“...si yo quiero que la República
sea amable, si yo quiero que los cubanos amen la Nación y la República, me
importa muy poco que amen al Gobierno. El Gobierno es una cosa transitoria y la
República es algo que debe ser inconmovible. El Gobierno se compone de personas
que pasan. La República se compone de las leyes, de los sentimientos, de la
historia que son duraderos. Amar a la República no implica amar a sus
gobiernos.[1]” Manuel Sanguily Garrite.
Conversación con Aurelio Alonso Foto: CubaxDentro Comentarios por
Ángel Marqués Dolz. [Nota del Editor. Este blog está dirigido
fundamentalmente a cubanos menores de 50-60 años y a los estudiosos
del proceso que se inicia en Cuba en 1,959. Su propósito es dar a conocer aspectos
generalmente omitidos en la educación nacional y/o la información pública
cubana. La entrevista que les ofrecemos permite una mirada objetiva, no
dogmática, abierta de una parte de nuestra historia. Añadiremos
puntualizaciones personales a continuación de las agudas
respuestas de Aurelio Alonso, con quien mantuve estrecha relación y a quien
siempre he respetado por su honestidad intelectual, expresada dentro de los
limitados marcos de la sociedad cubana. El espacio disponible nos obliga a
escoger aquellas preguntas/respuestas que estimamos más relevantes. El lector
que desee leer el texto íntegro podrá hacerlo abriendo el vínculo final. Así mismo, suprimimos el resto de
secciones. Creo que merece la
pena. Ud. decidirá.]
Cuando vino el segundo papa a Cuba ya
usaba un bastón. Tres años después usa dos. Las rodillas le fallan, el cerebro no.
A sus 76 años, Aurelio Alonso da señales de un pensamiento a prueba de
dogmas, riesgo que suele venir tomado de la mano del tiempo. “…Si un marxista asume que todo lo que dijo
Marx es válido, entonces no podrá serlo”, asegura en una de sus ideas
polémicas que definen a este agudo intelectual, subdirector de la revista
Casa de las Américas, y Premio Nacional de Ciencias Sociales
2,013.
Alonso sostiene que, como otros de su
generación, fue obligado a vivir un exilio intelectual dentro de Cuba como
consecuencia de la imposición de un marxismo de corte soviético, que desplazó a
las posturas heterodoxas de los espacios de enseñanza y difusión mediática.
La fecha de partida hacia ese exilio llegó para el sociólogo con el
cierre, en los años setenta, de la revista Pensamiento Crítico (de cuyo
consejo editorial era miembro) y del departamento de Filosofía de la Universidad
de La Habana (U.H.) (donde impartía clases) como consecuencia de un cerrado compromiso con
la ideología del Kremlin asumido entonces por el proyecto cubano.
P.- ¿Por qué usted
cree que la universidad cubana es todavía un reservorio residual de aquella
ortodoxia, cuando debería ser lo contrario? R.-Pienso que la
universidad sufrió mucho un estancamiento muy fuerte en los setenta. No sé hasta
qué punto se ha logrado recuperar. Hay espacios en la universidad que muestran
esa recuperación, pero el cuerpo institucional en general, a mi juicio, no se ha
recuperado todavía.
