1,492-1,898: Supervivencia y
resistencia indígena a la opresión colonial española en Cuba. Por
Rolando Julio Rensoli Medina .
La historia de Cuba no comenzó hace
513 años cuando Cristóforo Colombo arribó a sus costas el 27 de octubre de 1,492
y por su voluntad inconsulta la llamó Juana, desconociendo la historia y
tradiciones de sus habitantes; comenzó varios miles de años antes, cuando
llegaron los seres humanos que la descubrieron: los araucos anónimos
que a la postre la denominarían con
el nombre que trascendió y perdura hasta nuestros días.
(…) No podemos a estas alturas seguir
periodizando la evolución histórica del país en tres etapas: colonia, república
neocolonial y poder revolucionario y ver como prehistoria lo que antecedió; la
etapa prehispánica, es la primera y hasta el presente más extensa, de la
historia de Cuba.
Es ya inconsistente hablar de
exterminio hasta cero de la
población aborigen en la colonia temprana; exterminio sí, y genocidio, etnocidio
o limpieza étnica pero no total.
La fórmula simplista de África más España es igual a Cuba, no da respuesta al
ajiaco orticiano. Ni África es un continente para tratarlo tan
sencillo ni España es una unidad monolítica; más de 88 etnias africanas
—afirma Jesús Guanche—, llegaron a Cuba y las Españas son 17 etnias presentes
todas, de alguna manera en este archipiélago,… [Son las que, según
el autor, llegaron a Cuba en y durante la conquista. No las existentes en España
en aquel momento o posteriormente.]
Antes de Rodrigo de Triana y
Cristóforo Colombo: Unos 5 mil años antes de la era cristiana comenzó la
historia de Cuba, según lo confirman los estudios arqueológicos.
(…)
Su población se ha calculado por
diversos autores entre 100 mil y 700 mil personas al momento de la conquista
española (1,510-1,515) con cifras recurrentes de 150 mil, 200 mil, 300 mil y
medio millón. Juan Pérez de la Riva* (La conquista del espacio cubano,
Fundación Fernando Ortiz, 2,011) apreció que sería de unos 120 mil
estudiando diversas fuentes.
[“Juan Pérez de la Riva y Pons
(París, 1,913-La Habana, 1,976)
fue un historiador cubano En 1959 fue asesor de la colección cubana de la
Biblioteca Nacional y dirigió la revista de la Biblioteca Nacional. Fue profesor
titular de Humanidades en la Universidad de La Habana,
profesor invitado del Colegio de Francia y del St.
Anthony´s College de Oxford y
fue profesor asociado de la Universidad de París-Nanterre. Es autor de los dos
primeros tomos del Anuario de Estudios Cubanos. Escribió en las revistas
Bohemia, Economía y Desarrollo, Cuba Internacional y en el Boletín Demográfico.
El historiador cubano Ramón de Armas
destacó de la obra de Pérez de la Riva haber innovado en la metodología
histórica al introducir el estudio de las cifras económicas en el análisis
histórico. En sus análisis
históricos, interrelacionó la sociedad, con el hombre y la naturaleza, a efectos
de inferir la evolución de la población.” es.wikipedia.org
Su trabajo de investigación se expresó
en más de 115 títulos que han sido ya publicados; 72 artículos científicos, casi
a razón de más de cuatro artículos como promedio anual entre 1960 y 1976, período que comprende su
vida intelectual activa, 25 libros y folletos y además varias contribuciones
entregadas en eventos científicos internacionales.” ecured.cu]
El historiador cubano Ramón de Armas destacó
de la obra de Pérez de la Riva haber innovado en la metodología histórica al
introducir el estudio de las cifras económicas en el análisis histórico.
(Sic) En sus análisis históricos,
interrelacionó la sociedad, con el hombre y la naturaleza, a efectos de inferir
la evolución de la población.
A trabajar bajo el régimen de
esclavitud encubierta de las encomiendas o como esclavos propiamente se llevaron
a Cuba a la fuerza miles de indígenas de otros grupos étnicos y regiones del
Caribe, según lo hacen constar los propios cronistas de la conquista o las actas
capitulares de las primeras villas, lo
que incrementó el número de la población absoluta y la diversidad étnica
y a su vez hace más descarnado el genocidio pues se trataba de suplantar bajas
por nuevos brazos. De estos grupos conocemos: lucayos (de las Bahamas), taironas (de
México), guanajos (Islas Guanajas, del Golfo de Honduras), guajiros (península
Guajira, hoy compartida entre Colombia y Venezuela), macurijes (de
Venezuela), entre otros. A lo que habría que agregar las incursiones de
los caribes, antes de la conquista, que llegaron a enfrentarse bélicamente con
los taínos en la región oriental de Cuba. En fin, que fue complejo el panorama
étnico de los pueblos originarios cubanos y por tanto, diverso su aporte a la
cultura nacional cubana actual.
