La muerte de José Martí: misterios y lucro del martirio – Cubanet Por Alberto Méndez Castelló. Miércoles, 19 de mayo, 2,021
Representación de la muerte de José Martí. (Foto de archivo).LAS TUNAS, Cuba. ─ La muerte de José Martí todavía es un misterio
al cumplirse este miércoles 19 de mayo 126 años de aquel arrebato ocurrido en
Dos Ríos. Escribí arrebato, qué si no? ¿Y qué es sino frenesí, coraje, furor,
fogosidad de soldado bisoño lo que llevó a Martí a la muerte? Montado en Baconao, ─un caballo níveo,- [de nieve o
semejante a ella] ─, con pantalón claro, chaqueta negra, sombrero de [piel de] castor
y revólver en mano, el Apóstol se convirtió en lo que los tiradores llaman “un blanco perfecto”.
Sólo la imprudencia, la temeridad manifiesta o el estado de
depresión mental hacen que alguien enfrente un combate que produce lesiones
así, mortales por necesidad. “Herida de
bala penetrante de pecho (…) herida
de bala en el cuello (…) herida de
bala en el tercio inferior del muslo derecho”, rezaba el acta
de necropsia hecha por el doctor Pablo A. de Valencia.
La batalla en Dos Ríos terminó en retirada por “la flojera y poco brío de la gente”, a
decir del generalísimo Máximo Gómez. La noche del 19 de mayo de 1,895 el viejo
general cubano-dominicano escribió en
su Diario de Campaña: “Martí habló con
verdadero ardor y espíritu guerrero, ignorando que el enemigo venía marchando por mi rastro y que la
desgracia preparaba a nosotros y a Martí la más grande desgracia”.
De las circunstancias concurrentes que condujeron a la
muerte de Martí, Gómez apuntó: “Cuando
Martí cayó me había abandonado y se encontraba solo con un niño que
jamás se había batido, Miguel (Ángel) de la Guardia. Y esto, no obstante que, cuando ya íbamos a enfrentarnos con el
enemigo, le ordené que se quedara detrás; pero no quiso obedecer mi
orden y no pudiendo yo hacer otra cosa, que marchar adelante para arrastrar a
la gente, no pude ocuparme de Martí”.
Se sabe que la tarea de un general en campaña es dirigir
soldados para ganar una batalla tras otra con las menores pérdidas posibles en
hombres, armas y recursos. Así se gana una guerra. Once años antes, allá en Nueva York, en el
hotelito de Madame Griffou, así se lo había dicho con pocas palabras, como era
su costumbre, Gómez a Martí: “Vea, Martí,
limítese usted a lo que digan las instrucciones, y lo demás el general Maceo
hará lo que deba hacerse.”
En 1,884, Gómez y Maceo planeaban una guerra para liberar a
Cuba del colonialismo español. Ellos diseñaban una estrategia, no la constitución de una
república. Para los próceres, el gobierno representativo vendría luego.
Esa urgencia del mando militar, embrión de una cuasi dictadura, olvidadizo de
Céspedes y Agramonte (sic.) ─porque Gómez y Maceo recordaban más las taras
de los hombres que hicieron sucumbir la República en Armas que la futura
República de Cuba─ hizo que Martí escribiera a Gómez: “Un pueblo no se
funda, General, como se manda un campamento”. [No sólo a Gómez, sino
a muchos otros luchadores le es aplicable la advertencia del Apóstol.]
El martirio de Martí, un republicano, tenía más angustia en
el “Vea, Martí, limítese usted a lo que
digan las instrucciones”, dicho por Gómez en el hotelito de Madame Griffou,
que en los grilletes que
le habían hecho preso político siendo un adolescente, con sólo 16 años, en la
cantera de San Lázaro. Y en mayo de 1,895, en el ingenio La Mejorana,
otra vez ocurrió el mismo escarnio que en el hostal de Madame Griffou, y por
los mismos motivos: la
preponderancia de lo militar sobre lo civil en la fundación de la nación.