Añade el Editor: por la
expresión “universidad cubana” creo entender que Aurelio se refiere NO a la
(UH), sino al conjunto del mundo
intelectual que constituye la educación superior cubana, alumnado y
profesorado. Por “fecha de partida” estimo que es el final de un proceso abierto de
discusión ideológica que comienza desde la irrupción del Partido
Socialista Popular (PSP) y sus dirigentes en la proyección sovietizante de
aquello que fue calificado por su máximo dirigente como “una revolución
humanista”, “tan verde como nuestras palmas” Desde 1,959 a
1,963-4 existió diversidad de criterios sobre la concepción ideológica y su
proyección social. Revísese el periódico Revolución del período y allí
encontrará los escritos dogmáticos de Blas Roca y las respuestas abiertas y
discrepantes de Alfredo Guevara. El PSP concentró rápidamente en sus manos,
tanto el aparato de represión, como la creación de las Escuelas Básicas de
Instrucción Revolucionarias (EBIR) que
introdujeron los dogmas,- y los manuales-, soviéticos como únicas verdades,
además de formar,- deformar-, el pensamiento político de toda una
generación. Los insurreccionales provenientes del Ejército Rebelde, del
Mov. 26 de Julio, del Directorio Estudiantil, de las Brigadas de Acción y
Sabotaje urbanas, etc., fueron relevados de sus responsabilidades de dirección y
situados en cargos administrativos sin influencia en el desarrollo
social. Además del exilio y prisión masiva de aquellos que no aceptaban
el socialismo soviético como una alternativa válida para Cuba.
El Dpto. de Filosofía de la
U.H. fue el último baluarte de esa lucha por un pensamiento socialista
propio, nacional, independiente. Con él cayeron, en los setenta, decenas
de intelectuales nacionales y extranjeros, profesores y alumnos de diversos
centro de educación superior,- U. de Las Villas, U. de Oriente-,
ante el ya imbatible seguidismo soviético.
P.- ¿Existe un
pensamiento marxista cubano en la diáspora? R.- Hay un
pensamiento cubano en la diáspora, pero no conozco un pensamiento
marxista cubano en la diáspora. Creo
que hay un pensamiento cubano en la diáspora que tiene mucho de positivo;
incluso, a veces, aquel que es crítico hacia la Revolución. Estimo que es
un pensamiento que no se puede desechar y que nosotros tenemos que incorporar;
tenemos que incorporar un pensamiento de oposición también en este país,
tenemos que habituarnos a eso, a que
exista un espacio de legitimidad para el que piensa en contrario, no solamente
distinto, que pueda polemizar, debatir, publicar, que pueda
existir.
P.- ¿Eso explica su
respaldo a una iniciativa como Cuba posible? R.-Eso explica la forma
en que me he manifestado en todo lo que puedo decir. Tengo en mi
trayectoria personal un exilio
intelectual, se puede decir, como todos los compañeros de mi
generación. No hubo exilio total porque seguí haciendo cosas,
pero a mí se me vedó la entrada al
aula universitaria, como a todos mis compañeros del grupo de Pensamiento
Crítico. Es decir, para mí los setenta excluían la posibilidad de
enseñar cualquier asignatura ideológica
en un aula. (…)
Afortunadamente en Cuba no hubo estalinismo al
extremo, como en la Unión Soviética, pero tuve que pasar una especie de exilio
académico y entonces realicé un retorno a principios de los noventa, y algunos
de mis compañeros un poco antes, porque se creó el Centro de Estudios de América
(C.E.A.) bajo la dirección, desde el Partido, del comandante Manuel
Piñeiro. Se me posibilita unirme a ese grupo y también a otros compañeros
de la vieja guardia; tal vez eso incidió
en que el Centro de Estudios de América volviera a ser un foco de preocupación y
tuviésemos que afrontar, veinticinco años después, otra situación de exilio
interior, aunque en esta ocasión con un final menos dramático que la
anterior. [Le ofrecemos un
vínculo al final sobre el CEA.]
(…) Lo que pasó con nosotros pasó con la
Sociología, que cerró como carrera universitaria. (…) Hay muchas carreras del mundo de las ciencias
sociales que no existen en la Universidad de La Habana, ni en la academia
cubana, porque durante años [décadas] se pensó que la sociología era una
ciencia burguesa y que el materialismo histórico, que la había
reemplazado, daba la respuesta a todo lo que había que responder
desde el punto de vista sociológico. (…)... de esas secuencias de coyunturas
adversas, se ha formado una generación de investigadores muy capaces, a
contrapelo de las circunstancias. Centro de Estudios de América. Foto: www.cubaencuentro.com
P.- ¿Por qué las
instancias, digamos que ejecutivas, prestan poca atención a los científicos
sociales? R.- Hay un dilema entre el político y el científico, que
Max Weber estudió muy bien y le dedicó un libro, precisamente, el cual es un
aporte a la ciencia social, porque no
todos los aportes a las disciplinas que estudian la sociedad vienen desde dentro
del marxismo. Para los políticos es muy difícil aceptar que
ellos no sean la expresión de la sabiduría política ante cada respuesta a la
realidad; es decir, aunque
teóricamente estuvieran dispuestos a equivocarse, nunca van a estar dispuestos a
que otra persona tenga razón cuando opina en discrepancia de lo que se ha
asumido como visión oficial.
