilación de la profesora Camila Piñeiro Harnecker tiene muchas más vertientes de las que podemos valorar en este número. Sólo haremos comentarios concisos sobre algunas y el lector, según su formación e interés, se hará otros.

1) Es evidente que esta investigación,- sin proponérselo explícitamente-, rebasa con mucho el ámbito de lo que se ha denominado “la Revolución Cubana”. De hecho, es un repaso histórico de las formas del pensamiento social y económico que podemos remontar a “La República” de Platón, pasando por la Utopía de Tomás Moro, entrando en la Revolución Industrial inglesa con el Socialismo utópico de Fourier, Owen, Saint Simon, Babeuf, etc., etc. llegando hasta el presente, incluida la imprescindible visión de Carlos Marx contenida en la “Crítica al Programa de Gotha”, que no fue publicada hasta muchos años después de su muerte.

2) Igualmente evidente es la objetividad con que la autora ha tratado las tres vertientes de lo que ha denominado “Visiones sobre el socialismo que guían los cambios actuales en Cuba”, título infortunado en mi juicio por las connotaciones religiosas implícitas en él. Realmente, no es un problema sólo de lo que se ha llamado “socialismo cubano” sino de todo el pensamiento social actual cuando se trata de encontrar cómo crear una sociedad justa con todos, equitativa, plural, democrática, participativa. Cualquiera que sea vuestro criterio sobre el gobierno cubano este trabajo va mucho más allá de él y sus acciones concretas: va a la esencia de lo que deseamos alcanzar como Sociedad y Hombres Libres.

3) El “estatismo” está fracasado histórica y económicamente: estalinismo, maoísmo, Corea del Norte, khmer rojo, fidelismo, etc. demuestran su costo material, histórico e ineficiencia social y económica. Los seis millones de ucranianos muertos de hambre en los años 30 del siglo pasado por “la colectivización forzada” estalinista o los 20 millones de la “Revolución Cultural” maoísta, los 3 del khmer rojo o los dos millones de cubanos exiliados son ejemplo más que suficiente de su fracaso social, económico y político.

4) El “economicismo”, simplemente capitalismo de Estado o capitalismo sin apellido, es la forma más inmediata de sacar al pueblo cubano de su actual situación desesperada. Cierto, sería eficiencia,- más o menos que tampoco es tanta como demuestra la crisis actual-, con injusticia social. Pero, si somos materialistas,- tal vez marxistas-, recordemos que primero el hombre tiene que comer y después filosofar y esa es la alternativa cubana y, conscientes o no de ello, también la de los dirigentes actuales.

Porque, como en cubano diríamos, citando la popular canción de los Van-Van, “La Habana no aguanta más…” cuando los privilegiados del sistema, los que han detentado el poder económico y político para sí y su grupo, abandonan en masa el barco que se hunde sin remedio y sin esperanza hay que actuar ya, que hace mucho tiempo que se término la fiesta.

5) La corriente “autogestionariaper se,-por sí misma, por su propia naturaleza, sería una locura generalizarla en estos momentos. Primero es necesario resolver los problemas económicos y sólo más tarde los sociales, o paralelamente en la medida de lo posible. El ejemplo del intento democratizador de Gorbachov es reciente y sus resultados más que visibles. Además, la autora reconoce las limitaciones de la visión autogestionaria y añade que la mayoría de los que la defienden sólo ha oído hablar de ella, no la han conocido en carne propia como ella. Volvemos un poco al pensamiento libertario, anarquista, cooperativo ante todo, al “Apoyo Mutuo” de Pedro (Piotr) Kropotkin.

6) Creo que es posible aplicar el “economicismo” en la industria, según el modelo clásico de Yugoeslavia que transformó el Che para Cuba, con las adecuaciones correspondientes a la situación actual y el “autogestionario” en la agricultura, creando los instrumentos de financiamiento necesarios para ello, entregando la tierra por 99 años hasta 5 caballerías (13.43 hectáreas/cab.) y 30 para las cooperativas porque el campesino está acostumbrado al trabajo en común, al apoyo mutuo, para todo tipo de labor. Se trataría de, en el modelo “economicista”, que cada organismo seleccionase un número limitado de empresas experimentales a las cuales aplicar el concepto tanto económico como político,- algo similar a lo realizado en las empresas militares-, seguirlas sin entrometerse en su dirección y acción, evaluando económicamente sus resultados, de lo que carece este estudio. En el caso del modelo “autogestionario” pedir ayuda a los países nórdicos, a los organismos internacionales, a las grandes cooperativas que existen en el mundo y dejarlos trabajar. ¡En dos cosechas se termina el hambre en Cuba!

7) No obstante nuestros deseos, creo que la realidad debe imponerse. La situación del Estado y gobierno cubano depende de la salud y voluntad de otros. Es posible que me equivoque, tal vez. No vivo ni lo he hecho en una urna de cristal, ni en cuna de oro, ni alejado del diario vivir y yantar de mi pueblo. He sufrido y sufro por lo que allí ocurre y por lo que sé, la situación es desesperada y desesperanzadora, sin tiempo para “experimentos sociales” más o menos intelectuales o políticos.

Creo que si Lenin tuvo el coraje político y ético de sacrificar sus concepciones y restablecer temporalmente el capitalismo en Rusia con la Nueva Política Económica (NEP), es posible que eso sea lo que haya que hacer en aras de salvar lo poco positivo que realmente queda de nuestros sueños. El futuro inmediato, no las “próximas décadas” de la autora, dictará el destino del “socialismo cubano” y, entonces, “La Historia nos juzgará a todos” parafraseando a quien fuera un gran líder.

8) Felicito de todo corazón a la autora que todavía cree en algo que yo soñé cuando joven y aún defiendo. Comprendo perfectamente, por haberlas sufrido, las dificultades de todo tipo que ha afrontado y confronta por esta investigación en absoluto visionaria. Tiene juventud, inteligencia y fuerza. Su esfuerzo no será en vano, o eso espero. R.

PARA REFRESCAR.

MAGIA. Cada día es más “científica” y difícil de adivinar dónde está el truco. Aquí les ofrecemos uno muy sencillo y por tanto, no se sabe cómo lo logra. Además, al final del vídeo, otros 12 números igualmente simples, bellos y “mágicos”. Colaboración de Héctor L.

http://www.youtube.com/watch_popup?v=sKns1uatyNg&vq=medium

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[1] Currículo: En él se hace referencia al Título de Oro: es una distinción académica que se concede a los graduados de una licenciatura universitaria que han logrado no sólo la nota más alta, sino también un trabajo integral relevante en su tesis de grado y estudios.

http://riless.org/es/miembros/perfil/camila-pineiro-harnecker/248

[2] Mientras que “sostenible” implica que puede sostenerse a lo largo de cierto tiempo, el concepto de “sustentable” se refiere a la capacidad de tener en cuenta los intereses de las generaciones presentes y futuras

[3] Ricardo Ronquillo afirma que el socialismo “solo es posible donde prevalezca un transparente, democrático y real control obrero” (“Decido, luego existo”, Juventud Rebelde, La Habana, 24 de septiembre de 2011). Fernando Martínez Heredia hace hincapié en que el socialismo es el proyecto de liberación humana que requiere la acción consciente del pueblo (“Socialismo”, en Julio César Guanche, ¿coord. =coordinador?, Autocríticas. Un diálogo al interior de la tradición socialista, Ruth Casa Editorial, La Habana, 2009, p. 37). Alina Perera y Marianela Martín coinciden con Martínez Heredia en que el socialismo no resulta automáticamente del desarrollo de las fuerzas productivas, y que la participación real es una de las “condiciones” para la aparición de la esperada “conciencia social” (“La fuerza invisible que modela el mundo”, Juventud Rebelde, La Habana, 25 de septiembre de 2011). Véase también Julio César Guanche, “Todo lo que existe merece perecer (o una pregunta distinta sobre la democracia)”, en Autocríticas…, ob. cit., pp. 227-236, y Pedro Campos, “Democracia para controlar la burocracia”, Kaos en la Red, 6 de julio de 2011, disponible en www.kaosenlared.net.

[4] Baste considerar el pensamiento humanista de José Martí, así como las obras de Raúl Roa y Fernando Martínez Heredia que subrayan la esencia emancipadora de socialismo.

[5] Véase Julio Antonio Fernández y Julio César Guanche, “Un socialismo de ley. En busca de un diálogo sobre el constitucionalismo socialista cubano en el 2010”, Caminos, nº 57, La Habana, 2010, pp. 4, 10-11.

[6] La idea de Marx sobre el desarrollo humano a través de la práctica revolucionaria ha sido destacada por Michael A. Lebowitz (El socialismo no cae del cielo. Un nuevo comienzo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009) y se evidencia en los análisis de cubanos como Pedro Campos (“¿Qué es el socialismo?”, 29 de septiembre de 2006, disponible en www.oocities.org/es/amigos_pedroc/Socialismo-1.htm).

[7] La carta de Álvarez López (4 de agosto de 2011) advierte que “la ley de la oferta y la demanda ha sido cuestionada en los debates que ha participado” y se pregunta “¿qué es la demanda?, ¿lo que se necesita o lo que se puede adquirir en realidad?”, y señala que los ricos siempre van a ser capaces de comprar, mientras que los que tienen mucho menos, no. Chávez Domínguez y Lugo Domínguez se quejan en sus cartas (20 de mayo y 11 de septiembre de 2011) de que los cuentapropistas (autónomos, trabajadores por cuenta propia) compran en las tiendas estatales y acaparan para luego vender a precios más altos.

[8]Los “mercados socializados” son aquellos espacios de intercambio horizontal controlados por representantes de intereses sociales; promueven que los participantes autónomos (vendedores y compradores) internalicen esos intereses. Existen varios modelos de planificación democrática o participativa que permiten institucionalizarlos.