Resistencia combativa y
cultural: (…) La resistencia a la conquista y colonización española fue
tenaz. El Centro de Estudios Militares publicó en 1,995 el folleto Raíces del
Arte militar cubano. La resistencia de nuestros aborígenes, y otros autores
abordaron también el tema como José Luciano Franco. El primer hecho de esta
índole ocurre incluso antes de la propia conquista pues el Gobernador de Cuba,
Diego Velázquez, cuenta en sus Cartas de Relación a Carlos V un
incidente ocurrido en la bahía de Guanimar en 1,509, cuando un grupo de 30
españoles naufragados al norte de la región de Guaniguanico, actual provincia de
Pinar del Río, al parecer pertenecientes a la expedición de bojeo de Sebastián
de Ocampo, llegó a un poblado llamado Yucayo, ubicado en esa amplia rada, entre
dos ríos varias leguas al este del sitio del naufragio. Aquí, los españoles
preguntaron a los indígenas cómo realizar el cruce al extremo opuesto con vistas
a proseguir su camino hacia el este. El señor del lugar, nombrado Guayucayex,
accedió a ello embarcándolos en canoas. Cuando las embarcaciones se hallaban en
aguas profundas, volcó las ligeras naves.
La mayoría de los hispanos, lastrados
por el peso de sus armaduras y arreos de metal, se ahogó. Los que lograron
llegar a tierra fueron capturados y ahorcados, excepto el jefe del grupo, García
Mejía, y dos mujeres de 18 y 40 años respectivamente que quedaron en poder de
Guayucayex, en tanto el hombre
permaneció bajo la protección del vecino Habaguanex, señor del territorio de La
Habana.
Tres años después de estos hechos,
una partida de españoles que llega a este sitio conoció de la existencia de los
cautivos al encontrar a García Mejía, quien hizo el relato de lo ocurrido. Se
sabe que al rescatar a las dos mujeres, Guayucayex intentó repetir la exitosa
estratagema. A partir de ese instante,
la bahía comenzó a llamarse de la “matanza” perdiendo el nombre original y junto
a ella se fundaría en 1,693 la ciudad de San Carlos y San Severino de
Matanzas.
También se recuerda como leyenda el epílogo de la vida
de Casiguaguas, una mujer indígena en la región de La Habana que prefirió
hundirse junto a su prole de seis hijos en las aguas de un profundo río antes de
entregarse como esclavos de los colonizadores.
De acuerdo a distintas fuentes, Hatuey era un cacique de la región de Guahabá,
en la vecina Quisqueya, hoy República Dominicana, e inmigró a Cuba con unos
cuatrocientos acompañantes estableciéndose en una aldea cercana al río Toa, en
Baracoa; envió espías a su isla de origen para informarse sobre los
preparativos de la invasión a Cuba, montó una vigilancia perpetua en las costas
cubanas organizando la defensa en las playas y avisó a los caciques de la región
de que arrojaran el oro a los ríos y evacuaran hacia las montañas a mujeres y
niños.
Dos mujeres se le vinculan en una mezcla de la
historia: su coterránea y compañera de vida Anacaona, que le acompañara en el
viaje, y Guarina, una cubana que combatiera en sus huestes.
Llevó como táctica el
empleo de emboscadas y acciones sorpresivas. No logró siempre la solidaridad de todos los
caciques cubanos, que no estaban acostumbrados a alianzas defensivas.
Realmente cada cacicazgo era como un principado independiente, y la única
experiencia combativa que tenían antes de la llegada de los españoles era el
enfrentamiento a las incursiones de los caribes provenientes de la propia Haití
o Quisqueya, y cada cacique los enfrentaba de forma independiente con sus
baquías o guerreros.
