jueves, 13 de agosto de 2015

131. Un hereje en el convento.

“...si yo quiero que la República sea amable, si yo quiero que los cubanos amen la Nación y la República, me importa muy poco que amen al Gobierno. El Gobierno es una cosa transitoria y la República es algo que debe ser inconmovible. El Gobierno se compone de personas que pasan. La República se compone de las leyes, de los sentimientos, de la historia que son duraderos. Amar a la República no implica amar a sus gobiernos.[1]Manuel Sanguily Garrite.

Conversación con Aurelio Alonso Foto: CubaxDentro Comentarios por Ángel Marqués Dolz. [Nota del Editor. Este blog está dirigido fundamentalmente a cubanos menores de 50-60 años y a los estudiosos del proceso que se inicia en Cuba en 1,959. Su propósito es dar a conocer aspectos generalmente omitidos en la educación nacional y/o la información pública cubana. La entrevista que les ofrecemos permite una mirada objetiva, no dogmática, abierta de una parte de nuestra historia. Añadiremos puntualizaciones personales a continuación de las agudas respuestas de Aurelio Alonso, con quien mantuve estrecha relación y a quien siempre he respetado por su honestidad intelectual, expresada dentro de los limitados marcos de la sociedad cubana. El espacio disponible nos obliga a escoger aquellas preguntas/respuestas que estimamos más relevantes. El lector que desee leer el texto íntegro podrá hacerlo abriendo el vínculo final. Así mismo, suprimimos el resto de secciones. Creo que merece la pena. Ud. decidirá.]

Cuando vino el segundo papa a Cuba ya usaba un bastón. Tres años después usa dos. Las rodillas le fallan, el cerebro no. A sus 76 años, Aurelio Alonso da señales de un pensamiento a prueba de dogmas, riesgo que suele venir tomado de la mano del tiempo. “…Si un marxista asume que todo lo que dijo Marx es válido, entonces no podrá serlo”, asegura en una de sus ideas polémicas que definen a este agudo intelectual, subdirector de la revista Casa de las Américas, y Premio Nacional de Ciencias Sociales 2,013.

Alonso sostiene que, como otros de su generación, fue obligado a vivir un exilio intelectual dentro de Cuba como consecuencia de la imposición de un marxismo de corte soviético, que desplazó a las posturas heterodoxas de los espacios de enseñanza y difusión mediática. La fecha de partida hacia ese exilio llegó para el sociólogo con el cierre, en los años setenta, de la revista Pensamiento Crítico (de cuyo consejo editorial era miembro) y del departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana (U.H.) (donde impartía clases) como consecuencia de un cerrado compromiso con la ideología del Kremlin asumido entonces por el proyecto cubano.

P.- ¿Por qué usted cree que la universidad cubana es todavía un reservorio residual de aquella ortodoxia, cuando debería ser lo contrario? R.-Pienso que la universidad sufrió mucho un estancamiento muy fuerte en los setenta. No sé hasta qué punto se ha logrado recuperar. Hay espacios en la universidad que muestran esa recuperación, pero el cuerpo institucional en general, a mi juicio, no se ha recuperado todavía.

Añade el Editor: por la expresión “universidad cubana” creo entender que Aurelio se refiere NO a la (UH), sino al conjunto del mundo intelectual que constituye la educación superior cubana, alumnado y profesorado. Por “fecha de partida” estimo que es el final de un proceso abierto de discusión ideológica que comienza desde la irrupción del Partido Socialista Popular (PSP) y sus dirigentes en la proyección sovietizante de aquello que fue calificado por su máximo dirigente como una revolución humanista”, “tan verde como nuestras palmasDesde 1,959 a 1,963-4 existió diversidad de criterios sobre la concepción ideológica y su proyección social. Revísese el periódico Revolución del período y allí encontrará los escritos dogmáticos de Blas Roca y las respuestas abiertas y discrepantes de Alfredo Guevara. El PSP concentró rápidamente en sus manos, tanto el aparato de represión, como la creación de las Escuelas Básicas de Instrucción Revolucionarias (EBIR) que introdujeron los dogmas,- y los manuales-, soviéticos como únicas verdades, además de formar,- deformar-, el pensamiento político de toda una generación. Los insurreccionales provenientes del Ejército Rebelde, del Mov. 26 de Julio, del Directorio Estudiantil, de las Brigadas de Acción y Sabotaje urbanas, etc., fueron relevados de sus responsabilidades de dirección y situados en cargos administrativos sin influencia en el desarrollo social. Además del exilio y prisión masiva de aquellos que no aceptaban el socialismo soviético como una alternativa válida para Cuba.