[9] Véase Camila Piñeiro Harnecker, “Empresas no estatales en la economía cubana: ¿construyendo el socialismo?”, Temas, n. 67, La Habana, julio-septiembre de 2011, pp. 70-6.

[10] Véase Mayra Espina, “Mirar a Cuba hoy: cuatro supuestos para la observación y seis problemas-nudos”, Temas, nº 56, La Habana, octubre-diciembre de 2008, p. 137; y Carlos Alzugaray, en dossier “Cuba: ¿hacia un nuevo pacto social?”, Espacio Laical, n. 2, La Habana, 2011, pp. 20-1.

[11] Pedro Campos, ob. cit.

[12] Para Fidel Vascós González, la conciencia socialista es resultado no de las relaciones sociales en que viven, sino sobre todo de la educación (Socialismo y mercado, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009, p. 104).

[13] Según José R. Fabelo (citado en “Trabajo. Llave maestra”, Bohemia, La Habana, 13 de octubre de 2010): “Si no tengo posibilidad de decidir sobre lo que produzco, ni sobre su destino, ni intervengo en la gestión, en la planificación y muchas veces tampoco gano en dependencia de lo que hago, ¿qué sentimiento de propietario voy a tener...?”. Fabelo propone armonizar incentivos morales y materiales y señala que los mecanismos económicos por sí solos no son adecuados.

[14] Véase Rafael Hernández, Espacio Laical, n. 1, La Habana, 2011, p. 19; José Antonio Fraga Castro, director de la empresa estatal Labiofam, “llamó a establecer mecanismos y métodos que motiven a los trabajadores a que sientan que sus empresas son realmente suyas y participen de manera sustantiva en el proceso de gestión” como la mejor manera de resolver los problemas actuales (“Orden, disciplina y exigencia”, Tribuna de La Habana, La Habana, 12 de julio de 2011). La carta de Manso de Borges (23 de julio de 2010) advierte que la privatización no es la solución, y defiende socializar la propiedad con 1) la verdadera participación en la gestión de los trabajadores, 2) la educación económica y política, y 3) el desarrollo de sus capacidades guiadas por los intereses colectivos y los individuales.

[15] Véase Alina Perera y Marianela Martín, ob. cit.; Fernando Martínez Heredia, ob. cit., p. 33-4; Rafael Hernández, ob. cit., p. 4; Mayra Espina, ob. cit., pp. 134-5.

[16] Véase Pedro Campos, “¿Qué es el socialismo?”, ob. cit.

[17] Véase Carlos Tablada, “El socialismo del Che”, en Autocríticas..., ob. cit., pp. 141-5, 148-9; Mayra Espina, ob. cit., pp. 135-7. La carta de Aledo Roller (4 de septiembre de 2011) plantea que “es la forma en que organizamos nuestra vida económica y material lo que, en última instancia, determina la conciencia social”, propone a las cooperativas, y explica que en el socialismo no debe haber trabajo asalariado y que la competencia de mercado y la anarquía no deben “gobernar nuestras vidas”.

[18] Julio César Guanche, “Es rentable ser libres”, Espacio Laical, n. 2, La Habana, 2011, pp. 50-5; Armando Chaguaceda y Ramón Centeno, “Cuba: Una mirada socialista de las reformas”, Espacio Laical, n. 1, La Habana, 2011, pp. 50-3.

[19] Véase Ovidio D’Angelo, “¿Qué conferencia y lineamientos necesitamos? Conferencia del pueblo para la nueva sociedad”, Compendio de la Red Protagónica Observatorio Crítico, 12 de julio de 2011, disponible en http://observatoriocriticodesdecuba.wordpress.com; y la carta de Martín (22 de octubre de 2010) que alerta que la incapacidad de los trabajadores de participar realmente en el proceso de disponibilidad podría dar lugar a que los jefes abusen de su poder.

[20] Arturo López-Levy alerta sobre las limitaciones objetivas inherentes a los mercados reales (no los descritos en los libros de texto). Se pronuncia en contra de “las concepciones economicistas” y que el objetivo no debe ser el crecimiento económico, sino un desarrollo sostenible con objetivos sociales y ambientales (en dossier “Cuba: ¿hacia un nuevo pacto social?”, ob. cit., p. 30).

[21] La carta de Sandoval López (30 de septiembre de 2011) se queja de que los nuevos taxis privados no se preocupan por la gente, y sugirió que “incentivar la solidaridad” disminuyendo los impuestos para aquellos que cobren precios más asequibles y permitan la supervisión social de las personas. Véase también Camila Piñeiro Harnecker, ob. cit.

[22] Véanse Fariñas Carmona, Granma, La Habana, 23 de septiembre de 2011; Pastor Batista Valdés, “Prestos para el disfrute, escurridizos en el aporte”, Granma, La Habana, 4 de octubre de 2011; Lenier González, en dossier “Cuba: ¿hacia un nuevo pacto social?”, ob. cit., pp. 22-3.

[23] Véanse las cartas a Granma de González Cruz (7 de enero de 2011) y de Marichal Castillo (14 de mayo de 2011).

[24] Véanse las cartas a Granma de Rodríguez Vega (23 de septiembre de 2011), Paéz del Amo (9 de septiembre de 2011) y Arteaga Pérez (20 de mayo de 2011).

[25] De combinar la planificación y el mercado, se pasó a mantener la planificación como herramienta central y “teniendo en cuenta el mercado” (Lineamiento nº 1). De que las empresas del Estado pudieran fijar los precios libremente, se cambió a “revisar integralmente el Sistema de Precios” (Lineamiento nº 67), aunque sin decir cómo se va a hacer. Véase Partido Comunista de Cuba, “Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución” (Resolución aprobada en el VI Congreso del PCC, junio de 2011, disponible en www.congresopcc.cip.cu).

[26] De los quinientos mil trabajadores estatales que iban a ser declarados “disponibles” sólo lo han sido menos de ciento cincuenta mil (Reuters, 10 de mayo de 2011).

[27]Lineamientos…”, pp. 21-2 y 38.

[28] La carta de Regalado García (12 de marzo de 2010) alerta sobre el riesgo de “volver al pasado”.

[29] Muchas de las cartas a la dirección de Granma ya citadas que proponen la creación de cooperativas defienden que es la mejor manera de lograr el sentido de pertenencia. Isabel Castañeda y Gonzalo Rubio (“Una opinión: mirar adelante con sentido crítico y con ciencia”, Granma, La Habana, 2 de septiembre de 2011) proponen la “co-propiedad” o cogestión en las empresas estatales.

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domingo, 23 de septiembre de 2012

13. Visiones sobre el socialismo en Cuba. Alemania y España: como nos ven.

Visiones sobre el socialismo que guían los cambios actuales en Cuba. Por Camila Piñeiro Harnecker, Profesora, investigadora y consultora de empresas. Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC). Segunda parte: Economicistas: el socialismo de mercado es el único camino factible:

clip_image001Foto elblogaldia.com

De acuerdo con los economicistas, el objetivo principal del socialismo debe ser el desarrollo de las fuerzas productivas, entendidas como la capacidad tecnológica para crear más riqueza material, es decir, crecimiento económico[i]. El socialismo es entendido como redistribución de la riqueza; por lo tanto, los representantes de la corriente economicista sostienen que la construcción de este no es posible hasta que las fuerzas de producción se hayan desarrollado lo suficiente: si no hay riqueza no hay nada que distribuir[ii]. De ahí que los actuales cambios en Cuba deban buscar, sobre todo, un mejor desempeño de la economía cubana con el fin de poner al país en una senda de desarrollo capaz de satisfacer las necesidades materiales crecientes de la población. Además, argumentan que, con una redistribución efectiva de la riqueza, todas las instituciones y modelos de gestión eficientes y productivos son útiles para la construcción del socialismo: “no importa el color del gato mientras que cace ratones”[iii]. Según los economicistas, la privatización y mercantilización son esenciales e imprescindibles para el desarrollo económico de cualquier sociedad, socialista o no; mientras que para los estatistas las empresas privadas y las relaciones de mercado son males riesgosos pero necesarios, que pueden ser domesticados por el Estado, y para los autogestionarios estos pueden ser superados gradualmente con la expansión de organizaciones alternativas que fusionen objetivos económicos y sociales.

Los economicistas identifican las principales causas del bajo rendimiento de la economía cubana en la centralización, el monopolio estatal del comercio y la producción de bienes y servicios, las restricciones blandas de presupuesto y la ausencia de incentivos materiales resultantes de la iniciativa privada y las relaciones de mercado. Aunque no siempre es reconocido públicamente, consideran que el modelo de gestión privada capitalista (empresa autónoma, autoritaria, guiada por intereses privados) es la forma más efectiva de dirigir una empresa, y que los mercados son la más eficaz de coordinar las actividades económicas. Asimismo, subrayan la importancia de la eficiencia y argumentan, con razón, que la ineficiencia del sector empresarial estatal, al hacer insostenible las conquistas sociales alcanzadas por la Revolución, afecta a todos los cubanos.

Según esta postura, para que los agentes económicos se comporten de manera óptima —es decir, para que los gerentes tomen las decisiones correctas y los trabajadores aumenten la productividad— son ineludibles, y en gran medida suficientes, los incentivos materiales y la “disciplina del mercado[iv]”. Los productores y los consumidores deben sufrir las consecuencias de sus acciones en la forma de mayores/menores ingresos, incluso si no tienen control sobre sus propias opciones. Los economicistas están en contra de las relaciones paternalistas entre los cubanos y las instituciones del Estado, que han provocado que muchos esperen que sus problemas se los resuelvan otros. Pero los representantes de esta tendencia parecen olvidar que el papel del Estado —aun en una sociedad capitalista— es proteger a sus ciudadanos; no satisfacer directamente sus necesidades, sino asegurar que cuenten con las condiciones y capacidades para hacerlo, si fuera posible, por sí mismos.

