“...si yo quiero que la República sea amable, si yo quiero que los cubanos amen la Nación y la República, me importa muy poco que amen al Gobierno. El Gobierno es una cosa transitoria y la República es algo que debe ser inconmovible. El Gobierno se compone de personas que pasan. La República se compone de las leyes, de los sentimientos, de la historia que son duraderos. Amar a la República no implica amar a sus gobiernos.[1]” Manuel Sanguily Garrite.
Ya yo conocía la felicidad, pero igual me fui a la mejor playa del mundo. Hacía muchísimos años que no acudía al mar divino de ese sitio, ni pisaba su arena tan fina, ni caminaba media cuadra con el agua en los tobillos. La parte puramente natural y paisajística sigue igual que como la recordaba: menos mal que se mantienen las delicias geográficas a pesar de la mano del hombre. Y de los pies.
Me abrumó la cantidad de edificaciones que pude apreciar en la medida en que me adentraba en esa península bendecida por voluntad celestial. Es increíble cuánto se ha hecho en términos de desarrollo turístico: grandes firmas hoteleras ostentan sus nombres, ribeteados con colores que diferencian unos de otros. Algunas instalaciones son discretas, otras rimbombantes; por allá se ve algo que parece un monstruo de cemento, más cerca graciosas cabañas que simulan estar ubicadas en los Alpes Suizos, a lo lejos se divisan carreteras en reparación, hay desvíos bien señalizados, y de mis memorias juveniles apenas quedan La Cueva del Pirata (que ahora parece un timbiriche*), el Kawama (uno de los más baratos hoteles, parecido al también añejo Barlovento), y qué decir del clásico Internacional. Como hubo tantas protestas cuando se anunció su inminente demolición, una enorme valla custodia sus ruinas, con carteles que explican que será reconstruido más lejos de las dunas, por aquello del turismo sostenible. Pasé por ahí, y antes de echarme a llorar (en Varadero no se derraman lágrimas) lancé un beso al aire, que seguramente rebotó contra los restos de alguna ventana del Internacional. [*Timbiriche: 1. m. Cuba. tendejón (ǁ tienda pequeña). 2. m. Cuba. Chiringuito (ǁ quiosco al aire libre). DRAE]
Una amiga mía y sus hijos también estaban disfrutando de unos días en la mejor playa del mundo, así que, luego de registrarme en el hotel -cuya oferta de verano por dos noches quedaba al alcance de mi bolsillo-, pretendí visitar a dicha familia. No me colocaron manilla, cosa que agradecí, porque no me place sentirme “marcada” de ninguna manera. Partí hacia donde estaba mi amiga, sin sospechar que eso no está permitido. Por cuestiones de orden, de registro y de seguridad, los hoteles restringen el visiteo. Costumbre muy cubana, por cierto. No la de restringir, o al menos no solo esa, sino la de visitarnos como si no viviéramos en el mismo barrio. Resulta muy curioso que nos alejemos de la rutina, y nos visitemos donde nos hemos refugiado.
En este caso, mi amiga vive frente a mi casa, ambas pasamos el año entero quejándonos del calor y del carácter agobiante de nuestras cotidianidades, pero en cuanto descubrimos que íbamos a coincidir en Varadero nos pusimos locas de contentas. ¡Nos veríamos allí, lejos de todo! Lejos estábamos de imaginar el trabajo que nos daría decirnos “Hola, qué tal”. Severos guardianes se encargan de impedir la entrada de “extraños” en cada instalación, y hasta cierto punto es comprensible. Yo aseguraba que me encontraba en calidad de huésped muy cerca del hotel de mi amiga, pero claro… ¿cómo demostrarlo si no llevaba manilla de esas de todo incluido? Mientras yo intentaba convencer al CVP para que me dejara pasar, mi amiga hacía lo mismo con la jefa de relaciones públicas de la parte de adentro. Ambas nos comunicábamos con una angustia digna de parientes que no se ven desde antes de la 2da Guerra Mundial. “No me dejan entrar”, gimoteaba yo desde el parqueo, y “esta tipa* pregunta si somos hermanas”, decía ella. “Dile que sí”, respondía yo, y “cálmate, esto se arregla”, conciliaba mi amiga. [*Tipa: 1. f. mujer (ǁ persona del sexo femenino). Usada en sentido ponderativo o despectivo. DRAE]
Al cabo de un buen rato, puestos de acuerdo el guardián de la entrada y la relacionista del lobby, mi vecina y yo pudimos al fin abrazarnos. Los turistas foráneos que pasaban en ese momento deben haber creído que las cubanas estamos todas locas de atar. “No puede consumir nada de este hotel”, me habían advertido, a lo que respondí: “No me hace falta, estoy hospedada cerca de aquí”, cosa que naturalmente era cierta. Como también fue verdad que mi amiga, con refulgente manilla en su diestra, solicitó un vasito de refresco para ella y me lo brindó a mí, como muestra del cubaneo* de toda la vida. [*Cubaneo: coloquial, informal, relaciones de mutuo apoyo, ayuda o simpatía entre cubanos. No implica pago.]