Lo ocurrido en La Mejorana califica como uno de los momentos
más trascendentales en la historia de Cuba. En aquella reunión no sólo se
debatieron los métodos para dirigir la guerra y un programa político, sino que pugnas anteriores,
aparentemente olvidadas, resurgieron. Esos conflictos se evidenciaron en
el último discurso del mártir de Dos Ríos, pronunciado sobre Baconao, su
caballo blanco, dos horas antes de morir el 19 de mayo de 1,895, cuando, ante
los soldados del general Bartolomé Masó, dijo: “Por la causa de Cuba me dejaré clavar en la cruz”. ¿Y cuál era la
cruz? El general Loynaz del Castillo, apropósito del último discurso de Martí
escribió:
“Desde el principio surgían de aquel desbordamiento de
elocuencia las palabras nerviosas, indicadoras del combate interior que sufría
la existencia de José Martí: las primeras, absurdas contrariedades de La
Mejorana, ante las ideas, apocadoras [Apocador,
ra.1. adj. desus. Que apoca (ǁ
reduce a poco DEL.RAE.ES] de la
guerra, vertidas por el vencedor de Jobito (Maceo,
el 13 de mayo de 1,895)
y luego ─en consecuencia injustificable de aquellas ideas─ la frialdad
creciente del general Gómez, al parecer empeñado en ganarse la subordinación
del general Maceo quien
irritado todavía por las precarias condiciones de su expedición (la de
la goleta Honor bajo el mando del general Flor Crombet), no le pedía instrucciones, y
órdenes mucho menos”.
En la carta del 18 de mayo a su amigo Manuel Mercado, Martí
dijo: “Sé desaparecer”.
Y… misteriosamente, pocas horas después de escribir esa suerte de epitafio, “Sé desaparecer”, y a sólo
dos horas de afirmar, “Por
la causa de Cuba me dejaré clavar en la cruz”, cabalgando inerme frente
a fusileros bien situados, sin más compañía que la de un soldado bisoño, Martí
moría, virtualmente crucificado por las balas españolas. [¿O por las disputas internas?]
A 126 años del martirio, en circunstancias hoy similares a
aquellas, la del
predominio de los generales, es útil preguntar: ¿Martí murió por “la
causa de Cuba” o a causa de la conducta de algunos cubanos? No lo sabemos.
Y probablemente no lo sepamos nunca, porque las cuatro páginas de su diario, correspondiente al 6 de mayo,
día siguiente de la reunión de La Mejorana, fueron arrancadas.
El del diario es otro misterio. Al respecto, cabe
preguntarse: ¿Por qué
Gómez, quien recibió el diario “completo”,
según el coronel Garriga ─que dijo ponerlo en sus manos─, hizo desaparecer esas páginas?
¿Qué testimonio tan
acusador escribió Martí en aquellas cuatro páginas que Gómez, tan apegado a la
disciplina, la moral y lo bien hecho, optó por secuestrarlas?
Pero si la muerte de Martí es un misterio, el robo y
tergiversación de sus ideas para lucrar con ellas es un hecho público y
notorio. En julio de 1,953 ─centenario de su natalicio─, tras el asalto al
Cuartel Moncada, Fidel Castro sentenció: Martí fue “el autor intelectual”. Se necesitarían cientos de páginas ─no las
cuatro desaparecidas misteriosamente de su Diario─ para relatar como el
castrocomunismo tergiversó las ideas del Apóstol para amoldarlas a su
dictadura, pero no es necesario escribir tanto, basta citar una frase: “Somos
continuidad”.
Y sí, son continuidad de lucro, del martirio de quien prefirió inmolarse a
fundar una nación “como se manda un
campamento”, y eso hoy es Cuba: una nación-cuartel.
Añado: coincido
con lo expuesto en este interesante artículo, menos en el último párrafo. Peca de exageración y adjetivos
para basar la acusación de lucro con las ideas de los republicanos cubanos, no
sólo de José Martí, en una fecha tan significativa como el Centenario de su
nacimiento. Los escritos, discursos martianos sí fueron parte de la cultura política de la generación veinteañera de
1,953. Fuente inspiradora de la lucha contra la tiranía de la juventud
cubana de la época. Hoy, ni saben quién fue.
El citar, en el mismo plano ético y político a Céspedes y a
Agramonte, no me parece
acertado. Los pocos que quedan y conocen las interioridades de la Guerra
Grande, saben que Céspedes,- con justicia El Padre de la Patria o, El Padre de
todos los Cubanos-, tenía defectos y deficiencias que condujeron,- con razón o
sin ella totalmente, a su destitución. Ignacio Agramonte es otro cantar:
republicano, civilista, demócrata a ultranza, siempre luchó por la
subordinación del mando militar al gobierno de la República en Armas. Cierto que era una locura mantener
un gobierno al pleno en medio de la lucha armada, cierto también que,
en ocasiones, el Gobierno se entrometió en decisiones militares sin tener los
elementos de juicio necesario para ello. El temor a la repetición de los errores de la Guerra
Grande en este aspecto, acosaba también a Gómez y Maceo, tanto como a Martí
pudiera preocupar el mando militar, como ocurrió abierta o
encubiertamente, en la mayor parte de Nuestra América y aún ocurre.