Esta posición resta importancia a las preocupaciones de que la privatización y mercantilización resultarán en aumentos en la desigualdad, la marginación de grupos sociales, la explotación de los trabajadores asalariados, y el deterioro del medio ambiente. Tales inquietudes sociales, se nos dice, deben dejarse para más adelante, y no interferir en el avance de los cambios. Las consecuencias colaterales de las reformas son naturales, y se pueden tomar algunas medidas para reducirlas, arguyen los economicistas. Además, hacen un llamado a aceptar el hecho de que habrá «ganadores» y «perdedores» en función de sus capacidades de lidiar con las nuevas reglas del mercado[v]. La justicia social parece ser una expresión incómoda. Para los economicistas, los objetivos sociales son demasiado abstractos, y será suficiente con un sistema de impuestos que controle la brecha de ingresos junto con legislaciones que protejan a los clientes, los trabajadores asalariados y el medio ambiente.

Buscando la manera de lograr un crecimiento económico acelerado, defienden la necesidad de insertar a Cuba en el mercado internacional y atraer la inversión extranjera. Insisten en el hecho innegable de que Cuba no puede prescindir de financiación externa, y apuntan hacia el éxito de China y Viet Nam en promover el crecimiento mediante la atracción de inversión extranjera directa. Pero no mencionan los efectos negativos de las reformas en esos países: la creciente desigualdad, el abuso de empresarios y gobiernos locales, el descontento social, la degradación ambiental y el vacío espiritual.

Influenciados por el pensamiento económico hegemónico neoclásico, los economicistas han aceptado muchos de sus reduccionismos y supuestos, así como su inclinación a ignorar las condiciones y demandas sociales, y a pasar por alto las ventajas de la asociación y la cooperación sobre la privatización y la competencia de mercado. Al rechazar el argumento marxista central de que el trabajo asalariado es una relación donde hay explotación, evitan llamar como lo que son a los cuentapropistas que contratan mano de obra: empresas privadas, porque ello les permite ignorar también los efectos sociales de este tipo de empresas[vi]. No teniendo en cuenta que las fallas de mercado no se deben a la falta de competencia, sino que son inherentes incluso a los mercados competitivos, esperan que una mayor competencia y una menor regulación solucionen el comportamiento cortoplacista, cuasi-cartel y antisocial que muchos cuentapropistas ya manifiestan[vii].

Esta tendencia tiende a desestimar los argumentos que apuntan a la complejidad del comportamiento humano y los componentes sociales de la individualidad que explican la eficacia y la viabilidad de las empresas gestionadas democráticamente. La democracia es buena, pero es un extra; no es realmente esencial para una sociedad mejor: los expertos deben ser los que tomen las decisiones. Las llamadas a utilizar otros instrumentos de realización humana además de los bienes materiales, como las relaciones armónicas con los demás, el desarrollo profesional o el reconocimiento social, y las advertencias sobre los peligros del consumo irresponsable y compulsivo, les parecen retrógradas, opresivas a la libertad individual y, por tanto, limitadoras del avance de la economía cubana.

Al igual que con los estatistas, sería un error identificar como suscriptores de esta posición a todos los académicos o profesionales graduados de Economía o que ejercen ocupaciones afines. Hay economistas que no subvaloran las metas sociales porque reconocen la necesidad de mirar integralmente todo el sistema social y ver las actividades económicas como interdependientes y, por tanto, responsables de sus efectos sobre él[viii]. Por otra parte, el economicismo tiene un terreno fértil en los tecnócratas estatales y burócratas a cargo de diseñar nuevas políticas, pues es más fácil para ellos asumir que los agentes privados se van a auto-regular a través del funcionamiento de las leyes del mercado, y, por lo tanto, pueden pasar por alto las preocupaciones sociales. Los economicistas más fervientes seguramente son aquellos administradores de las empresas estatales que esperan que se les transfiera su gestión —saben que la propiedad legal, al menos inicialmente, seguirá en manos del Estado[ix] para finalmente poder administrarlas según sus intereses, así como evitar todos los obstáculos y el sin sentido que el sistema de “planificación” actual significa para ellos. Más autonomía y menos control, menos seguridad laboral y sólo participación formal de los trabajadores, les parece una situación casi perfecta.

Sin embargo, el economicismo no solo está presente entre los economistas, tecnócratas y directivos estatales. Muchos cubanos, expuestos a la idea de que los objetivos sociales son irreconciliables con la eficiencia y la sostenibilidad económica, así como a que el crecimiento económico de China y Viet Nam se basa en su amplia privatización y mercantilización, ven las propuestas economicistas como las únicas soluciones posibles a las deficiencias actuales de la economía cubana.

(Hasta aquí la segunda parte de esta Visión… El 1º de octubre publicaremos la Visión Autogestionaria, las Consideraciones de la Autora y las valoraciones del Editor. Esperamos que esta mirada abierta sobre los problemas internos de la economía cubana y las interpretaciones a su solución le haya sido útil).

clip_image003Alemania y España: la información que se oculta. El ignorado artículo publicado en Alemania sobre la situación real de España. Habíamos previsto un trabajo sobre la contra reforma sanitaria en España para este número, pero hemos recibido esta información actualizada e importante sobre la visión alemana QUE NO HA SIDO DIVULGADA critica ni ampliamente EN ESPAÑA. La reproducimos sin poner ni quitar. UD. valorará si era importante o no. Si desea leer el original, haga Control + Clic sobre Eternity y lo encontrará. Sin más:

“Posted on 17 de septiembre de 2012 by Eternity. Publicado en Actualidad • Tagged bancarrota, crisis, España, euro, Europa, quiebra, rescate352 comentarios 667 Votos”.

Traducción de un artículo publicado en varios periódicos económicos alemanes, por su corresponsal en España: (El artículo fue creado el 6 de septiembre, por lo que hemos omitido su comentario sobre el fallo del Constitucional alemán del día 12 de ese mes).

“En Alemania crece la crítica contra la supuesta “mentalidad de fiesta” de los españoles; en España los medios cada vez son más negativos con la supuesta dureza de la canciller Merkel.

Pensamos que la situación es mucho más compleja de lo que presentan ambos gobiernos y la mayoría de los medios.

España no es Grecia, pero España puede ser un paciente crónico si Alemania, junto con Europa, no contribuye a solucionar sus verdaderos problemas.

España no debería recibir más dinero sin que se cambie a fondo el sistema político y económico, hoy en manos de una oligarquía política aliada con la oligarquía económica y financiera, y sin que se aumente la participación ciudadana real en las decisiones políticas.

Para no perpetuar la crisis y endeudar a los españoles durante generaciones, el Gobierno español debe reformar a fondo la administración de las comunidades autónomas y los ayuntamientos, en su mayoría en bancarrota y completamente fuera de control, sometiendo a referéndum el modelo de Estado.

Este tema es la clave del futuro de España, porque las regiones, ayuntamientos y diputaciones son los responsables de los dos tercios del gasto público-234.000 millones frente a 118.000 el Estado en 2011-, excluyendo la Seguridad Social -23.000 millones-, y este gasto se realiza en condiciones de descontrol, despilfarro y corrupción totalmente inaceptables.

Las razones verdaderas de la crisis del país, en consonancia con lo dicho, nada tienen que ver con salarios demasiado altos -un 60 % de la población ocupada gana menos de 1.000 euros/mes-, pensiones demasiado altas -la pensión media es de 785 euros, el 63% de la media de la UE -15- o pocas horas de trabajo, como se ha trasmitido a veces desde Alemania.

A España tampoco le falta talento, ni capacidad empresarial ni creatividad. Tiene grandes pensadores, creativos, ingenieros, médicos excelentes y gestores de primer nivel.

La razón de la enfermedad de España es un modelo de Estado inviable, fuente de todo nepotismo y de toda corrupción, impuesto por una oligarquía de partidos en connivencia con las oligarquías financiera y económica, y con el poder judicial y los organismos de control a su servicio.

En España no existe separación de poderes, ni independencia del poder judicial, ni los diputados representan a los ciudadanos, solo a los partidos que los ponen en una lista.

Todo esto lleva también a una economía sumergida que llega al 20% del PIB y que frena la competencia, la eficacia y el desarrollo del país. Además, detrae recursos con los que podrían financiarse educación y sanidad.

Las ayudas para España, igual que para otros posibles candidatos de rescates, no deben ir a bancos ya casi en bancarrota y fuertemente politizados.

En la CAM, (Caja de Ahorros del Mediterráneo) el Gobierno ha comprometido 16.000 millones de dinero público en lugar de cerrarla; en Bankia[x], 23.000, y el Ejecutivo acaba de darle 5.000 millones urgentemente para cubrir pérdidas en vez de cerrarla, y además de forma tan extraña que despierta todo tipo de recelos.

¿Por qué se ha utilizado el dinero de los españoles (FROB[xi]) en vez de esperar los fondos de la U.E.? Es lícito suponer que la razón es la siguiente: los bancos no quieren que la UE investigue sus cuentas.

Control estricto y duras condiciones: Ya el caso de Grecia ha demostrado que las ayudas europeas tienen que estar vinculadas a un control estricto y condiciones duras.

Esas condiciones no pueden solamente representar recortes sociales o subidas brutales de impuestos, como hace ahora el Gobierno de Mariano Rajoy con la excusa de Europa.

Se tiene que cambiar más en España que cortar gasto social, que de todos modos es mucho más bajo que en Alemania, y hay otros gastos infinitamente más relevantes que se pueden eliminar.

Además, los casos de corrupción resultan tan escandalosos, incluso en el propio Gobierno, que uno solo puede llegar a una conclusión: el dinero de Europa no puede ser manejado por personas tan increíblemente venales.

La pasada semana el ministro de Industria Soria - imputado también por corrupción urbanística en Canarias - acusó al ministro de Hacienda en el Consejo de Ministros de favorecer descaradamente a la empresa líder de renovables, Abengoa, de la que había sido asesor, en la nueva regulación de estas energías, que reciben más de 7.000 millones de euros de subvenciones anualmente. Y Rajoy, al que entregó una carta probatoria, ni dijo ni hizo absolutamente nada.