El Dpto. de Filosofía de la U.H. fue el último baluarte de esa lucha por un pensamiento socialista propio, nacional, independiente. Con él cayeron, en los setenta, decenas de intelectuales nacionales y extranjeros, profesores y alumnos de diversos centro de educación superior,- U. de Las Villas, U. de Oriente-, ante el ya imbatible seguidismo soviético.

P.- ¿Existe un pensamiento marxista cubano en la diáspora? R.- Hay un pensamiento cubano en la diáspora, pero no conozco un pensamiento marxista cubano en la diáspora. Creo que hay un pensamiento cubano en la diáspora que tiene mucho de positivo; incluso, a veces, aquel que es crítico hacia la Revolución. Estimo que es un pensamiento que no se puede desechar y que nosotros tenemos que incorporar; tenemos que incorporar un pensamiento de oposición también en este país, tenemos que habituarnos a eso, a que exista un espacio de legitimidad para el que piensa en contrario, no solamente distinto, que pueda polemizar, debatir, publicar, que pueda existir.

P.- ¿Eso explica su respaldo a una iniciativa como Cuba posible? R.-Eso explica la forma en que me he manifestado en todo lo que puedo decir. Tengo en mi trayectoria personal un exilio intelectual, se puede decir, como todos los compañeros de mi generación. No hubo exilio total porque seguí haciendo cosas, pero a mí se me vedó la entrada al aula universitaria, como a todos mis compañeros del grupo de Pensamiento Crítico. Es decir, para mí los setenta excluían la posibilidad de enseñar cualquier asignatura ideológica en un aula. (…)                             Afortunadamente en Cuba no hubo estalinismo al extremo, como en la Unión Soviética, pero tuve que pasar una especie de exilio académico y entonces realicé un retorno a principios de los noventa, y algunos de mis compañeros un poco antes, porque se creó el Centro de Estudios de América (C.E.A.) bajo la dirección, desde el Partido, del comandante Manuel Piñeiro. Se me posibilita unirme a ese grupo y también a otros compañeros de la vieja guardia; tal vez eso incidió en que el Centro de Estudios de América volviera a ser un foco de preocupación y tuviésemos que afrontar, veinticinco años después, otra situación de exilio interior, aunque en esta ocasión con un final menos dramático que la anterior. [Le ofrecemos un vínculo al final sobre el CEA.]

(…) Lo que pasó con nosotros pasó con la Sociología, que cerró como carrera universitaria. (…) Hay muchas carreras del mundo de las ciencias sociales que no existen en la Universidad de La Habana, ni en la academia cubana, porque durante años [décadas] se pensó que la sociología era una ciencia burguesa y que el materialismo histórico, que la había reemplazado, daba la respuesta a todo lo que había que responder desde el punto de vista sociológico. (…)... de esas secuencias de coyunturas adversas, se ha formado una generación de investigadores muy capaces, a contrapelo de las circunstancias. Centro de Estudios de América. Foto: www.cubaencuentro.com

P.- ¿Por qué las instancias, digamos que ejecutivas, prestan poca atención a los científicos sociales? R.- Hay un dilema entre el político y el científico, que Max Weber estudió muy bien y le dedicó un libro, precisamente, el cual es un aporte a la ciencia social, porque no todos los aportes a las disciplinas que estudian la sociedad vienen desde dentro del marxismo. Para los políticos es muy difícil aceptar que ellos no sean la expresión de la sabiduría política ante cada respuesta a la realidad; es decir, aunque teóricamente estuvieran dispuestos a equivocarse, nunca van a estar dispuestos a que otra persona tenga razón cuando opina en discrepancia de lo que se ha asumido como visión oficial.

(…) Cuba revolucionaria nace y se declara socialista y se hace socialista bajo el paraguas ideológico, no solamente de un nacionalismo cubano, sino de un socialismo cuya expresión institucional estaba en las filas del P.S.P. Los de Pensamiento Crítico no éramos la posición oficial; la posición oficial la dominaba más bien la posición ortodoxa, como todavía la domina en cierta medida. Aunque hoy hay mucha más apertura y comprensión que antes, no puedo decir que eso se haya terminado, ni va a terminar hasta que no pasen una o dos generaciones.

Añade el Editor: el problema es que no es aceptable ni será aceptada esa “ortodoxia” que significa continuar sin democracia, sin libertad de expresión y discusión. Que frena los cambios imprescindibles por intereses personales intelectuales, económicos y sociales de “la nueva clase”. En un marco menos represivo que el actual, saltará por los aires, como en China o Vietnam.