Esa falta de cooperación entre los
grupos nativos, más la superioridad del armamento… posibilitó el triunfo del
conquistador. Hay que tener en cuenta que en fecha tan reciente como 1,492
habían derrotado finalmente, tras la larga Guerra de la Reconquista, a los
bravos árabes moros y tuareg-bereberes, guerreros y excelentes jinetes, así como
a los caballeros franceses y lanceros suizos. Su táctica, organización militar y
experiencia combativa, por tanto, era superior. (…)
De todas formas, y a pesar de ello,
los seguidores de Hatuey se escondían en los montes de Baracoa y se acercaban a
los campamentos para aguardar el momento propicio de iniciar sus ataques y
emprender rápidamente la retirada.
Tras varios meses de resistencia
aborigen en el extremo oriental de Cuba, los españoles fundan la villa de
Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa el 15 de agosto de 1,511 y Hatuey se
traslada a la región de Macaca, en la actual provincia de Granma [Bayamo], donde
continúa la lucha hasta que es capturado, acusado de hereje y rebelde, y se le condena a morir quemado vivo en la
hoguera, en los alrededores de la aldea de Bayamo, el 2 de febrero de
1,512.
Recordemos que aún Bayamo era una
aldea taína; la villa de San Salvador de Bayamo fue fundada en el lugar en
1,513, al año siguiente de la muerte de Hatuey. De su actitud ante la muerte nos
ha llegado su negativa a aceptar la cruz cristiana, pues no quería ir al cielo
si en él estarían también los españoles.
En pocas ocasiones se habla
de Caguax, el sucesor de Hatuey al frente de la resistencia. Este obtuvo varias
victorias, como las considerables bajas ocasionadas a los españoles en la zona
de Maniabón y un ataque sorpresivo nocturno —simultáneo en dos direcciones—, a
la aldea de Bayamo, mientras dormían los invasores. Sin embargo, este
valeroso cacique fue objeto de persecución despiadada y le dieron
muerte.
Aplastada la primera fase de la
resistencia, Diego Velázquez y Cuéllar, el jefe de la conquista, dividió en tres
grupos al contingente para continuar la invasión hacia occidente. Uno de esos
grupos, dirigido por Pánfilo de Narváez, escenificó una horrenda e injustificada
matanza de indígenas en las márgenes del río Caonao en 1,513, que tampoco fue tan simple; los españoles, a la
postre, recibieron riposta y serían atacados por los seguidores del cacique
Yucaguayex, obligando a los invasores a retirarse. También se registraron otros
alzamientos en la propia región del Camagüey.
Pero el capítulo más sobresaliente de la
resistencia a la conquista y la colonización españolas lo ofrece sin dudas
Guamá, un valiente y joven cacique de la región oriental de Baracoa; su nombre
significa en lengua taína “maestro” o “señor”. Él lideró una singular guerra de
guerrillas que se extendió mucho más allá de su zona de residencia, nada menos
que de 1,522 a 1,532, ¡diez años!
Guamá tuvo un lugarteniente —cuyo
nombre ya demuestra el proceso de transculturación que se gestaba—, llamado
Juan Pérez, que también fue temerario; actuaba con pequeños grupos no mayores
de 50 hombres.
Estimulados al parecer por la
temeridad de Guamá, indígenas de varias
regiones se sumaron a partir de 1,523 a la lucha, ocurriendo
alzamientos en Macaca, Bayamo, Trinidad, Santiago de Cuba, la propia Baracoa,
Camagüey, Cueibá, Maisí y otras regiones.
Lo más interesante es que
Guamá no fue vencido por los colonizadores, fue víctima de la traición de los
suyos, lo mató su hermano Guamayry por cuestiones personales; aunque es
cierto que los colonialistas encontraron el campamento y apresaron en él a
cuatro hombres y una mujer. La esposa de Guamá, Casiguaya, fue apresada
también y ahorcada en Santiago de Cuba junto a cuatro indígenas
más.
La ejecución estaba señalada para las
ocho de la mañana. Llegada la hora
fueron ahorcadas las cuatro mujeres indígenas, y cuando le llegó el turno a
Casiguaya esta pidió al padre Fray Pedro Trujillo, que oficiaba en el
sacrificio, que si le permitían abrazar y besar a su hija renunciaría a sus
dioses y aceptaría al dios de los cristianos.