No puede permitirse por más tiempo este nivel de corrupción, y menos aún a 17 regiones funcionando como estados independientes, con todos los organismos multiplicados por 17, desde 17 servicios meteorológicos a 17 defensores del pueblo, con 200 embajadas, 50 canales de TV regionales en pérdida, 30.000 coches oficiales o 4.000 empresas públicas que emplean a 520.000 personas, creadas específicamente para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos sin control ni fiscalización alguna.

En conjunto, unos 120.000 millones, equivalentes al 11,4% del PIB, se despilfarran anualmente en un sistema de nepotismo, corrupción y falta de transparencia.

Y con esto se tiene que acabar, entre otras cosas, porque ya no hay dinero. Los últimos datos de las cuentas públicas conocidos la pasada semana son escalofriantes.

El déficit del Estado a julio ascendió al 4,62% del PIB, frente a un déficit del 3,5% comprometido con la U.E. para todo el año (del 6,3% incluyendo regiones y ayuntamientos).

Pero lo realmente inaudito es que España está gastando el doble de lo que ingresa: 101.000 millones de gasto a julio frente a 52.000 millones de ingresos, y precisamente para poder financiar el despilfarro de regiones y ayuntamientos, que no están en absoluto comprometidos con la consolidación fiscal.

El tema del déficit público es algo que roza la ciencia ficción, y que ilustra perfectamente la credibilidad de los dos últimos gobiernos de España. En noviembre de 2011, el Gobierno dijo que el déficit público era del 6% del PIB; a finales de diciembre, el nuevo Gobierno dijo que le habían engañado y que el déficit era superior al 8%, y que se tomaba tres meses para calcularlo con toda precisión.

A finales de marzo, se dijo que definitivamente era del 8,5%, y ésta fue la cifra que se envió a Bruselas. Dos semanas después, la Comunidad de Madrid dijo que sus cifras eran erróneas y el Ayuntamiento de la capital igual… el déficit era ya del 8,7%.

Sin embargo, la semana pasada el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dijo que el PIB de 2011 estaba sobrevalorado y, con la nueva cifra, el déficit era del 9,1%; dos días después, Valencia (la Comunidad de…) dijo que su déficit era de 3.000 millones más; o sea, que estamos en el 9,4% y las otras 15 CCAA y 8.120 ayuntamientos aún no han corregido sus cifras de 2011. Lo único que sabemos es que están todas infravaloradas.

El déficit real de 2011 puede estar por encima del 11%, y en 2012 se está gastando el doble de lo que se ingresa.

Como dice el Gobierno de Rajoy, “estamos en la senda de convergencia”. Y es verdad… de convergencia hacia Grecia.

Claramente, la joven democracia española tiene todavía muchos déficits de representatividad y de democracia que deberían interesar al canciller Merkel y también a Europa, si queremos evitar una Grecia multiplicada por cinco y salvar el euro.

Esto es lo que ha hecho posible el despilfarro masivo de las ayudas europeas, con una asignación disparatada de las mismas, a pesar de que estas ayudas han supuesto una cifra mayor que la del Plan Marshall para toda Europa.

Es frustrante que a causa de este sistema oligárquico nepotista y corrupto se destroce talento y creatividad y que ahora muchos jóvenes se vean forzados a trabajar fuera, muchos en Alemania.

Esa situación nos ha llevado a una distribución de riqueza que es de las más injustas de la OECD. La antaño fuerte clase media española está siendo literalmente aniquilada.

Resumiendo: no es una falta de voluntad de trabajo, como se piensa tal vez en algunos países del norte de Europa, lo que hace que España sufra la peor crisis económica de su Historia. Es un sistema corrupto e ineficiente.

La crítica del Gobierno alemán y sus condiciones para un rescate de España se deberían concentrar en la solución de esos problemas.

En caso contrario, solo conseguirán que una casta política incompetente y corrupta arruine a la nación para varias generaciones.

*Stefanie Claudia Müller es corresponsal alemana en Madrid y economista. (Colaboración de Jesús B.)

PARA REFRESCAR:

GALICIA VIRTUAL. Genial. Cuidado que engancha, te pones a pasear... Pincha aquí y vete a cualquier sitio de Galicia. Colaboración de Marcia M.

http://www.descubregalicia.com/

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[i] Véase Omar Everleny Pérez Villanueva, “Notas recientes sobre la economía cubana”, Espacio Laical, nº  3, La Habana, 2010, p. 81.

[ii] Julio A. Díaz Vázquez (“Un balance crítico sobre la economía cubana. Notas sobre dirección y gestión”, Temas, nº. 66, La Habana, abril-junio de 2011, pp. 124) afirma que fue utópico intentar construir el “comunismo”, entendiendo este último como la redistribución de acuerdo con las necesidades. Él sostiene que China y Viet Nam, con su “puesta en práctica orgánica del mercado parecen confirmar que” no es posible construir el socialismo sin pasar por un “período mercantil”. Véase también la carta de Labrada Fernández (23 de julio de 2010); y Orlando Márquez, “Sin miedo a la riqueza”, Palabra Nueva, La Habana, n. 203, a. XIX, La Habana, enero de 2011, pp. 6-7.

[iii] Véase la carta de Cruz Vento (19 de febrero de 2010).

[iv] Pavel Vidal Alejandro sugiere emular a Viet Nam, donde la expansión del sector privado y las relaciones de mercado han sido las dos medidas más importantes (“Desarticular el monopolio de la centralización estatal”, Espacio Laical, nº. 2, La Habana, 2011, pp. 48 y 52).

[v] Félix López, periodista de Granma, sugiere que la justicia social puede ser “enemigo de la libertad y la eficacia” (“Burócratas vs. cambios”, Granma, La Habana, 30 de septiembre de 2011) y desestima la advertencia de que, aunque la apertura a la pequeña empresa privada ha sido una decisión correcta, sin medidas para socializarlas ello implica riesgos importantes sobre los cuales no se está actuando aún (“Paisaje urbano y desafíos futuros”, Granma, La Habana, 23 de septiembre de 2011). Omar Everleny Pérez Villanueva afirma que no debe haber “miedo a las distorsiones que necesariamente van a aparecer en la primera etapa de los cambios” (ob. cit., p. 81). Véase también Orlando Márquez, ob. cit., p. 6.

[vi] Incluso algunos funcionarios del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social no han reconocido que los trabajadores contratados se encuentran en una posición de subordinación ante los que les contratan, aunque ellos también trabajen, situación que va a agudizarse según disminuya la oferta de empleo estatal. (J. A. Rodríguez, “Casi se duplican los trabajadores por cuenta propia”, Juventud Rebelde, La Habana, 4 de abril de 2011). Negar la relación desigual y en gran medida antagónica entre los propietarios de negocios y los trabajadores contratados, permite a los tecnócratas ignorar la necesidad de proteger a los últimos con un código del trabajo o algunas normas que garanticen sus derechos mínimos.

[vii] Iliana Hautrive y Francisco Rodríguez Cruz parecen confiar en que la competencia, más que las regulaciones, le enseñará a las empresas privadas a ser “más responsables”. Véase “Seriedad define éxito en empleo no estatal”, Trabajadores, La Habana, 12 de junio de 2011.

[viii] Véase Oscar Fernández, ob. cit.

[ix] Algunos gerentes de pequeñas unidades empresariales estatales están limitando su desempeño a propósito con la esperanza de que las unidades les serán arrendadas a ellos en condiciones análogas a lo que ha sucedido con las unidades de peluquería y barbería.

[x] BANKIA: Banco que asumió las funciones y capital de varias cajas de ahorro (especie de bancos con objetivos sociales en la redistribución de sus ganancias, que generalmente pertenecen a las autonomías,- provincias, estados-, de fuerte influencia política sindical y partidista).

[xi] FROB: Fondo de Recuperación Ordenada Bancaria. Cesta estatal para hacer frente a los problemas eventuales de los bancos. “El…FROB) es un fondo creado en España con motivo de la crisis financiera de 2008. Tiene por objeto gestionar los procesos de reestructuración de entidades de crédito y contribuir a reforzar sus recursos propios en los procesos de integración entre entidades. Se enmarca dentro de las medidas y planes de rescate e incentivación de la economía —y, especialmente, del sector financiero— puestos en marcha por los distintos gobiernos y autoridades monetarias”. es.wikipedia.org

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domingo, 16 de septiembre de 2012

12. Información sobre Cuba social y económica. La Ley de Ajuste Cubano.

Carta de un joven que se fue de Cuba”, es la respuesta a la de Rafael Hernández, director de la revista Temas. Se añade la enviada a dicha publicación “Un viejo que se fue”.

http://lajovencuba.wordpress.com/2012/06/13/carta-a-un-joven-que-se-va/ Si sigue este vínculo encontrará el original publicado en la revista. Con estas valoraciones contrapuestas, UD. podrá llegar a sus propias conclusiones.

clip_image002clip_image003Foto que ilustra el artículo de “Temas”.

Carta de un joven que se ha ido. 1) “Estimado Rafael Hernández: He leído con mucho interés su “Carta a un joven que se va”. Me he sentido aludido, porque hace dos años me marché de Cuba, tengo 28 años y vivo en Pomorie, una ciudad balneario situada en el este de Bulgaria. La razón por la que le escribo es para intentar explicarle mi postura como joven cubano emigrado. Sin solemnidades ni verdades absolutas, porque si algo me ha enseñado al dejar mi país, es descubrir que esas verdades no existen.