(…) Cuba revolucionaria nace y se
declara socialista y se hace socialista bajo el paraguas ideológico, no
solamente de un nacionalismo cubano, sino de un socialismo cuya expresión
institucional estaba en las filas del P.S.P. Los de Pensamiento
Crítico no éramos la posición oficial; la posición oficial la dominaba más bien la
posición ortodoxa, como todavía la domina en cierta
medida. Aunque hoy hay mucha más apertura y comprensión que
antes, no puedo decir que eso se haya terminado, ni va a terminar hasta que
no pasen una o dos generaciones.
Añade el Editor:
el problema es que no es aceptable ni será aceptada esa
“ortodoxia” que significa continuar sin democracia, sin libertad de
expresión y discusión. Que frena los
cambios imprescindibles por intereses personales intelectuales, económicos y
sociales de “la nueva
clase”. En un marco menos represivo que el actual, saltará por los
aires, como en China o Vietnam.
P.-Y el estalinismo,
¿está muerto y enterrado? R.-El estalinismo nunca se eliminó del todo,
porque lo que hizo la crítica del culto a la personalidad fue reducir el
estalinismo a un problema psicológico, (…). En todo caso había que
criticarle los crímenes a Stalin, porque esa fue a una perversión propia de
Stalin.Pero no era un problema solo de
culto a la personalidad, era un problema mucho más complejo, pues que ese
personaje llamado Stalin –que no se puede negar que también hizo cosas
brillantes– condujo a la Unión Soviética
como un monarca, como un zar, como un emperador, que deformó el Estado soviético
institucionalmente, y creó una noción de todopoderoso; una visión partidocrática
para manejar la sociedad . Deformación de la cual nosotros hemos
heredado mucho. (…) La diferencia esencial entre el
pluripartidismo y el unipartidismo no es una diferencia cuantitativa; es
cualitativa. La cuestión radica en cómo pensamos al partido, qué función
le debemos atribuir al partido. Creo que no puede ser la función de poder
que tiene ahora, pero tampoco creo que deba limitarse a expresar de una
función de contienda dentro del esquema electoral. Creo acercarme más a la idea de un partido
revolucionario como lo veía Martí que como lo diseñó Lenin. Y no lo digo
por nacionalismo [patriotismo] sino en búsqueda de una coherencia
conceptual.
P.- Para conducir una
guerra, pero no una república… R.- No se puede afirmar que Martí
estuviera a favor del unipartidismo, pero es evidente que estaba a favor de un
partido revolucionario para la guerra, y no solo para la guerra sino para formar
la república; un partido que tuviera una visión ética. Pienso que
en Chibás había algo de eso también sin que fuera marxista; y en la juventud
ortodoxa de la época hay un proyecto de programa redactado por Max Lesnik y
otros jóvenes ortodoxos, el cual en
algunos aspectos estaba a la izquierda del programa del Moncada. El
programa del Moncada tiene un significado enorme: es el programa de los
revolucionarios que han tomado las armas y que han mostrado el camino en la
práctica. Esa idea de que el programa
del Moncada fue superado rápidamente por la Revolución me parece muy discutible;
más bien diría que el programa del Moncada fue reemplazado por un programa
más afín a un socialismo estatista, que confundió la socialización con la
estatización de la propiedad, y que fue poco realista en varios sentidos,
que asumió esquemas ajenos y experiencias de
otros.