P.-Y el estalinismo, ¿está muerto y enterrado? R.-El estalinismo nunca se eliminó del todo, porque lo que hizo la crítica del culto a la personalidad fue reducir el estalinismo a un problema psicológico, (…). En todo caso había que criticarle los crímenes a Stalin, porque esa fue a una perversión propia de Stalin.Pero no era un problema solo de culto a la personalidad, era un problema mucho más complejo, pues que ese personaje llamado Stalin –que no se puede negar que también hizo cosas brillantes– condujo a la Unión Soviética como un monarca, como un zar, como un emperador, que deformó el Estado soviético institucionalmente, y creó una noción de todopoderoso; una visión partidocrática para manejar la sociedad . Deformación de la cual nosotros hemos heredado mucho. (…) La diferencia esencial entre el pluripartidismo y el unipartidismo no es una diferencia cuantitativa; es cualitativa. La cuestión radica en cómo pensamos al partido, qué función le debemos atribuir al partido. Creo que no puede ser la función de poder que tiene ahora, pero tampoco creo que deba limitarse a expresar de una función de contienda dentro del esquema electoral. Creo acercarme más a la idea de un partido revolucionario como lo veía Martí que como lo diseñó Lenin. Y no lo digo por nacionalismo [patriotismo] sino en búsqueda de una coherencia conceptual.

P.- Para conducir una guerra, pero no una repúblicaR.- No se puede afirmar que Martí estuviera a favor del unipartidismo, pero es evidente que estaba a favor de un partido revolucionario para la guerra, y no solo para la guerra sino para formar la república; un partido que tuviera una visión ética. Pienso que en Chibás había algo de eso también sin que fuera marxista; y en la juventud ortodoxa de la época hay un proyecto de programa redactado por Max Lesnik y otros jóvenes ortodoxos, el cual en algunos aspectos estaba a la izquierda del programa del Moncada. El programa del Moncada tiene un significado enorme: es el programa de los revolucionarios que han tomado las armas y que han mostrado el camino en la práctica. Esa idea de que el programa del Moncada fue superado rápidamente por la Revolución me parece muy discutible; más bien diría que el programa del Moncada fue reemplazado por un programa más afín a un socialismo estatista, que confundió la socialización con la estatización de la propiedad, y que fue poco realista en varios sentidos, que asumió esquemas ajenos y experiencias de otros.

P.-Buscando caminos exitosos, ¿debemos mirar hacia el modelo asiático de socialismo? R.- No sé, no sé. Creo que tenemos que crearlo nosotros a nuestra imagen y semejanza. El hecho de que los vietnamitas hayan hecho una evolución partiendo de un modelo pluralista debe inspirarnos a una apertura socioeconómica más importante a los sectores no estatales; mucho mayor, quiero decir, al sector cooperativo, y cuando digo mayor estoy pensando en grandes áreas de la industria; la industria textil, por ejemplo, la industria de confecciones, no tiene por qué ser estatal, puede ser mayoritariamente cooperativa. Hay sectores de la industria y del comercio que pueden ser cooperativos, y sectores también de la producción, de los servicios, que como mejor funcionan es siendo privados. (…)… en que el Estado pueda mantener su control por vía de la política fiscal. En eso hay que aprender de los EE.UU.: hay que pagar impuestos. Pero se trata de transferir la función de control de la economía a la política fiscal (que sería el modelo norteamericano para sostener el Estado), sino también por vía del Estado empresario –cuya eficiencia no es una ilusión, pero tiene que ser asegurada– donde éste represente el dominio socializado de la economía sí es muy eficiente.

P.-No está muy de moda… R.-Pues al contrario de lo que se dice, sí ha demostrado en muchos casos ser muy eficiente, porque cuando más eficiente fue la Renault en Francia fue cuando era empresa totalmente estatal. Y hay otros ejemplos significativos: el Ente Nacional de Hidrocarburos (ENI) que creo que se mantiene estatal en Italia, y que sigue siendo monopolio energético. Hay muchas muestras de las capacidades del Estado de generar eficiencia en sus empresas, porque tiene la posibilidad de también controlar. Cuando sea un Estado que responda a los intereses de los trabajadores, facilitando su participación efectiva en la toma de decisiones, va a tener más capacidad de impedir la corrupción en la empresa estatal. Un Estado aislado de los trabajadores es terrible porque se enquista, se anquilosa, y eso ha pasado en el socialismo en el siglo XX. En Cuba también los casos mayores de corrupción estatal tienen que ver con ese distanciamiento de una empresa que se supone que es propiedad de todo el pueblo, pero que el pueblo no se ha enterado que es de su propiedad. Renault en Francia. Foto www.elmundo.es