Puede que algunos de los que nos hemos marchado en los últimos años (somos miles) tengan claro el momento en que decidieron hacerlo. Yo no. Lo mío fue progresivo, casi sin darme cuenta. Empezaría con ese recurso tan cubano que es la queja. Por nimiedades, tal vez. Por lo que no hay, por lo que no llega, por lo que pasa, por lo que no pasa, por no saber. O no poder. La queja no es grave, lo grave es que se cronifique ([i]) como una enfermedad cuando nada parece resolverse. Y uno puede aceptar que eso es así, y es tu país para lo bueno y para lo malo, o pasar a la siguiente categoría, que es la frustración. O sea, descubrir que la solución a la mayoría de los problemas no está en tus manos. O no te permiten hacerlo. O aún más triste: no parece importar.

Abandonar o permanecer en tu país es una decisión muy personal que nunca debe juzgarse en términos morales. Yo elegí este camino porque quería un futuro diferente al que veía en Cuba, y salí a buscarlo consciente de que podía salir mal, pero quise correr ese riesgo. No voy a mentirle diciendo que fue doloroso. No lloré en el aeropuerto. Todo lo contrario, me alegré. Le digo más, me liberé.

Tiene usted razón cuando dice que mi generación carece de esos lazos emocionales que generan experiencias como Playa Girón, la Crisis de Octubre o la guerra de Angola. Pero no se equivoque, yo también he tenido mis epopeyas. A lo mejor no tan épicas, pero sí igual de demoledoras. En estos veintidós años que menciona, he visto degradarse el país por el que tanto lucharon mis padres. He visto marchar a mis maestros de primaria y secundaria. He visto a familias discutir por el derecho a comerse un pan. He visto el malecón lleno de gente nerviosa gritando contra el gobierno, y gente aún más nerviosa gritando a su favor. He visto a jóvenes construyendo balsas para huir quién sabe a dónde, y a una turba lanzando mierda de gato contra la casa de un “traidor”. Incluso, Rafael, he visto a un perro comiéndose a otro perro en la esquina habanera de 27 y F. Y también he visto a mi padre, que sí estuvo en Angola, con el rostro pálido, sin respuestas, el día que un custodio de hotel le dijo que no podía seguir caminando por una playa de Jibacoa (frente al camping internacional) por ser cubano. Yo estaba con él. Yo lo vi. Tenía diez años, y un niño de diez años no olvida cómo la dignidad de su padre se va a la mierda. Aunque haya vuelto de una guerra con tres medallas.

Me habla usted de las conquistas sociales de la Revolución. De la educación y la medicina. Voy a hablarle de mi educación. Tuve buenos maestros, y cuando se marcharon fueron sustituidos por otros menos preparados que, a su vez, fueron reemplazados por trabajadores sociales que escribían experiencia con S y eran incapaces de señalar en un mapa cinco capitales de Latinoamérica (esto no me lo contaron, lo viví) Mis padres tuvieron que contratar maestros privados para que yo aprendiera de verdad. No lo pagaban ellos sino una tía mía radicada en Toronto. De modo que si somos honestos, buena parte de la formación que tengo se la debo a los clientes del restaurante griego donde trabajaba mi tía.

Pero hay más. En tiempos de mi hermana mayor era extremadamente raro que un alumno sacara una nota de cien. En mi época el cien se volvió algo común, no porque los alumnos fuésemos más brillantes sino porque los profesores bajaron sus exigencias para maquillar el fracaso escolar. ¿Y sabe una cosa? Yo tuve suerte, porque los que venían detrás de mí en vez de maestros tuvieron un televisor.

De la medicina poco tengo que decirle porque usted vive en Cuba. Y salvo el hecho de mantenerse la gratuidad, cosas que admito sigue siendo meritoria, el estado de los hospitales, la precariedad de unos médicos mal pagados y la creciente corrupción empujan cada vez más al sistema de salud hacia ese tercer mundo del que tanto hizo por alejarse. Y lo cierto es que, hoy en día, un cubano que maneje divisas tiene más posibilidades de recibir un tratamiento mejor (haciendo regalos o incluso pagando) que uno que no lo tenga, aunque sea de forma ilegal.

Y aunque la Constitución diga otra cosa. Por triste que resulte admitirlo, Rafael, la educación y la medicina de la que disponen los cubanos de hoy es peor que la que disfrutaron mis padres.

Usted dice que el país hace un gran esfuerzo, que existe un embargo. Y yo le respondo que también existe un gobierno que lleva cincuenta años tomando decisiones en nombre de todos los cubanos. Y si estamos en el punto en el que estamos, lo más sano es que admitiera que no ha sabido, o no ha podido, o no ha querido hacer las cosas de otra forma. Por la razones que sea. Porque el fracaso también está cargado de razones. Y en vez de atrincherarse con sus figuras históricas en el Consejo de Estado, debería dar paso a los que vienen detrás.

Rafael, es muy frustrante para un joven de mi edad ver que en Cuba llevamos 50 años sin que se produzca un relevo generacional porque el gobierno no lo ha permitido. Y no hablo de que me den el poder a mí, que tengo 28 años. Hablo de los cubanos que tienen 40, 50 o incluso 60 años y no han tenido nunca la posibilidad de decidir. Porque las personas que hoy en día tienen esas edades y ocupan puestos de responsabilidad en Cuba no han sido formados para tomar decisiones, sino para aprobarlas. No clip_image004son dirigentes, son funcionarios. Y ahí incluyo desde ministros hasta los delegados de la asamblea nacional.

Intervención de Ricardo Alarcón y Eliecer Ávila en la Asamblea Nacional. Foto de: derechoshumanoscuba.blogspot.com

Son parte de un sistema vertical que no da margen para que ejerzan la autonomía que les corresponde. Todo se consulta. Y contrario a lo que dice el refrán: en vez de pedir perdón, todos prefieren pedir permiso.

Dice usted que en mi país se puede votar y ser elegido para cargos desde los 16 años. Y que la presencia de jóvenes delegados ha bajado desde los años 80 hasta ahora. Incluso me advierte que si seguimos marchándonos, habrá menos jóvenes votando y por tanto menos elegibles. Y yo le pregunto: ¿De qué sirve mi voto? ¿Qué puedo yo cambiar? ¿Qué han hecho los delegados de la Asamblea Nacional para que me interese por ellos?

Seamos sinceros, Rafael, y creo que usted lo es en su carta, así que yo también quiero serlo en la mía, ambos sabemos que la Asamblea Nacional, tal y como está concebida, solo sirve para aprobar leyes por unanimidad.

Resulta paradójico llamarle asamblea a una institución que se reúne una semana al año. Tres o cuatro días en verano y tres o cuatro días en diciembre. Y en esos días se limita a aprobar los mandatos del Consejo de Estado y de su Presidente, que es quien decide lo que se hace o no se hace en el país. Lamentablemente, yo no puedo votar a ese presidente. Y no sabe cuánto me gustaría hacerlo.

Hace unos días escuché a Ricardo Alarcón confesarle a un periodista español que él no cree en la democracia occidental “porque los ciudadanos sólo son libres el día que votan, el resto del tiempo los partidos hacen lo que quieren...”

Aunque fuera así, que no lo es (al menos no siempre, y no en todas las democracias), estaría reconociendo que desde que yo nací, en 1984, los electores en EE.UU., por ejemplo, ha tenido siete días de libertad (uno cada cuatro años) para cambiar a su presidente. Algunas veces lo han hecho para bien, y otras para mal. Pero esa es otra historia. Un joven de New Jersey que tenga mi edad ya ha tenido dos días de libertad para, por ejemplo, echar a los republicanos de Bush y nombrar a Obama. Los cubanos no hemos podido tomar una decisión así desde 1948 (no incluyo las elecciones de Batista, por supuesto). Y si usted me dice que la capacidad de nombrar a un presidente no es relevante para un país yo le digo que sí lo es. Y más para un joven que necesita sentir que se le toma en cuenta. Aunque solo sea por un día.

Usted probablemente piensa que los que nos marchamos elegimos el camino más fácil, que lo duro es quedarse a resolver los problemas. Pero le tengo que decir que mis abuelos y mis padres se quedaron en Cuba para pelearse con esos problemas. Renunciaron a muchas cosas por la Revolución y hasta se jugaron la vida por ella. Para darme un país avanzado, equitativo, progresista. Y el que me han dado es uno en el que la gente celebra poder comprar un carro (coche, auto) y vender su casa como si fuera una conquista.

Pero eso no es una conquista, es recuperar un derecho que ya teníamos antes de la Revolución. ¿A eso hemos llegado? ¿A celebrar como un éxito algo tan básico? ¿Cuántas otras cosas básicas habremos perdido en estos años? Para mis padres es doloroso asumir ese fracaso, y no lo quieren para mí. No quieren que con 55 años tenga un sueldo que no me alcance para vivir, ni el sueldo ni la libreta. Porque no alcanza. Y no quieren que para sobrevivir acuda al mercado negro, a la corrupción, a la doble moral, a fingir. Prefieren que esté lejos. A los 28 años yo me he convertido en la seguridad social de mis padres, ¿O cómo cree que sobreviven dos personas con 650 pesos?

Sí, Rafael, hemos tenido que irnos cientos de miles de cubanos para que nuestro país no quiebre. Lo que Cuba ingresa de nuestras remesas es superior, en valor neto, a casi todas sus exportaciones. Eso sí, el país ha perdido juventud y talento, y en vez de abrir un debate realista sobre cómo parar esa sangría, sigue anclado a un inmovilismo ideológico que no es otra cosa que miedo al futuro.

¿Y qué hago yo en un país cuyos gobernantes le tienen miedo al futuro...? ¿Esperar a que se mueran...? ¿Esperar a que cambien las leyes por generosidad y no por convicción? ¿Qué hago yo en un país que sigue premiando la incondicionalidad política por encima del talento? ¿A qué puedo aspirar si no basta con lo que soy y lo que hago...? ¿A convertirme en un cínico? ¿O me anima usted a que dé la cara y diga lo que pienso? Algunos jóvenes de mi generación ya lo han hecho, ¿Y dónde están?

clip_image005Recordemos a Eliécer Ávila, un estudiante de la Universidad de Oriente[ii] que tuvo la valentía de preguntarle a Ricardo Alarcón por qué los jóvenes cubanos no podíamos viajar como cualquier otro, y fue represaliado por el sistema. (Si desea ampliar vaya a: http://baracuteycubano.blogspot.com.es/

Foto del ingeniero informático Eliecer Ávila en casa de sus padres en Guantánamo, Cuba. Foto de: angelicamorabeals2.blogspot.com.