P.-Buscando caminos
exitosos, ¿debemos mirar hacia el modelo asiático de socialismo? R.-
No sé, no sé. Creo que tenemos que crearlo nosotros a nuestra imagen y
semejanza. El hecho de que los
vietnamitas hayan hecho una evolución partiendo de un modelo pluralista debe
inspirarnos a una apertura socioeconómica más importante a los sectores no
estatales; mucho mayor, quiero decir, al sector cooperativo, y cuando digo mayor
estoy pensando en grandes áreas de la industria; la industria textil, por
ejemplo, la industria de confecciones, no tiene por qué ser estatal, puede ser
mayoritariamente cooperativa. Hay
sectores de la industria y del comercio que pueden ser cooperativos, y sectores
también de la producción, de los servicios, que como mejor funcionan es siendo
privados. (…)…
en que el Estado pueda mantener su control por vía
de la política fiscal. En eso hay que aprender de los EE.UU.: hay que pagar
impuestos. Pero se trata de transferir la función de control de la economía a
la política fiscal (que sería el modelo norteamericano para sostener el
Estado), sino también por vía del Estado empresario –cuya eficiencia no es una
ilusión, pero tiene que ser asegurada– donde éste represente el dominio
socializado de la economía sí es muy eficiente.
P.-No está muy de moda… R.-Pues al contrario de lo que se dice, sí ha
demostrado en muchos casos ser muy eficiente, porque cuando más eficiente fue la
Renault en Francia fue cuando era empresa totalmente estatal. Y hay otros
ejemplos significativos: el Ente Nacional de Hidrocarburos (ENI) que creo que se
mantiene estatal en Italia, y que sigue siendo monopolio energético. Hay
muchas muestras de las capacidades del Estado de generar eficiencia en sus
empresas, porque tiene la posibilidad de también controlar. Cuando sea un
Estado que responda a los intereses de los trabajadores, facilitando su
participación efectiva en la toma de decisiones, va a tener más capacidad de
impedir la corrupción en la empresa estatal. Un Estado aislado de los
trabajadores es terrible porque se enquista, se anquilosa, y eso ha pasado en el
socialismo en el siglo XX. En Cuba
también los casos mayores de corrupción estatal tienen que ver con ese
distanciamiento de una empresa que se supone que es propiedad de todo el pueblo,
pero que el pueblo no se ha enterado que es de su propiedad. Renault en Francia. Foto www.elmundo.es
P.- ¿Y las apetencias
políticas emergentes? R.-Apetencias políticas siempre va a haber.
¿Cuáles apetencias políticas, habría que comenzar por preguntarse?
P.-De los nuevos actores económicos. R.- (…) Mira, el
Partido tendría que ayudar más a discernir cuáles son aspiraciones legítimas y
cuáles ilegítimas y proveer de cuadros, y ayudar a la educación, más que tratar de decirle a quienes manejan la
industria lo que tiene que hacer, y a quienes manejan la economía lo que tiene
que hacer. Eso es falso: me lo represento como un ejercicio
artificial; no creo que los problemas de la producción se resuelvan de ese
modo. Aquí no se va a producir más azúcar porque un dirigente, por alto que
esté, visite los centrales todas las semanas y salga en la televisión diciendo
que aquí hay que hacer esto y aquí hay que hacer lo otro; después el
dirigente se va y lo que queda es lo mismo que había antes de que el dirigente
llegara. Eso no se resuelve así; ahí
hay problemas de estructura, de normas productivas, de métodos de
dirección, etc. Ah, el dirigente se ocupa, va a la fábrica, va a la base;
bueno, está bien, eso es una virtud; puede ser ejemplo, muy austero en su vida
personal, y eso es otra virtud; puede ser modesto en su trato -eso es más
difícil de encontrar- pero bueno, esa sería otra virtud. Pero nada de eso…,
todo eso metido en un paquete no
basta para resolver el problema de la economía, que es, implacablemente
matemático, y para que el resto funcione, tiene que funcionar la economía.
