lunes, 28 de noviembre de 2016

166. Ha muerto un Conductor del Pueblo.

Un grupo de trabajadores telefónicos cortando caña en Quiebra Hacha, Pinar del Río, en 1,966. El Editor, junto a su gran amigo Jesús Veiga, el primero de la izq. en la primera fila.

Existen muchos tipos y formas de dirigentes; igualmente de líderes, cada uno con sus particulares formas de actuar, pensar y organizar cualquier actividad en la que se halle al frente. De lo que no existen en el mundo en un siglo, es más de dos o tres Profetas de Su Verdad, amados y odiados simultáneamente, de “izquierdas” o de “derechas”, a los cuales masivamente, con confianza casi ciega y mayoritaria, los conciudadanos están dispuestos a seguir a riesgo de vida, familias, haciendas. Son los Conductores de Pueblos: el Moisés moderno.

Lenin, Hitler, Fidel en el siglo XX fueron los que alcanzaron notoriedad mundial. Otros profetas en Asia, África, América Latina, Europa murieron en la lucha por lograr su Cielo en la Tierra. Los distingue su rechazo a lo formal, a lo “administrativo”; su cercanía aparente o real, a su pueblo, su valor personal, su convicción en el éxito de su lucha, en una confianza irracional que contamina a sus seguidores. No son lejanos, sino un amigo, una esperanza.

Así fueron tanto Hitler como Fidel. Ambos carecieron del pragmatismo político y del objetivismo de Lenin. Ambos condujeron a su pueblo al desastre. Ambos dijeron,- e hicieron-, una cosa y la contraria al mismo tiempo: ambos estuvieron en los frentes de guerra y expusieron su vida decenas de veces,- cosa que jamás hizo Stalin-, tienen y tendrán seguidores por muchas décadas porque ellos no son racionales, sino emocionales. Eso nos llega a todos; a unos nos hiere y marca para toda la vida.

Fidel cometió serios y graves errores que jamás admitió en público ni en privado. Fue inepto en el control y seguimiento de las medidas económicas, políticas, agrícolas e industriales que orientó. Oyó sólo lo que quería oír y de quiénes le decían lo que quería escuchar. Pronto todos en su círculo supieron callar lo que pensaban, salvo Raúl con el cual tuvo muchas y serías discrepancias privadas que, de una u otra forma, se filtraban lentamente. La corrupción fue el compañero inseparable de todas sus iniciativas: desde el Cordón de La Habana, hasta la última tontería senil: la siembra masiva del arbusto paraguayo Moringa.

Jamás aprendió de sus errores, de sus fracasos continuos en la agricultura. Fue incapaz de dejar que los ministros hicieran su trabajo supervisando su labor: fue el superministro de todo. De economía, agricultura, educación, salud pública. Metió las narices en todo y ningún ministro era responsable de su trabajo de dirección. Era, dicho finamente, un grano en el culo o una piedra en el zapato de todos. Además, lo que fracasaba, él no se daba por enterado. Cientos, miles de millones costó al pueblo cubano y a los países amigos,- especialmente la URSS-, su falta de dirección, su incompetencia como dirigente administrativo. No supo siquiera organizar un partido que realmente controlara la eficiencia gubernamental, luchará contra la corrupción y sirviera de esqueleto a la Sociedad Civil, a la que nunca tuvo en cuenta.

Algún día se escribirá una historia de su vida, espero. Historia que comienza desde niño y que lo marcó para siempre. Historia que debe recoger su vida,- con Raúl-, en el prestigioso colegio medio-superior jesuita de Belén. Vida que llevó al padre evaluador a señalar en su currículo que era una persona destinada a ser importante en la Historia de Cuba. Historia que tiene que ver con sus primeros años en el bonche,- actuaciones cuasi gansteriles de muchos universitarios-, de sus “locuras” en el parque universitario hoy, Manuel Sanguily Garrite, cuando se montaba sobre la poda césped como un muchacho grande, que es lo que era en ese momento. Cuando maduró, llegó a desafiar al entonces profesor universitario Antonio Sánchez Arango y realizar el examen de su asignatura verbal, sin un papel. Desde luego, fue un brillante estudiante. Biografía que debe recoger su participación en la lucha contra la tiranía trujillista y su valor al saltar al agua antes de ser detenido, nadando no sé cuantos kilómetros, como gran deportista que fue toda su vida. No será la historia que él quiso escuchar y que prácticamente escribió para Ignacio Ramonet, falsa, adulterada, arreglada a su visión distorsionada de la realidad y acomodada a ella.