Él no tuvo la culpa de que allí hubiera un cámara de la BBC, ni de la respuesta ridícula que dio Alarcón (aquella barbaridad de que el cielo se llenaría de aviones que chocarían entre ellos) Hoy Eliécer vive marginado por razones políticas. Y no es un terrorista ni un mercenario ni un apátrida, es un joven humilde, mulato, universitario, que cometió el error de ser honesto. Qué triste hacer una revolución para terminar condenando a alguien por ser honesto. ¿Para eso quiere usted que me quede, Rafael?

Dejar tu país y tu familia no es un camino fácil. Ni la solución a nada, solo es un principio. Te vas a otra cultura, tienes que aprender otro idioma, pasas momentos muy malos. Te sientes solo. Pero al menos tienes el alivio de saber que con esfuerzo puedes conseguir cosas.

Mi primer invierno en Bulgaria fue muy duro, conseguí trabajo como transportista y pasé cuatro meses subiendo y bajando lavadoras para ahorrar dinero y poder viajar a Turquía. Una ilusión que tenía desde niño. Y viajé. No tuve que pedir un permiso de salida ni mi avión chocó con ninguno. Pude cumplir el sueño de Eliécer. Y me alegro de haberlo hecho. He conocido otras realidades, he podido comparar. He descubierto que el mundo es infinitamente imperfecto, y que los cubanos no somos el centro de nada. Se nos admira por algunas cosas igual que se nos aborrece por otras.

También he descubierto que irme no ha cambiado mis convicciones de izquierda. Porque lo de Cuba no es izquierda, Rafael. Póngale usted el nombre que quiera, pero no es izquierda. Yo estoy de parte de aquellos que buscan el progreso social con igualdad de oportunidades y sin exclusiones. Pienses como pienses. Sin sectarismo ni trincheras. Porque eso solo sirve para enfrentar a la sociedad y sustituir verdades por dogmas.

Por último, Rafael, la casualidad quiso que terminara en un país que también estuvo gobernado por un partido y una ideología única. Aquí no hubo revolución de terciopelo como en Checoslovaquia, ni derribaron un muro como en Berlín ni fusilaron un presidente como en Rumania. Aquí, como en Cuba, la gente no conocía a sus disidentes.

Aquí no había fisuras, y sin embargo, en una semana pasaron de ser un estado socialista a una república parlamentaria. Y nadie protestó. Nadie se quejó. No puedo evitar preguntarme, ¿Acaso pasaron 40 años fingiendo? Desde entonces no han tenido un camino de rosas, han enfrentado varias crisis, incluso la población ha llegado a vivir con peor calidad de la que tenía en los años 80, pero curiosamente, la inmensa mayoría de búlgaros no quiere volver atrás. Y eso que el socialismo que dejaron ellos era bastante más próspero que el que hoy tenemos los cubanos. Pero en este país no piensan en el pasado, piensan en el presente. En mejorar la economía, en resolver las desigualdades (que las hay, como en Cuba), en combatir la doble moral, los personalismos y la corrupción que generó el estado durante décadas. El día que ese presente importe en Cuba, no tenga duda, nos veremos en La Habana.

Iván López Montreal. Pomorie, Bulgaria”.

2) Carta enviada a Temas de un viejo que se fue. “La Revista Temas cumple un importante rol en la actualidad cubana y parcialmente en la internacional. Es una ventana semiabierta a la discusión y la exposición de ideas diferentes. Sus artículos, generalmente, son interesantes y diversos. Sus lectores muy limitados, debido entre otras cosas, a su precio,- 85 euros la suscripción anual en Europa y 6.50 m.n. el ejemplar en Cuba-, al sector que está dirigida y a la distribución.

Unido a ello, uno encuentra artículos como el presente, "Carta a un joven que se va" realizado con inteligencia y habilidad, pero tremendamente falso, de la clásica doble moral, justificativo y cobarde. No merece la pena siquiera este comentario porque su autor no es tonto ni imbécil, sólo hipócrita y farsante. Todos sabemos lo que sucede en Cuba, lo que no conocemos es cómo terminará: un baño de sangre, el capitalismo puro y duro, fascismo, chino, o el retorno a 1952, antes del golpe de Estado.

Aparecerse con estas tonterías para tontos y sensibleros, está fuera de lugar. Yo me fui y no era joven: me fui porque mi esposa estaba gravemente enferma y compraba pizzas a los médicos y refrescos, donde no había agua ni jabón, no hablemos ya de guantes ni esterilidad. Regresaría si hubiera futuro, con mis 80 años, para morir en mi Patria y ser enterrado bajo el mango superhigh que sembré. Romel Hijarrubia Zell y Peraza.

P.D. Suscribo totalmente, con mi firma y mi sangre, lo expresado por el joven que se fue”. R.

image 3) Visiones sobre el socialismo que guía los cambios actuales en Cuba. Por Camila Piñeiro Harnecker, Profesora, investigadora y consultora de empresas. Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC). NOTA: Dado el carácter de este trabajo y su extensión, será publicado en tres partes: la segunda,- “el socialismo economicista-, el lunes 24 de septiembre y la tercera,- “el socialismo autogestionario”-, el lunes 1º de octubre con las Consideraciones finales de la autora y del editor.

En esté, sólo trataremos la visión hacia el socialismo que la profesora codifica como “estatista”. Cualquiera que sea su visión sobre “el socialismo” y sus variantes, consideramos útil e interesante esta investigación. (Foto de: elyuma.blogspot.com).

La autora es hija de dos figuras apreciadas de forma diferente: su madre persona muy culta, chilena, que tuvo alguna participación en la TV cubana, donde disfrutamos de sus intervenciones, hasta que desapareció de ella. Supongo que no era lo suficientemente dogmatica para el medio. Su padre, el Comandante Piñeiro, Barba Roja, sobre el cual UD. puede tener cualquier opinión, menos la de tonto. Este es el caso de su hija. Sí desea conocer más sobre ella vaya a: http://riless.org/es/miembros/perfil/camila-pineiro-harnecker/248 donde encontrará una amplia reseña sobre la misma. Sin más:

“La forma que tome el nuevo modelo cubano dependerá de la influencia relativa de maneras diferentes de entender el socialismo y visualizar el futuro de Cuba. Aunque estas posiciones o corrientes de pensamiento, por lo general, coinciden en que el principal objetivo a largo plazo debe ser una sociedad más justa y liberada de las dificultades económicas que hoy enfrentamos, difieren notablemente en su manera de entender la justicia y la libertad, y, por lo tanto, el socialismo. Comparten en gran medida el diagnóstico sintomático de la situación actual, pero identifican distintas causas de fondo y soluciones para esos problemas. Asimismo, tienden a establecer disímiles metas a corto y mediano plazo, y, más importante aún, a proponer diversos medios para alcanzar esos objetivos, por lo que —aunque no siempre se reconoce— nos conducen hacia diferentes estadios.

Este trabajo identifica las tres principales posiciones o visiones del socialismo en Cuba que están influyendo en los cambios actuales: la estatista, la economicista y la autogestionaria ([iii]). Estas no son más que herramientas de análisis para caracterizar a grandes rasgos los enfoques existentes en la Isla sobre lo que es necesario para salvar el proyecto socialista cubano. El único propósito de su uso es señalar las ideas que más los identifican, pues en realidad aun las personas que pueden caracterizarse más claramente por una de las posiciones, comparten algunos puntos con las otras. Los contrastes de las tres corrientes de pensamiento pueden observarse cuando se analizan los objetivos que persiguen sus visiones de socialismo. Ello se refleja en los problemas fundamentales que identifican en la sociedad cubana de hoy y en las soluciones que proponen, al evidenciar sus disímiles estrategias para la construcción socialista. ([iv])

Las observaciones expuestas aquí se basan en el análisis desprejuiciado del discurso público —declaraciones oficiales, debates formales e informales, afirmaciones en medios de comunicación— y publicaciones —académicas, periodísticas— de cubanos en los últimos años. El objetivo de este trabajo es contribuir al debate esclareciendo las posiciones más importantes, para así facilitar consensos sobre cuestiones tan centrales como cuáles son los objetivos de los cambios que se están experimentando y qué medios son más efectivos para lograrlos.

Visiones que emergen de varias corrientes de pensamiento Estatistas: Perfeccionemos el socialismo de Estado[v].

El principal objetivo del socialismo para los estatistas es un Estado representativo bien administrado, que controle la sociedad. Su énfasis está en lograr un Estado fuerte; no uno más grande, sino uno que funcione correctamente y asegure que los subordinados cumplan con las tareas asignadas. Los representantes de esta corriente hacen hincapié en que el cubano es un Estado distinto del de los países capitalistas: que es “socialistaporque responde a los intereses de los trabajadores y no a los de los capitalistas.

Según los estatistas, la forma más adecuada para proporcionar los bienes y servicios que todos los ciudadanos necesitan para satisfacer sus necesidades básicas es un Estado centralizado a través de una estructura vertical. Para ellos, la coordinación horizontal de actores autónomos, individuales o colectivos, no es posible y genera caos. Aunque, ante las deficiencias de la planificación autoritaria, algunos han aceptado cierta presencia de las relaciones de mercado como algo inevitable. Las organizaciones autónomas —sobre todo las gestionadas democráticamente— generan conflictos y promueven la desintegración social. Según esta vertiente del socialismo, los ciudadanos no están preparados para administrar sus propios asuntos, y si se les da la oportunidad de participar en la toma de decisiones únicamente tendrán en cuenta sus intereses individuales estrechos y cortoplacistas (a corto plazo), lo que resultaría en ineficiencia económica y desintegración social.