Al recibir a su hija entre sus brazos
colocó ambas manos sobre su cabeza y atrayéndola sobre su pecho puso sus manos
alrededor de la garganta hasta estrangularla, se puso de pie con su hija sujeta
por el cuello y lanza un grito de rabia, de guerra, de victoria, arrojando al
suelo el cuerpo inerte de su hija y al padre Trillo el crucifijo al rostro, y
precipitándose a la horca gritó: “malditos, ni la hija, ni la esposa de Guamá
serán jamás esclavas”, y colocándose ella misma la cuerda se dejó
caer, columpiándose en el espacio, ahorcada por ella misma.
Pero lejos estaba la isla de ser
pacificada a la muerte de Guamá. En 1,538, aprovechando la despoblación de la isla por
los españoles al organizarse la expedición de Hernando de Soto a La Florida, se
reanimó la rebeldía de nuestros pueblos originarios y entre ese año y 1543
fueron numerosos los levantamientos registrados en actas por los alcaldes de
todas las villas; para esa fecha ya existían palenques y cimarrones
alzándose de conjunto, indígenas y negros africanos esclavos que fueron
introducidos desde 1,513. Y es este otro aspecto interesante del proceso de
formación de la nacionalidad cubana. Por lo general se refiere el mestizaje
desde la matriz hispánica: hispano-indígena e hispano-africana, y no se trata
con fuerza del mestizaje indígena-africano.
En la colonia temprana se nos
referencia al inteligente conquistador Vasco Porcayo —aquel que fundara Santa
Úrsula del Cayo, después San Juan de los Remedios, en 1,515, sin permiso de
Velázquez—, presente más adelante en el Camagüey, casando a cuatro de sus hijos con igual número
de hijas del cacique Camagüebax para garantizar el dominio de la región, y de
esas nupcias resultaron los nietos criollos y mestizos. O de la
existencia en Santiago de Cuba del notable criollo Miguel de Velázquez, maestro
de profesión, hijo del colonizador y una madre indígena. O los abusos
sexuales de los conquistadores con las mujeres indígenas y el producto mestizo
resultante de sus vientres. O los mismos abusos por los mismos protagonistas,
pero a las mujeres negras en los barcos negreros, en las mansiones de ciudades,
en las haciendas, ingenios y más tarde también en los cafetales. Pero la
cohabitación espacial de rebeldes indígenas y negros en cimarronaje* y
apalencamiento** originó la convivencia, el amor y el mestizaje. [Cimarrón: 5. adj. Am. Se decía del esclavo que se
refugiaba en los montes buscando la libertad. Palenque: 6. m.
Cuba. Lugar alejado y de difícil acceso en el que se refugiaban los esclavos
negros fugitivos. DRAE]
En 1,576, ya abolida las
encomiendas y estando en libertad los aborígenes, en la región de la Ciénaga de
Zapata —en el poblado de Güira de Macuriges—, se registra una gran sublevación de indígenas
macuriges en contra de la voracidad de tierras por parte de los colonizadores
españoles, siendo este el último hecho de guerra conocido de la
resistencia aborigen en el siglo XVI.
La resistencia cultural, en cambio,
se extendió a los siglos siguientes hasta el final de la colonia. Las
encomiendas se abolieron en 1,553, aunque estaba decretada desde 1,542. Según
Pérez de la Riva, sobrevivían en Cuba unos 5 mil indígenas por entonces, la
mayoría dispersos en cenagales, serranías y maniguales [conjunto abundante de maleza y arbustos]; aunque el Obispo
Sarmiento contó 893 indígenas avecindados en las villas fundadas por los
españoles. Lo trascendente es que la
cifra de 5 mil personas si bien nos da un criterio de exterminio en base al
número que había al momento de la conquista, también nos advierte que era una
cifra no despreciable si la comparamos con la población española y la esclava de
origen africano de entonces, pues los españoles habían prácticamente
abandonado la isla en busca de fortuna en las expediciones a “tierra firme” y
los negros aún no eran lo numerosos que fueron a partir de 1,590 con la
aparición de la agroindustria azucarera.
Dos “pueblos de indios”
—término usado por las leyes de
Indias— se fundaron al abolirse las encomiendas para agrupar a los
aborígenes errantes y despojados de sus tierras; uno en el occidente, en las
inmediaciones de la villa de San Cristóbal de La Habana: el pueblo de Nuestra
Señora de la Asunción de Guanabacoa (12 de junio de 1,554) y otro en el oriente, en las cercanías de
la ciudad de Santiago de Cuba, el pueblo de San Luis de los Caneyes (1,556). Dos
siglos más tarde, en 1,702, se funda un
tercer pueblo de indios: San Pablo de Jiguaní, en el trayecto entre las
ciudades de San Salvador de Bayamo y Santiago de Cuba; y el 13 de diciembre de
1,720, otro al oeste de La
Habana: San Francisco Xavier de los Quemados de Marianao. Todo ello advierte la sobrevivencia indígena
en números importantes hasta pleno siglo XVIII.