Sobre la calificación de “castrocomunismo” y dictadura, un escritor con su formación conoce que
no es comunismo ni de lejos, lo que existe en Cuba, sino simple capitalismo (en ruinas) de estado,
como en China y tantos otros, que se proclaman comunistas o socialistas sin
serlo. No es una
dictadura, sino una tiranía. El dictador contaba con la aprobación del pueblo romano para ejercer el
poder absoluto durante seis meses, pasados los cuales podía renovar la petición
y, también, podía ser imputado por errores reales o supuestos cometidos en el
desempeño de su cargo. El tirano es quien se apodera del poder y lo
ejerce sin consentimiento de los ciudadanos.
Al margen de estos comentarios, creo que el meollo, el centro del análisis, es la
hipocresía y cobardía política e histórica que, en Cuba y en Nuestra América,
se analiza la historia patria y sus luchadores por la libertad. La
diferencia con lo que se hace en los países de habla inglesa es total. Por
ejemplo: la vida y obra de uno de los Padres Fundadores de la Unión
estadounidense,- Thomas Jefferson-, es de público conocimiento con sus manchas
y brillos, como tienen todos los soles.
El Diario de Campaña de José Martí es, aún sin las cuatro páginas de marras, harto
comentadas, valedoras de cualquier hipótesis histórica, suficientemente
claro sobre las relaciones entre Gómez, Martí y Antonio Maceo, el que, por
cierto, abandonó, con su tropa, La
Mejorana, al término de la reunión con los dos primeros, dejándolos sin
protección. Basta leerlo
dos o tres veces para captar lo que no está escrito.
La Historia de nuestras luchas por la Independencia todavía
no se ha hecho. El “Diario de un Soldado”
de Fermín Valdés Domínguez fue quemado en la Plaza Cadenas de la U. de La
Habana, con todo el valor incalculable de las interioridades de la Guerra de
los Diez Años.
Igualmente, sobre el Pacto del Zanjón y los “arreglos” con los jefes mambises poco o
nada se ha escrito. Es tema “tabú”. Eran los usos de la guerra de la época, al pactar el cese de una contienda
entregar determinadas compensaciones, sin faltar al honor militar del que la
recibía. El único que no acepto ningún tipo de compensación fue el
Generalísimo Máximo Gómez Báez, que emigró sin una peseta, uno de cuyos hijos murió de
hambre. En nuestro hipócrita relato “histórico”,
pesa mucho el temor a ser acusados de racistas, antipatriotas, extremistas,
etc. Cierto que, como expresará Máximo Gómez, “Los cubanos no llegan o se pasan.” Es un defecto nuestro. No hay
nada perfecto. Creo, que
lo mejor que ocurrió fue que tanto Martí como Antonio Maceo murieran antes de
la Intervención de los EE.UU. en nuestra Guerra de Independencia.
“A principios de la República, el trovador Emilio Billillo,
buscando un medio para protestar contra los desmanes de nuestros gobernantes, le cambió el título
conservando la melodía por el de Clave a
Martí, y con otra letra que cantaron y siguen cantando trovadores y pueblo”:
“Aquí falta señores, una voz
de ese sinsonte cubano
de ese mártir
hermano
que Martí se llamó.
Pero falta el clarín de mi Cuba,
pero falta su voz,
que se apagó.
Martí no debió de
morir.
¡Ay! De morir.
la patria se
salvaría
y Cuba sería feliz
ay! muy feliz”.
Fuente:
Aquí
falta, señores, una voz | El Nuevo Herald
19 de mayo de 1,850 - Ondea la bandera cubana por primera vez, en Cárdenas,… EcuRed. “Narciso López de Urriola (Caracas, 2 de noviembre de 1,797-La Habana, 1 de septiembre de 1,851) fue un militar español nacido en Venezuela creador de la bandera y del escudo de Cuba.1 A partir de una idea de Narciso López, junto a otros exiliados cubanos en Nueva York como el poeta Miguel Teurbe Tolón, José Aniceto Iznaga Borrell, su sobrino José María Sánchez Iznaga, Cirilo Villaverde y Juan Manuel Macías, confeccionaron en 1,849 la bandera de Cuba, que es hoy la bandera y pabellón oficial… Sobre ella juraron luchar y ofrendar la vida por hacer de Cuba una república independiente del imperio español. López fue líder de hasta cinco intentos para liberar a Cuba hasta que fuera ejecutado por las autoridades coloniales en La Habana por alta traición mediante garrote vil el 1 de septiembre de 1,851”. es.wikipedia.org
20 de mayo de 1,902 - Queda constituida la República de Cuba, EcuRed. “con el Apéndice de la Enmienda Platt que otorgaba el derecho a EE.UU. de intervenir en Cuba, según lo juzgase necesario. Derogada el 29 de mayo de 1,934”. Entrecomillado del Editor.
Nota: está publicación se realiza sin sustituir la del domingo 24 de mayo, que tiene otros contenidos, además de las Efemérides del mes.
Próxima edición: 24 de mayo.
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