Ya de vuelta en mi recinto permitido, disfruté de lo lindo de la mejor playa del planeta. Eso ocurrió la primera mañana. Luego, comencé a sentir esa extraña sensación de culpa que nos entra a los cubanos cuando disfrutamos de algo verdaderamente único. Todo era espectacular: la comida, la brisa, la calma, el mar, la espuma y el sol. Y todo merecía ser disfrutado por los otros miembros de mi familia, a quienes empecé a echar de menos casi enseguida. ¡Qué cosa tan grande es nuestra necesidad de rozarnos a diario! Con esa frecuencia estuve llamando a mi casa cada mañana. O sea, las dos que me tocaban. Todos me sugerían que gozara sin sufrimiento, como quien dice “no jorobes más la pita*”. Al segundo día, unos perros playeros se me acercaron: suficiente para evocar a mis queridos canes, a quienes dejé al cuidado de mi madre. “Están muy bien” -me decía ella-. ¿Qué tú haces preguntando por los perros si estás en la mejor playa del planeta?”. [*Jorobar la pita: enredar el hilo de pita, figuradamente fastidiar, molestar, complicar una situación.]

La mayoría de los huéspedes se iban al piano bar o al espectáculo que ofrecía el hotel. No me gustó nada de eso: o mi culto musical me impide congraciarme con los nuevos ritmos, o me detengo en detalles que encuentro horripilantes como lentejuelas, flecos y rosas bordadas en los trajes de los artistas, o me apena la fealdad de los escenarios, o simplemente me aburre escuchar melodías que no son cubanas, o todo me sucede a la vez. Mejor era tenderme en la noche marina, y claro, antes de dormir, volver a llamar a mi casa. Varadero de noche, la playa en sí, la arena oscura y el mar rugiente, el olor y el sabor a sal yodada, contemplar esa maravilla sin la luz del sol es algo francamente inolvidable. No olvidé saber de mi gente antes de retirarme a dormir. Mi familia no podía creer lo que yo les decía: ¡Los extraño tanto!
Creo que dejaron el teléfono mal colgado a propósito, porque al segundo día ya me resultó imposible comunicarme. Ya tocaba regresar, de modo que no permití que la angustia me dominara del todo. No hice más que llegar, y ya el calor empezó a golpearme, se rompieron varios equipos (lavadora, plancha) y vino el cobrador de la luz. Todas las desdichas a la vez, como quien dice: “Bienvenida a la realidad”.
Mi amiga también regresó, y a la noche nos vimos en la acera de nuestra cuadra [calle]. Pasamos varios minutos quejándonos de lo mismo, y prometimos repetir la experiencia el verano próximo. Cuando de Varadero volví, reconocí el mundo real, y desde entonces no hago más que soñar con su sol bueno y su mar de espuma. Pero no tengo a quién decirle: “Cuánto te echo de menos”. Nadie me extraña allá.
[Añado: bien dice la autora: “Cuando de Varadero volví, reconocí el mundo real…” ese de todos los días, implacable. Tuvo ella y su amiga la fortuna de disfrutar de algo vedado,- aunque bien cobrado-, para la mayoría de los cubanos. Varadero es un coto privado para los que son premiados, tienen divisas o tarjetas magnéticas. Como muchos otros lugares de la Isla. Un apartheid como tantos otros soviéticos.]
DEL MUNDO TRAIGO UN CANTAR…
¿QUÉ SE VE EN EL MUNDO? | CUBA » El País. Por Mauricio Vincent. “Vivir del cuento”, todo un emblema nacional en Cuba. [Al extenso comentario del excelente periodista Vicent, añado que ese programa es una muestra más,- si hiciera falta-, de lo absurdo, contraproducente de la censura en los medios de información. ¿Se han producido manifestaciones contra el gobierno-partido por ellos; huelgas, Damas de Blanco en la calle? Absoluta normalidad: ¿qué escuece a los que van dirigidas las críticas?, ¡claro y justo! Un error desde siempre ha sido confundir la crítica con “la contrarrevolución”. Alguien expresó con toda razón: “Rascad la piel de un extremista y encontrareis un oportunista”. Los ciudadanos se ríen, burlan, descargan adrenalina… y esperan tiempos mejores. Nada más y nada menos, como diría Raúl Roa. Los ofrecemos tres vínculos de Youtube.
Gobierno cubano anuncia indulto de 3,522 prisioneros por visita papal Por Redacción CaféFuerte El gobierno de Raúl Castro anunció este viernes el indulto de prisioneros… un gesto de buena voluntad que se ha consumado anteriormente con los viajes de Sumos Pontífices a la Isla. [Mejor sería no tenerlos presos por acciones de conciencia, políticas, no de sangre ni delictivas. Hace años que se debió modificar el Código Penal y suprimir las infinitas penas de muerte que contiene y su reglamentación represiva que toda acción política la convierte en delito.]
3. Delegación EEUU viaja a Cuba para avanzar en proceso de normalización [Los vínculos 1 al 3 son de Havana Times en español.]
Aforismos y frases célebres:
"El comienzo es más de la mitad de la totalidad." Aristóteles, el Estagirita (385-322 a.n.e.) es.wikiquote.org
"El comienzo es más de la mitad de la totalidad." Aristóteles, el Estagirita (385-322 a.n.e.) es.wikiquote.org
EFEMERIDES mundiales: (12-17 de septiembre.)

Fuentes Principales: efemérides.cuba.cu; es.wikiquote.org; es.wikipedia.org; datos históricos del autor.
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