Tomado de Memorias
1,947-1,952. Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey. Imprenta El
Camagüeyano, 1,952.
Egresados del Instituto de Segunda
Enseñanza de Camagüey en 1,952.
Autoridades civiles, militares y
eclesiásticas.
Representaciones oficiales.
Señor
Director del Instituto.
Compañeros profesores.
Alumnos graduados; Alumnos todos.
Señoras
y señores:
El
deber me trae, en esta hora, de la mano, ante ustedes, para que cumpla con un
ritual ineludible: Decir adiós, en nombre de nuestro Claustro, a los alumnos
que han recibido, en esta noche, la solemne investidura del Grado de Bachiller.
Despedir
a los muchachos de nuestro Centro no es cosa fácil. Decir adiós a los alumnos
que durante cinco años consecutivos llenaron nuestra Casa de Estudios con su
júbilo y con su entusiasmo, es tarea ardua. El corazón se encoge de emoción. La
voz pugna por romperse en el pecho. Nuestros muchachos se han estirado en
cuerpo y en espíritu —les han crecidos las alas— y pretenden explorar otros
cielos, echarse al vuelo bajo otros horizontes.
El
espectáculo no es nuevo para nosotros. Cada año acontece lo mismo. Pero,
siempre —en este minuto— un temblor íntimo nos sacude las fibras más profundas
del alma. Sin embargo, como no podemos caer —como el profesor tiene que andar
de pie, con la frente clara, levantada en el viento— una satisfacción honda,
rotunda, plena, nos ilumina, a la vez, en este instante, paliando todos los
sinsabores.
Un
gozo, limpio y blanco, nos sube de lo arcano: Nuestros alumnos han alcanzado
una meta. Después de cinco años de brega fecunda se han graduado de
Bachilleres. Han experimentado la alegría de triunfar. Han aprendido que todo esfuerzo, bien orientado, no es baldío. Que,
cuando se labora con tesón —y se pone el corazón en el empeño y se despabila la
voluntad y se la obliga a andar en línea recta— el éxito se nos viene a la mano
como un perro sumiso. Han aprendido la magna lección de que el hombre es hijo
de sus obras.
Que la vida no nos regala nada. Que el triunfo hay que conquistarlo con desvelos,
sacrificios, abnegaciones y renunciamientos. Que el sendero que conduce al
logro del ideal es riscoso, empinado y difícil. Y que,
muchas veces, al ascender, se nos quedan pedazos de la entraña misma en el
camino. Pero que, cuando se sabe luchar con valor, decisión y firmeza, el
anhelo soñado cuaja, al cabo en tangible y luminosa realidad.
Precisamente, en este minuto grave, en que los alumnos
abandonan nuestra Casa, definitivamente, nos cabe pregonar una verdad clara y
desnuda: Nosotros no nos hemos limitado a instruir. En
ningún momento hemos convertido el Instituto en un mero arsenal de libros y de
conocimientos. Ni nos hemos circunscrito a ser ingenuos recitadores de una
lección.
Hemos pretendido más: Hemos tratado de educar. Es decir: de
formar a los alumnos integralmente.
Sabemos que, por encima de todo, hay una profesión universal que es la de
HOMBRE. Y que no se puede ser un buen profesional, sin ser primero un individuo
bueno y un ciudadano idóneo.
El profesor que se límite a instruir solamente,
incumple su misión. El ser humano no
es sólo un ente intelectual. Es también espíritu. Y olvidar lo esencial por
atender o lo secundario es desconocer la gravedad de su cometido y la
trascendencia de su labor. Por eso, hemos tratado, en todo momento,
de cultivar a nuestros alumnos. Sabemos que “la cultura no es sólo sabiduría
del pensamiento sino también sabiduría de la conducta”, como decía un viejo
pensador.
No basta, para ser útiles a la sociedad y a
nosotros mismos, con saber matemáticas o geografía, gramática o historia.
Es necesario, además, —y por sobre todo— saber ser el hombre adecuado ante
cada revuelta de la vida, ante cada minuto de la existencia.
Y
a forjar hombres —es decir, hijos
buenos, padres responsables, ciudadanos dignos— hemos dedicado
muchas horas. Cada vez que las circunstancias presentaban una coyuntura
propicia, no la desperdiciábamos. Convencidos
de que el mundo está carente de espíritu, de que sólo domina el apetito torpe
de enriquecerse, el afán desmedido de lucro, hemos tratado —en los instantes oportunos— de
encender, en el alma de nuestros muchachos, la llama de la idealidad y de la
fe, del entusiasmo y del fervor.
El
joven, en la hora de hoy, se debate en un medio crítico, lleno de angustia,
podredumbre, erizado de sinsabores y (ilegible). Algunos vienen de
hogares deshechos. Otros de una
(ilegible), donde los progenitores viven en permanente (ilegible). Los más —desde luego— vienen de un (ilegible) plácido y sereno, dulce y
alentador (ilegible) tienen la
fortuna de hallar entre los suyos
(ilegible) dulcedumbre y de equilibrio
—de ver reinar (entre las) paredes de su hogar, la paz domestica (ilegible) blanco y sencillo— encuentran en la calle un río de
torpezas y escándalos.