Al centro de los cambios propuestos por los estatistas está llevar el control y la disciplina a la sociedad cubana y en particular a la economía. La reducción del déficit fiscal y comercial parece ser la prioridad número uno. Esto se ha traducido en la tendencia a imponer impuestos demasiado altos, tanto para las empresas estatales como no estatales, y a reducir gastos mediante el recorte de servicios sociales o el cierre de empresas sin considerar si las comunidades afectadas y los colectivos de trabajadores pueden asumir su gestión y, por lo tanto, disminuir su necesidad de subvenciones ([vi]).

Esta corriente de pensamiento no considera necesario hacer cambios profundos: con mayor control y exigencia por los directivos y el Partido ([vii]), junto con cierta descentralización y consulta con las masas, las instituciones actuales pueden funcionar adecuadamente; sobre todo si el Estado se descarga de la gestión de pequeñas y medianas empresas y los gobiernos locales tienen sus propios recursos para resolver problemas en sus territorios. En su opinión, si los salarios estatales pudieran satisfacer las necesidades básicas, la mayoría de los problemas estarían resueltos ([viii]). Repiten el llamado del presidente Raúl Castro de “cambiar los métodos de trabajo”, pero no incluyen en ello permitir a las instituciones ser más autónomas y democráticas, y ni siquiera establecer niveles mínimos de transparencia que posibiliten hacer público el presupuesto de los gobiernos locales y las empresas estatales ([ix]).

Según los estatistas, los principales problemas de la sociedad cubana son la indisciplina y la falta de exigencia por los administradores, funcionarios de ministerios y miembros del Partido. Ello ha resultado en bajos niveles de productividad y calidad, descontrol y desorganización, lo que ha permitido que el desvío de recursos del Estado se haya hecho natural y que se haya expandido la corrupción. Ciertamente, el control, la disciplina y, más aún, la sistematicidad son realmente necesarios para que cualquier proyecto tenga éxito, y estas prácticas no han sido comunes en los trabajadores y administradores cubanos durante décadas.

Sin embargo, aunque las tres posiciones coinciden en lo dañino que es el descontrol en las instituciones estatales, difieren en cuáles son sus causas de fondo, así como en el tipo de métodos de control que consideran eficaz y justo y, por lo tanto, que debería ser implementado. Los estatistas insisten en el carácter cultural del problema, que podría ser resuelto con educación por medios tradicionales directos o indirectos. Un “cambio de mentalidad” es presentado como la solución de fondo sin precisar cómo se va a llevar a cabo. Mientras que los economicistas señalan como causa del problema los bajos salarios y proponen instaurar incentivos materiales adecuados; para los autogestionarios se trata de la forma en que las instituciones cubanas están organizadas, y proponen establecer modelos de gestión con relaciones sociales menos alienantes que permitan el sentido de pertenencia y liberen las capacidades creativas de las personas ([x]).

Es decir, la solución para los estatistas es un mayor control y supervisión en la estructura vertical, y algo —tan poco como sea posible— de autonomía para los administradores ([xi]). Se piensa solo en órganos de control externo al grupo que debe ser supervisado, como los directivos sobre los trabajadores, o la recién creada Contraloría General de la República sobre los directivos. Parece no reconocerse los límites de la supervisión externa y vertical, ni las ventajas del control interno o auto-supervisión por parte de los colectivos —de trabajadores o comunidades— que realmente se ven como dueños, y del control social de las personas sobre sus superiores mediante una real rendición de cuentas —transparente, directa y permanente— en las instituciones públicas.

Sería un error suponer que la mayoría de los funcionarios del aparato estatal se identifica con la posición estatista. En todos los niveles del Estado cubano hay quienes están realmente interesados en reducir la intervención de este en la vida de las personas ([xii]); se acercan más a las tendencias economicista o autogestionaria, en dependencia de su experiencia de vida y su exposición a ideas alternativas. Sin embargo, el estatismo tiene una buena representación en los administradores y funcionarios estatales de nivel medio que temen perder sus puestos de trabajo y por tanto su vida profesional (estatus, reconocimiento social) y/o su capacidad de beneficiarse del Estado a través de la corrupción.

Esta posición es además respaldada por muchos cubanos que, cansados de burócratas incompetentes, quieren que regrese el orden. También por aquellos preocupados por el descontrol social de las últimas décadas que se manifiesta en comportamientos antisociales dañinos económica y culturalmente. Algunos cubanos rechazan cambios más sustanciales por temor a perder los logros sociales de la Revolución. Además, hay unos cuantos intelectuales educados en el marxismo de tipo soviético que se oponen a cualquier tipo de descentralización y a la apertura a organizaciones que no estén directa y estrechamente controladas por el Estado, tanto privadas como colectivas. Aunque se podría pensar que los oficiales de las Fuerzas Armadas están más cerca del estatismo, algunos —en especial, gerentes de empresas militares— consideran la posición economicista como más pragmática, mientras que otros entienden las ventajas de la participación y los riesgos de promover lo privado y el mercado para la cohesión social. (Continuará el 24 de septiembre)

4) Debate sobre la actualidad y vigencia de la Ley de Ajuste Cubano.[xiii]

El propósito implícito en la Ley va mucho más allá de su formulación legal. Fracasados los reiterados intentos militares de destruir al régimen cubano, terminada la Crisis de los Cohetes que llevó al mundo al borde de una guerra nuclear, el Gobierno de los EE.UU. estableció conversaciones con el soviético para evitar conflictos de ese tipo al margen de la dirección cubana, la cual utilizó la migración irregular y masiva para tener protagonismo internacional y ser el tercero en discordia. Del conjunto de estos hechos y sus antecedentes, surge la Ley, hace ya más de cuarenta años.

En este tiempo, las características de los migrantes han variado sustancialmente: de reales perseguidos políticos en peligro de muerte o cárcel, de contrarios ideológicos del “socialismo cubano” poco a poco, se ha ido transformando en una migración económica, que no es el espíritu ni la letra de la Ley originalmente. Además, su existencia es fuente continúa de contradicciones políticas y sociales dentro de los EE.UU. con las restantes migraciones que consideran una discriminación en su contra el trato actual a los cubanos.

Por si fuera poco, las variables que se han introducido a lo largo de años, “como pies secos, pies mojados”, permiten a un cubano entrar caminando a través de México, mostrando sólo el pasaporte y el documento de identificación nacional cubano. Ambos documentos se cotizan en más de diez mil dólares.

Los diversos gobiernos republicanos y demócratas son conscientes de estas tensiones y desigualdades, pero no se han decidido a modificar la legislación que favorece a los cubanos, tanto para evitar una respuesta incontrolada del gobierno cubano, de consecuencias imprevisibles, como por consideraciones de política interna, ya que la Florida aporta buena parte de los votos latinos y de los representantes a las Convenciones partidistas.

clip_image006Glenda Murillo. Foto: rafaelmartel.com

No obstante, ya existen fuertes presiones para modificar la ley. El “broche de oro”, lo que faltaba para la crisis, ha sido la entrada en los EE.UU. de Glenda Murillo Díaz, hija del Vicepresidente Económico cubano, que se encontraba en México, recibiendo un postgrado de Psicología y, tranquilamente, marchó a Tampa para unirse a sus familiares y/o compañero sentimental.

No se puede alegar ninguna de las causales para aceptarla en los EE.UU. de acuerdo a la Ley. Ni era disidente, ni perseguida, ni siquiera había solicitado el visado. Aunque este es el caso más “sonado” y reciente, no es el único ni mucho menos. Si el gobierno de los EE.UU. no estuviese ante elecciones en noviembre, lo correcto sería deportarla a Cuba y punto. Iniciando un debate nacional con las otras nacionalidades afectadas para situarlas a todas en un plano de igualdad ante la Ley. De hecho, este es un golpe mortal a la Ley de Ajuste Cubano. clip_image007

“El Congreso de los EE.UU. discutirá el proyecto de reforma de la Ley de Ajuste Cubano que ha propuesto el Representante cubanoamericano David Rivera. (…) El proyecto de David Rivera titulado HR 2831 propone varias medidas para evitar que los cubanos viajen a Cuba una vez hayan sido amparados por la Ley de Ajuste Cubano. Entre las principales restricciones esta no conceder el estatus de residente permanente hasta pasados los 5 años de llegar a EE.UU. (actualmente sólo debe pasar 1 año y 1 día) y eliminar el estatus de residente permanente a aquellos cubanos que viajen a la isla”.

La Ley de Ajuste Cubano es un privilegio para los refugiados cubanos. Tenemos una obligación a protegerla. Y nunca debe ser abusada o manipulada” dijo Rivera en una declaración que explica sus razones para la reforma. “El hecho de que los cubanos acuden a la Ley de Ajuste Cubano para protegerse de la persecución política, y después empiezan a viajar al país persecutor, es un evidente abuso de la ley y una violación de las regulaciones de inmigración.” aseguro David Rivera. Origen: extracto de cubaenmiami.com

Para momentáneamente finalizar, en Cuba también está creciendo la demanda de salidas y RETORNOS legales, al margen del Gobierno:

“Abogan en Cuba por encarar creciente emigración y sacar partido a retornados. noticias.terra.com EFE. A la espera de la reforma migratoria anunciada en 2011 por el Gobierno, en Cuba crecen las voces a favor de políticas contra la creciente emigración y para aprovechar el potencial de los retornados a la isla, donde una de cuatro personas tiene un familiar emigrado temporal o definitivamente.