También que jamás, ni antes ni después de 1,959 fue un marxista-leninista, ni siquiera un socialista. La idea de justicia social la tenían muchos jóvenes universitarios, no era algo exclusivo. Idea que no comulgaba con el estalinismo ni con el régimen soviético. Su primer contacto con la lucha social fue cuando Alfredo Guevara,- que sí era un marxista y materialista-, lo ilustro durante su permanencia en Colombia cuando el “bogotazo”, donde recibió las primeras lecciones de lucha social. El único comunista de los cubanos fue Raúl Castro, que antes de ir para México se hizo miembro de la Juventud Socialista del Partido Socialista Popular. La cual, entre paréntesis, tenía profundas discrepancias con la dirección y acción de ese Partido y sus relaciones con la tiranía.

Ha muerto Fidel. Así será para siempre: simplemente Fidel. Los que pusimos nuestras esperanzas y fe en él, así lo recordaremos siempre. Aunque nunca le perdonaremos que haya incitado a una guerra nuclear sin contar con el pueblo, supuestamente su pueblo. Nunca le perdonaremos que nuestras esperanzas, la de miles de cubanos y hermanos de otros continentes que apoyaron la construcción de un nuevo estado más justo y social, se hayan frustrado por su incapacidad de reflexionar sobre sus errores y rectificarlos. El verdadero pagador de sus deficiencias e insuficiencias es el pueblo y la nación cubana: ellos son los que merecen todos los tributos. Lo merecen los cortadores de caña citadinos, los alfabetizadores quinceañeros, los que combatieron en todo el mundo por una nueva sociedad: sea Argel, el Congo, Nicaragua, Venezuela, Etiopia, Chile, Argentina, Angola, etc., etc. Ellos son los verdaderos Fidel: los que siguieron a un Conductor de Pueblo carismático, simpático, valiente, conquistador como corresponde a un líder latino y su pueblo no ve mal.

Esperemos tiempos mejores: Raúl es capaz de lograrlo. Puede abrir la mano todo lo que quiera porque no hay oposición interna organizada. Sobra mecanismo de inteligencia para controlar “delicadamente” sin brutalidades, la poca oposición y dar paso a nuevas libertades civiles. Si al morir Fidel, no se produjo el alzamiento espontáneo esperado en el extranjero, no se ocurrirá en el futuro, salvo que no den esperanzas a un pueblo que no puede resistir más hambre y miseria. Sobre todo, sin Fidel.

Castro inspecciona una unidad de artillería, Crisis de los Misiles, 1,962 (The Guardian)

El hombre nuclear Cuba Net. Por Alberto Méndez Castelló. Ha muerto el que sugirió a Nikita Jruschov que hoy no estuviéramos vivos. LAS TUNAS, Cuba.- Fidel Castro ha muerto. Con él ha desaparecido el último líder de la Guerra Fría. El caudillo por quien la Unión Soviética (URSS) instaló cohetes nucleares a sólo 90 millas de los EE.UU.

Ha muerto el que sugirió que hoy no estuviéramos vivos. No estuviéramos vivos porque millones de seres humanos hubiéramos muerto quemados por el fuego nuclear en lugares tan distantes y a la vez tan dispares como lo son Washington y Moscú, La Habana y Estambul.

El 26 de octubre de 1,962, en el punto más crítico de la Crisis de los Misiles, Fidel Castro sugirió a Nikita Jruschov, llegado el caso, el empleo de las armas de destrucción masiva contra la nación estadounidense diciendo:

Si los imperialistas invaden a Cuba (…) la Unión Soviética no debe permitir jamás las circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe nuclear (…) invadir a Cuba, ése sería el momento de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que fuese la solución, porque no habrá otra.”

Respondiendo a Fidel Castro acerca de lo que bien podía conducir a la tercera guerra mundial, Nikita Jruschov dijo: “Usted nos propuso que fuéramos nosotros los primeros en asestar el golpe nuclear. (…) Usted, desde luego, comprende a qué llevaría esto. Esto no sería un simple golpe sino el inicio de la guerra mundial termonuclear. Evidentemente, en tal caso, los EE.UU. sufrirían enormes pérdidas, pero la URSS y todo el campo socialista también sufrirían mucho. En lo que se refiere a Cuba, al pueblo cubano, es difícil incluso decir en general con qué eso podría terminar para él. En primer término, en el fuego de la guerra se quemaría Cuba.”