Ven, a toda hora, la grosería entronizada
en todas partes, convertida en norma de conducta. La palabra burda, el gesto
soez, la chatura* mental, la
ausencia, casi total, de espíritu, le salen al paso por momento. Le cortan el impulso
noble. Le frustran la palabra sana y el propósito limpio… [*Chatura: cualidad de chato, que tiene menos relieve de lo que se
espera. IA Google.]
Si vuelven la pupila a las altas esferas dirigentes hallan en quiebra los principios más santos de la
nación y de la patria. Si bajan la
vista y escrutan los estratos inferiores de la sociedad, se toparán sus ojos
con un dolor cruento y atroz: Miseria
física y moral. Niños abandonados. Analfabetismo. Promiscuidad. Hambre.
Prostitución en todos los aspectos. El vicio se enrosca en muchas
conciencias que pudieran salvarse. La pena se nutre —como un cuervo
furioso— en muchas almas, dignas de mejor suerte.
Atravesamos minutos terribles para la formación de
nuestros jóvenes. Al terminar esta etapa de sus estudios, no podemos
ofrecerles, con las manos trémulas,
un mundo feliz.
Por el contrario, con la frente caída y la palabra
triste, les descorremos las cortinas de los más oscuros horizontes.
Los profesores nos afanamos por cerrarles los caminos
a tanto dislate, a tanta nequicia* y maldad.
Abrimos los brazos para que el aluvión de chabacanería** y de arrogancia, de
malicia y soberbia no llegue y arramble con el corazón de nuestros muchachos.
[*La palabra "nequicia" significa maldad, perversidad o
ruindad. Es un término que se utiliza para describir la
cualidad de ser malvado, perverso o ruin.]
[Etimología: La palabra "nequicia" proviene
del latín "nequitia", que también significa maldad o perversidad,
según un diccionario etimológico. Uso:
Aunque es un término que se encuentra en el diccionario, su uso no es muy
común en el habla cotidiana. Generalmente se encuentra en textos
literarios o en contextos donde se busca un lenguaje más formal. IA Google.], [**Chabacanería: nombre
femenino. Falta de arte, gusto y mérito estimable. R.A.E.]
Muchas
veces —la mayoría— no lo logramos. Pero, al menos, hacemos el esfuerzo. Es
difícil erguirse en medio de esta ola de confusionismo, donde se han
subvertido, no sólo los valores morales, sino hasta el significado de las
palabras. En un país donde al latrocinio se le llama “filtración” [Resolver] y a la dignidad, “susceptibilidad” [Disidente o contra] y a la decencia,
“misticismo”.
[Honestidad: sinónimos y antónimos: decencia.
honestidad, pudor, pureza, castidad, recato, moralidad, integridad, virtud,
ética, vergüenza. Antónimos: deshonestidad,
desvergüenza. https://www-wordreference.com>
sinónimos y antónimos. …, hay que empezar por devolverle a los
vocablos su sentido para devolvérselo a la vida misma.
Bajo
este signo fosco* [Los diccionarios
lo remiten al pelo alborotado. En Cuba, la palabra se usa como sinónimo de mal
encarado, hostil, etc.] terminan
nuestros alumnos su enseñanza media.
Para donde quiera que vuelvan sus pupilas —ilusionados
y jóvenes— sólo hallarán un panorama oscuro y torvo [Dicho
especialmente de la mirada: Fiera, espantosa, airada y terrible a la vista.
R.A.E.] Desajuste. Desequilibrio. Injusticia y dolor.
Nuestra
palabra se levanta en medio de esta tolvanera [nube de polvo. R.A.E.] densa, y
brava, desconcertante y triste. Pero, estamos seguros de que la semilla quedará
en muchas almas. La lección dada ha
prendido ya en muchas conciencias.
Y
los que aprendieron en las aulas que sólo son dignos de vivir los capaces de
conquistar la vida, no la tomarán por sorpresa. Y lo mismo que ahora ganaron,
en brega fecunda (ilegible) en el
Instituto, mañana los obtendrán en la
(ilegible) su esfuerzo y tesón. Y los que han sabido (ilegible) con la frente levantada y el pensamiento limpio (ilegible) seguir por el camino sin
bajar la cabeza.
Queridos alumnos: Pienso, como Rodó que hablar a la
juventud es un género de oratoria sagrada (ilegible) todo cuando esa muchachada ha estado tan cerca de
nuestros corazones como han estado ustedes del mío. Yo no quiero
entenebrecerles (sic) esta hora de júbilo con palabras amargas.