¿Por qué lo que hicimos en los 60 no se pudo sostener? ¿Por qué se derrumbó?
¿Por qué hubo una bancarrota económica? (…) Nosotros nos lanzamos a las grandes
reformas. Cuando decidimos en el año 1,961, después de la Campaña de
Alfabetización, que la educación iba a ser gratuita, hasta la universitaria,
nadie se preguntó con qué economía se iban a pagar las escuelas. Y cuando
decidimos que la salud iba a ser gratuita, en el 1,965, nadie se preguntó cómo
se iban a pagar los hospitales. Entonces, en Cuba fuimos acumulando ese default
(si es que se me permite decirlo así) que las grandes transformaciones sociales
trajeron aparejado.
P.-Pero eso era inevitable, si no para qué una Revolución…
[Foto de Ubre Blanca eichikawa.com] R.- Claro: hay que llegar entonces a la conclusión de que
no fue un error de políticas. No, porque si no se hacen esas transformaciones
sociales no responde a las prioridades del proyecto ni se mantiene el consenso
de la población; entonces, había que hacerlas. Pero hubo que afiliarse al CAME
para poder costearlas, porque todo eso se costeó después que Cuba entró en el
CAME. Gracias a su ingreso al CAME Cuba costeó, no solamente el desarrollo de la
economía que se iba a producir desde entonces, sino los grandes saltos que se
habían dado con la justicia social, desde los sesenta. La economía cubana no está llena de fracasos
como suponen muchos; está llena de aciertos, logrados bajo una presión
excepcional. De lo contrario, no estaríamos aquí parados y el país no tendría
una esperanza de vida, después de veinticinco años de crisis ininterrumpida, de
cerca de 80 años. (…)
Añade el Editor:
discrepo de esta interpretación. Creo que a partir de 1,966,- año más o
menos-, se generalizó el voluntarismo mesiánico del Gran Timonel Fidel Castro.
Se abandonó el Plan Costa Norte de Oriente, surgieron las Siete Pestes de
Egipto, con el Cordón de La Habana, la “Vaca Matilda” (Ubre Blanca), el Café
Caturra, la Pangola, la estrella Roja de André Voisin y todo lo que significó la
Zafra de los Diez Millones: el hundimiento general de la economía y el
despreció e ignorancia de ella como método de gobierno y de dirección que se
mantiene en la actualidad, convirtiendo las empresas no en cooperativas o
capitalistas puras, sino en puro capitalismo de estado al mejor estilo
estalinista.
Léase la Crítica al
Programa de Gotha, donde Marx expresa: “El derecho no puede ser
nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la
sociedad por ella condicionado.” “Cuando, con el desarrollo de los
individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y
corran a chorro llenos los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces
podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la
sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual, según sus capacidades;
a cada cual, según sus necesidades!” Cuando se pretende alcanzar el Paraíso sin
crear las bases, ocurre el desastre económico soviético y cubano.
Post scríptum
del entrevistador: “Y si Marx aparece por esa puerta, ¿qué le
diría?” (…)
Texto integro en: http://oncubamagazine.com/sociedad/un-hereje-en-el-convento-conversacion-con-aurelio-alonso/ © OnCuba
Aforismos y frases
célebres:
"La soberbia nunca
baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió." Francisco de Quevedo.
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 1,580 (1)–1,.645),… fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata
de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española y
es especialmente conocido por su obra poética, aunque también escribió obras
narrativas y obras dramáticas.
Fuentes Principales:
es.wikiquote.org; es.wikipedia.org; datos históricos del autor.
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negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El
sentido de (…) y de… es indicar que se ha condensado el original. Los
comentarios entre [ ] y las explicaciones en letra de 10 puntos entre paréntesis
son del Editor. Nuestros blogs son posibles por los servicios gratuitos de
diferentes empresas internacionales de comunicación. Gracias.
[1]
Citado por el historiador Octavio R. Costa.
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