No. No sólo ha muerto Fidel Castro, el que valiéndose de una dictadura para promover una revolución, él mismo se convirtió en dictador: en el dictador más prolongado que tuviera Cuba. El que pudo hacer desaparecer no sólo a Cuba bajo el fuego nuclear, sino también importantes territorios de EE.UU., la URSS, y a decenas de países aliados de estas superpotencias, que de no haber sus líderes obrado con la debida serenidad, en el caso de la URSS, a sugerencia de Fidel Castro, hubiera disparado el primer misil, a causa del cual, hoy no estuviéramos haciendo la historia.

Esa fue la tentativa de genocidio de Fidel Castro de la cual gracias a Nikita Jruschov y el presidente Kennedy millones de personas de gran parte del mundo nos salvamos. Pero los cubanos si bien salvamos la mayor parte de nuestros cuerpos del fuego termonuclear, no conseguimos salvar nuestras mentes del bombardeo palabrero de Fidel Castro.

Sí. Fidel Castro ha muerto, pero en Cuba y fuera de ella, como criminal internacional que fué, tras de sí deja demasiados pensamientos atrofiados, difíciles de restaurar, unos, por dóciles ovejunos, otros, por arrogantes intolerantes, cualquiera de las dos categorías de imposible congruencia en una sociedad democrática, la que tiene Cuba por delante para ser República y dejar de ser feudo.

Sólo ha muerto Fidel Castro. En los próximos días veremos cientos de miles de cubanos desfilando delante de sus cenizas, valga decir, desfilando dentro de los cadáveres que Fidel Castro hizo de ellos, despojos que ellos llevan en sí mismos.
Sí. Nada más ha muerto Fidel Castro. Con él hubo tanto acabamiento, que una parte se va con él, pero otra queda ahí, hasta que le llegue el enterramiento definitivo.

[Sobre este artículo: se dice muy poco u oculta pudorosamente la realidad de este episodio. La dirección política de la URSS jugó una excelente partida de ajedrez y la ganó. Para ello, ocultó a Fidel Castro que todo era un farol*, un bluff, cuyo éxito dependía especialmente que él actuará suponiendo que era cierto lo que estaba ocurriendo. La realidad, develada años más tarde, es que la URSS estaba en inferioridad nuclear total con respecto a los EE.UU. No había la menor intención de provocar una guerra, nuclear o no. Sólo se pretendía y se logró, que EE.UU. se comprometiera a no atacar Cuba en el futuro. Al comprender que había sido engañado, Fidel montó en cólera, negándose de plano a aceptar las explicaciones que le quisieron dar los soviéticos en la persona de un amigo de los cubanos, Anastás Mikoyán cuando fue a Cuba. Fidel reaccionó como cuando los bromistas de Miami lo hicieron quedar en ridículo haciéndose pasar por Hugo Chavéz. [*Farol: 5. m. En el juego, envite falso hecho para desorientar o atemorizar. DRAE]


El Fidel que conoció Ignacio Ramonet. Ignacio Ramonet. Tomado de Tele Sur. Fidel ha muerto, pero es immortal. Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos. Perteneció a esa generación de insurgentes míticos – Nelson Mandela, Patrice Lumumba, Amilcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Turcios Lima, Ahmed Ben Barka – que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los años 1,950, a la acción política con la ambición y la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones, marcado por el comienzo de la guerra fría entre la URSS y EE.UU.

PARA EL MUNDO TRAIGO UN CANTAR…
Los exiliados esperan colaborar en la reconstrucción de Cuba Yahoo! Miami (EEUU), 26 nov (EFE).- El exilio cubano está convencido de que participará en la reconstrucción de Cuba tras la muerte de Fidel Castro, y para...


La Habana se queda sin reacción ante la muerte de Fidel Castro Cubanet. La capital cubana amaneció hoy más quieta que nunca



Aparece en Cuba un exmiembro de ETA desaparecido en 1985 CubaNet, EFE. Ha llevado “una vida normal” en La Habana desde hace años.


Minitractores, ¿para quiénes? Diario de Cuba El pasado 2 de noviembre este diario publicó la noticia de que la negociación entre el Gobierno cubano y una empresa norteamericana para producir...

Aforismos y frases célebres:
"La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad". Mahatma Gandhi. Activista político que dedicó su vida a la lucha por la paz. Fuente: http://www.lainformacion.com/

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