Pero, es necesario que les afirme que con el Título de Bachiller, que les
entregamos esta noche, les damos también una responsabilidad, un deber que
cumplir:
Ustedes son hijos de una Patria noble y hay que
honrarla. No basta que vayan a la Universidad, unos y otros, por
los distintos derroteros de la existencia, a conquistar triunfos y a ceñirse
laureles. Hay que hacer más. Tienen
que persuadirse de que todo lo que les manche su país, todo lo que enturbie el
decoro de nuestra nación, aunque les halague y les convenga, como individuos,
deben rechazarlo, cerrada y virilmente.
No quieran galardones si no los han sabido ganar. No
quieran riquezas, si no las han logrado con el sudor honrado de sus frentes. No quieran aplausos, si para
ello tienen que claudicar de sus principios. Porque si las nuevas generaciones siguen por los derrocadores
de la despreocupación, de la insensibilidad moral, del egoísmo y de la
contumacia, la Patria se nos hundirá.
Y
la tierra nuestra —húmeda aún por la sangre de nuestros mambises, aureolada por
la sangre de nuestros mártires— caerá en el caos, empujada por las manos
insensatas de sus propios hijos. Y Cuba,
bajará la frente dolorida para no levantarla jamás.
Quiera
Dios que estas desgracias no sucedan. Nosotros tenemos fe en la pureza de
ustedes, en la blancura de sus ideales, en la limpieza de sus propósitos. Y
si algún día, la tentación los llama —con su silbo oscuro de serpiente— vuelvan
los ojos a nuestro Instituto. Aquí nos encontrarán a nosotros para infundirles
alientos y no dejarles caer.
Aquí
nos encontrarán siempre con nuestra pobreza limpia, con nuestra dignidad
vertical, con nuestra palabra, de estímulo. Los que fuimos profesores de
ustedes no les cerraremos jamás el corazón porque les conocemos la bondad y la
entereza, el entusiasmo y el tesón.
En
nombre de nuestro Claustro les deseamos muchas venturas por todos los caminos
del trabajo y del estudio. Que el Alma Mater los reciba, no sólo con los brazos
abiertos sino con el pecho, ancho y generoso, en actitud propicia. Que triunfen en sus empeños docentes o en
cualquier otra actividad.
Y,
sobre todo, que no se olviden de las verdades sencillas que aprendieron a
nuestra sombra en los días felices que departimos en las aulas, llenas de luz
de alegría bajo el signo del compañerismo y del amor. Y cuando pase el tiempo y
los años les hayan caído, como lluvia bendita sobre los corazones, vuelvan
las pupilas hasta nosotros que siempre encontrarán nuestras manos tendidas,
nuestros espíritus abiertos y nuestros labios dispuestos a proferir para
ustedes, la mejor palabra de cariño llena de sinceridad.
Tomado de Memorias 1,947-1,952. Instituto
de Segunda Enseñanza de Camagüey. Imprenta El Camagüeyano, 1,952.
Fuente de este artículo: https://www.elcamaguey.org/luis-martinez-discurso
Opinión de lectores: Prof. Liuván Núñez Díaz. 2 meses.
Muy interesante nuestra historia, yo soy un apasionado e investigador de la
historia de los Institutos de Segunda Enseñanza.
Prof. Liuván Núñez Díaz. 2 meses.
Quisiera ponerme en contacto para saber más de los institutos. ¿Este discurso
de despedida fue dado por Luis Martínez? Quisiera ver un ejemplar de los
títulos de graduados.
María Antonia Borroto. 2 meses. @Prof. Liuván Núñez Díaz: Sí, es un
discurso de Luis Martínez. Para ver algún título habría que contactar con algún
egresado.
Jorge Eduardo Abreu Ugarte. 1 mes. Muy
interesante. Trabaje cuatro años en Camagüey y pasaba casi a diario frente a
esta majestuosa edificación, el instituto pre - universitario, que tanta
historia guarda de la ciudad de Gertrudis Gómez de Avellaneda, de Ignacio
Agramonte y Amalia Simoni. Felicidades.
Ruslan Muñoz Hernández. 16 días.
Torrente de civismo, decencia y humanismo. Que hermoso leer un texto como este.
Romel Hijarrubia Zell. menos de 1 minuto. Comparar el
ayer con el hoy, pone en evidencia tanto carencias como virtudes. Recordemos que este discurso se pronuncia
en el mes de octubre de 1,952, cuando el Golpe de Estado es un hecho que viola
las normas de convivencia y legalidad de la patria.
No sé si alguno de los lectores ha hecho la
comparación histórica del texto con la actualidad: ¿qué hemos ganado y qué
perdido?, ¿Recuperamos lo perdido o estamos bien cómo estamos? Hágase Ud. la pregunta: la comparación y
llegue a sus propias conclusiones. Yo tengo las mías, que salen a flote en
cada ocasión en que leo artículos como este. R.
Nota del Editor: por lo extenso de este discurso, lo
publicaremos en https://mangoconarroztres.blogspot.com/ completo. Una gran
lección de Moral y Cívica, de Honestidad, Decencia, Principios y valor personal
en aquellas y otras circunstancias históricas. Será al inicio del Curso Escolar 2,025-2,026.
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