P.- ¿Y las apetencias políticas emergentes? R.-Apetencias políticas siempre va a haber. ¿Cuáles apetencias políticas, habría que comenzar por preguntarse? P.-De los nuevos actores económicos. R.- (…) Mira, el Partido tendría que ayudar más a discernir cuáles son aspiraciones legítimas y cuáles ilegítimas y proveer de cuadros, y ayudar a la educación, más que tratar de decirle a quienes manejan la industria lo que tiene que hacer, y a quienes manejan la economía lo que tiene que hacer. Eso es falso: me lo represento como un ejercicio artificial; no creo que los problemas de la producción se resuelvan de ese modo. Aquí no se va a producir más azúcar porque un dirigente, por alto que esté, visite los centrales todas las semanas y salga en la televisión diciendo que aquí hay que hacer esto y aquí hay que hacer lo otro; después el dirigente se va y lo que queda es lo mismo que había antes de que el dirigente llegara. Eso no se resuelve así; ahí hay problemas de estructura, de normas productivas, de métodos de dirección, etc. Ah, el dirigente se ocupa, va a la fábrica, va a la base; bueno, está bien, eso es una virtud; puede ser ejemplo, muy austero en su vida personal, y eso es otra virtud; puede ser modesto en su trato -eso es más difícil de encontrar- pero bueno, esa sería otra virtud. Pero nada de eso…, todo eso metido en un paquete no basta para resolver el problema de la economía, que es, implacablemente matemático, y para que el resto funcione, tiene que funcionar la economía. ¿Por qué lo que hicimos en los 60 no se pudo sostener? ¿Por qué se derrumbó? ¿Por qué hubo una bancarrota económica? (…) Nosotros nos lanzamos a las grandes reformas. Cuando decidimos en el año 1,961, después de la Campaña de Alfabetización, que la educación iba a ser gratuita, hasta la universitaria, nadie se preguntó con qué economía se iban a pagar las escuelas. Y cuando decidimos que la salud iba a ser gratuita, en el 1,965, nadie se preguntó cómo se iban a pagar los hospitales. Entonces, en Cuba fuimos acumulando ese default (si es que se me permite decirlo así) que las grandes transformaciones sociales trajeron aparejado.

P.-Pero eso era inevitable, si no para qué una Revolución[Foto de Ubre Blanca eichikawa.com] R.- Claro: hay que llegar entonces a la conclusión de que no fue un error de políticas. No, porque si no se hacen esas transformaciones sociales no responde a las prioridades del proyecto ni se mantiene el consenso de la población; entonces, había que hacerlas. Pero hubo que afiliarse al CAME para poder costearlas, porque todo eso se costeó después que Cuba entró en el CAME. Gracias a su ingreso al CAME Cuba costeó, no solamente el desarrollo de la economía que se iba a producir desde entonces, sino los grandes saltos que se habían dado con la justicia social, desde los sesenta. La economía cubana no está llena de fracasos como suponen muchos; está llena de aciertos, logrados bajo una presión excepcional. De lo contrario, no estaríamos aquí parados y el país no tendría una esperanza de vida, después de veinticinco años de crisis ininterrumpida, de cerca de 80 años. (…)

Añade el Editor: discrepo de esta interpretación. Creo que a partir de 1,966,- año más o menos-, se generalizó el voluntarismo mesiánico del Gran Timonel Fidel Castro. Se abandonó el Plan Costa Norte de Oriente, surgieron las Siete Pestes de Egipto, con el Cordón de La Habana, la “Vaca Matilda” (Ubre Blanca), el Café Caturra, la Pangola, la estrella Roja de André Voisin y todo lo que significó la Zafra de los Diez Millones: el hundimiento general de la economía y el despreció e ignorancia de ella como método de gobierno y de dirección que se mantiene en la actualidad, convirtiendo las empresas no en cooperativas o capitalistas puras, sino en puro capitalismo de estado al mejor estilo estalinista
Léase la Crítica al Programa de Gotha, donde Marx expresa: “El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado.”  “Cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro llenos los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!” Cuando se pretende alcanzar el Paraíso sin crear las bases, ocurre el desastre económico soviético y cubano.

Post scríptum del entrevistador: “Y si Marx aparece por esa puerta, ¿qué le diría?” (…)



Aforismos y frases célebres:
"La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió." Francisco de Quevedo. Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 1,580 (1)–1,.645),… fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española y es especialmente conocido por su obra poética, aunque también escribió obras narrativas y obras dramáticas.

Fuentes Principales: es.wikiquote.org; es.wikipedia.org; datos históricos del autor.

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[1] Citado por el historiador Octavio R. Costa. 
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