"Cuba debe apostar por la circularidad y temporalidad de la persona, sin que ello signifique una salida definitiva, para aprovechar las potencialidades de su población joven, profesional, como lo hacen otros países y ese es el caso de China y Vietnam", detalló el director del Centro de Estudios Demográficos de la U. de La Habana. …recordó, no obstante, que "pocos países tienen en su principal receptor de emigración, su principal antagonista político y económico", como le sucede a Cuba con EE.UU., cuyas leyes permiten a los cubanos que logran poner un pie en ese territorio solicitar su residencia permanente un año después.

Datos oficiales señalan que en 2011 el saldo migratorio global de Cuba, una nación de 11,2 millones de habitantes, fue negativo para la isla en 39.263 personas, un 3% más que en 2010 y un 7% más que en 2009.

Como promedio, durante la última década han salido del país unas 35.000 personas al año, y la cifra de 2011 constituye el pico más alto del saldo migratorio externo desde 1994, cuando tuvo lugar la denominada "crisis de los balseros".

"Son decenas de miles los que emigran cada año, jóvenes sobre todo y calificados, proceso que nos cuesta miles de millones de dólares, sin que podamos nunca resarcirnos de tales perdidas", destacó por su parte el académico Esteban Morales en su blog personal.

Abdel, un informático de 35 años que vive en La Habana, considera que el "escenario perfecto" para él seria poder salir del país con su familia por temporadas para trabajar, mejorar sus ingresos y luego regresar sin dificultad.

"No todos tienen esa opción. Pero los que la tienen deberían poder tomarla sin tener que irse de Cuba perdiendo sus derechos aquí y con fecha límite de casi un año para no convertirse en un exiliado", como sucede ahora, dijo a Efe.

Raúl Castro ha afirmado que su país evitará el robo de talentos… también ha reconocido que algunas normas "perduraron innecesariamente" y que la mayoría de los cubanos emigra ahora por razones económicas.

Se estima que en 2025 el número de cubanos habrá disminuido en más de 203.000 personas y un 30% superará los 60 años”. Extractado.

¡La polémica está servida! Espero que está información integral le sea útil.

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Información: mangoconarroz, mangoconarrozdos y mangoconarroztres se hacen sin intención de lucro. No percibimos ingresos por ellos. Sólo los creamos para intentar brindarle información y entretenimiento, del cual disfrutamos los editores. Gracias.

Colaboraciones y sugerencias: en el buzón del blog.

Por razones de espacio, algunos textos de las fuentes han sido resumidos. Si desea leer completo el tema, debe ir al original. Han sido preservados los datos esenciales. Salvo que se especifique lo contrario, las negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El sentido de (…) es indicar que se ha condensado el texto original. Los comentarios entre ( ) son del editor.


[i] cronificar: 1. tr. Medicina. Hacer crónico algo, especialmente una enfermedad. Se le ha cronificado la tos. RAE

[ii] Rectifico la información: Eliecer era estudiante de la Universidad de Ciencias Informáticas, en La Habana (UCI). El encuentro con R. Alarcón fue convocado por este con un grupo de los estudiantes de dicho centro en 2008. Fue un completo ridículo para el Presidente de la A. Nacional, además trasmitido por TV, porque hace casi 50 años no sabe nada de nada de la vida real de los cubanos. ¡Hasta barbero particular tiene! La UCI está ubicada en el antiguo centro de espionaje soviético de Wajay y en ella se despilfarraron millones de dólares para su construcción y dotación. Esa es otra historia que algún día narraremos. Además, son alumnos seleccionados por la supuesta fidelidad de sus padres.

[iii] Estos nombres no han sido utilizados por personas o grupos para identificarse como tales. Por ejemplo, Oscar Fernández (“El modelo de funcionamiento económico en Cuba y sus transformaciones. Seis ejes articuladores”, Observatorio de la Economía y la Sociedad Latinoamericana, n. 154, Málaga, agosto de 2011, disponible en www.ecumed.net) identifica dos formas “alternativas” de lidiar con el proceso de cambio actual en Cuba: el dogmatismo y el pragmatismo, que coinciden en gran medida con lo que llamo estatismo y economicismo. Fernández también sugiere la existencia de una tercera posición cuyos objetivos y propuestas parecen estar en consonancia con la tendencia autogestionaria.

[iv] El término “construcción del socialismo” se entiende de manera diferente por las posiciones existentes debido a que sus conceptualizaciones de “socialismo” o “sociedad socialista” son distintas. Se destaca que el avance hacia ese orden social es un proceso inevitablemente gradual y no lineal. Algunos consideran el “comunismo” (el concepto propuesto por Carlos Marx, no el asociado a países gobernados por partidos comunistas) como la etapa más avanzada del socialismo; mientras que otros lo ven como un horizonte al que nunca se puede llegar, pero sirve para indicar la dirección del proceso de transformación pos-capitalista.

[v] En mi época de estudiante y mucho después, se llamaba simplemente lo que es: “capitalismo de Estado” y nada más, como el chino, vaya. r.h.z.

[vi] Véanse Gabino Margulla, “Peligra el verano en el Círculo Social Obrero (CSO) “Marcelo Salado”, periódico Trabajadores, La Habana, 6 de junio de 2011, disponible en www.trabajadores.cu; y D. Matías Luna, “Yaguajay: aprovechar lo que tenemos con disciplina, organización y control” (carta a la dirección), Granma, La Habana, 30 de septiembre de 2011, disponible en www.granma.cubaweb.cu/secciones/cartas-direccion. En lo adelante, todas las cartas a la dirección de Granma serán citadas de esta página web y se indicará sólo la fecha.

[vii] Véase la carta de J. P. García Brigos, “Propiedad y socialismo: un binomio inseparable” (8 de noviembre de 2011), donde sostiene que lo que hizo una panadería mejor que otras en su municipio fue que los delegados del gobierno local y otros funcionarios “controlaron y exigieron” fuertemente a los trabajadores un buen producto. Similarmente, E. Broche Vidal (“Falta de sistematicidad y control: el factor común”, 16 de septiembre de 2011) dice que “si los directores son mejores, entonces sus subordinados serán mejores”. Véase también la carta de Borges Mujica (8 de enero de 2010).

[viii] Véanse las cartas de López Pagola y Berger Díaz (4 y 12 de febrero de 2010).

[ix] Véanse Anneris Ivette Leyva, “El Derecho al estilo de información”, Granma, La Habana, 7 de agosto de 2011; y la carta de E. González (15 de julio de 2011).

[x] Pedro Campos, “Cooperativa, cooperativismo y autogestión socialista”, Kaos en la red, disponible en www.kaosenlared.net/noticia/cooperativa-cooperativismo-autogestion-socialista, 21 de julio de 2008; y la carta de Rodríguez de Pérez (7 de mayo de 2010).

[xi] La carta de Fleites Rivero (5 de septiembre de 2011) culpa a los administradores de no controlar y plantea que tienen que estar motivados por sus ingresos. Véase también la de Osorio Fernández (30 de abril de 2010). Por su parte, Joaquín Ortega (Tribuna de La Habana, La Habana, 24 de julio de 2011, disponible en www.tribuna.co.cu) afirma que es posible “resolver esta situación desde la raíz, con control, exigencia, rectitud y combatividad”.

[xii]Raúl Castro, en el discurso de clausura del Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 18 de diciembre de 2010, expresó que “el Estado no se tiene que meter en nada que sea pretender regular las relaciones entre dos individuos”. En: www.cubadebate.cu/raul-castro-ruz/2010/12/18/raul-castro-discurso-en-la-asamblea-nacional.

[xiii] La Ley de Ajuste Cubano: contenido y alcance. “El 2 de noviembre de 1966 el Congreso de los EE.UU. aprobó la Ley Pública 89-732, “The Cuban Adjustment Act”, conocida comúnmente en español como la “Ley de Ajuste Cubano”, que permitía al Fiscal General, “a su discreción y conforme a las regulaciones que él pudiera prescribir”, ajustar el status inmigratorio que tenían los refugiados cubanos que se encontraban en los EE.UU.

El 28 de septiembre de 1965, ante un incremento de las salidas ilegales, el gobierno cubano abre el puerto de Camarioca, para facilitar que los cubanos residentes en los EE.UU. vinieran a buscar a familiares y amigos. Ante esta unilateral medida del gobierno cubano, el gobierno norteamericano comienza a negociar un acuerdo inmigratorio con Cuba, que se culmina, el 6 de noviembre de 1965, con la firma del documento conocido como el “Acuerdo entre Cuba y Estados Unidos de noviembre de 1965, respecto al traslado de cubanos que deseen vivir en Estados Unidos”.

La situación de limbo que padecían muchos de los cubanos que habían llegado a los EE.UU. antes de 1966 y el no tener una solución para el ajuste legal de los que comenzaron a venir en los vuelos de Varadero, obligó en la práctica al Congreso norteamericano a implementar y aprobar la “Ley de Ajuste Cubano” en noviembre de 1966. Permitiéndose así, que tanto los cubanos que se encontraban en los EE.UU, como también los que llegarían por el “Puente Aéreo” pudieran solicitar la “residencia permanente” de acuerdo con los requisitos establecidos por esa Ley.

Según esta ley, toda persona nacida en Cuba, su cónyuge o hijos menores de 21 años, son elegibles para obtener la residencia permanente en EE.UU. después de permanecer físicamente en el país por un año. Para atenerse a esta ley, una persona tiene que cumplir con los siguientes requisitos: a) Probar que es nacional o ciudadano/a de Cuba; b) Haber entrado legalmente a EE.UU.; c) Haber estado físicamente en EE.UU. durante un año; d) No tener impedimentos por cargos criminales u otras razones que rindan a la persona inadmisible a EE.UU., como haber participado en persecuciones de individuos por motivos de sexo, nacionalidad, ideales políticos, o por pertenecer a grupos específicos, etc.); e) En el caso de su cónyuge o hijos no nacidos en Cuba, es necesario probar la existencia de la relación familiar a través de un certificado de nacimiento o matrimonio, además de cumplir los requisitos antes mencionados”. Origen: cubaenmiami.com

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