Varios hechos de la historia local de
Guanabacoa refrendan la sobrevivencia indígena en su región. Durante la
construcción del Castillo de los Tres Reyes del Morro, en La Habana
(1,590-1,630), la mano de obra
fundamental fue la de los indígenas de Guanabacoa que laboraron como contratados
y la de indígenas de varias etnias mexicanas que trabajaron en condiciones de
servidumbre: huastecos, tarahumaras y apaches. En 1,609, cuando se le
otorga el derecho a contar con cabildo propio, comienzan a funcionar un alcalde
y dos regidores para españoles y un alcalde y dos regidores para
“indios”. En las actas capitulares del nuevo cabildo a lo largo
del siglo XVII y hasta el XVIII se registran las constantes denuncias a la
usurpación de tierras de los indígenas por los españoles; y en julio de 1,763,
cuando España cede La Florida a Inglaterra a cambio de La Habana, se asientan en Guanabacoa 101 familias
indígenas de las etnias tequestas, calusas y timulcas, provenientes de aquella
península por declararse enemigos de los ingleses. Esto ocurrió
aunque, al otorgársele a Guanabacoa el título de villa el 14 de agosto de 1,743,
dejó de ser oficialmente pueblo de indios.
En el sitio arqueológico de
Buchillones —en Punta Alegre, municipio de Chambas, provincia de Ciego de Ávila—
si bien hay piezas de cerámica de fechado muy antiguo, de la etapa prehispánica,
también se han hallado otras que denotan transculturación y la fecha corresponde
a los siglos XVI y XVII, lo que confirma la sobrevivencia aborigen en ese
espacio muy adentrada la colonia. A la vez, el reconocimiento del
poblado indígena de Caridad de los Indios, en Yateras, actual provincia de Guantánamo* y la
existencia de rasgos fenotípicos nativo americanos en los pobladores de varios
actuales municipios del extremo oriental de Cuba confirman también esa
sobrevivencia, son los municipios de Yateras, Manuel Tames, San Antonio del
Sur, Imías, Maisí y Baracoa. Igualmente sucede en las serranías y otros
territorios de la actual provincia de Granma. Amparo del Risco, en sus estudios
y publicaciones de tradiciones camagüeyanas, nos refiere dos comparsas de
indígenas de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe a lo largo del
siglo XIX hasta su última década. [*Estos rasgos indios se aprecian
a simple vista también en Baracoa.]
Sin embargo, hubo un interés marcado
por invisibilizar la población aborigen cubana de los censos españoles
desde el primero en 1,774, año en que aún era algo notable este segmento
poblacional. Los indígenas no
aparecieron nunca en ningún censo de la isla; sin embargo, en el padrón vecinal
de Santa María del Puerto del Príncipe sí aparecen hasta en el de 1,880
—revisado por este autor en el Arzobispado de esa ciudad.
Resumiendo y sistematizando
referencias, se registra sobrevivencia indígena en La Habana, Matanzas, Ciego
de Ávila, Camagüey y las provincias orientales a lo largo de los siglos
coloniales y ello es un aspecto poco abordado en la historia nacional, aunque sí
aparecen en las historias regionales y locales. No desestimamos que nuevos
estudios arrojen lo mismo en otras provincias, regiones y localidades.
Se renueva la resistencia
combativa indígena: El regimiento
Hatuey, de la Primera División Guantánamo, del Primer Cuerpo de Ejército del
Ejército Libertador Cubano en la Guerra de Independencia de 1,895, unidad creada
teniendo como núcleo a los indígenas de Caridad de los Indios, es la muestra de
la incorporación de los descendientes de los pueblos originarios cubanos a las
luchas por la independencia; aunque inicialmente fueran manipulados y
combatieron los primeros meses de aquella contienda en formación de guerrilla al
servicio del colonialismo español, hasta que tomaron conciencia del rol que
deberían jugar.
Los pueblos originarios en
Cuba no son historia, forman parte de la cultura nacional. Toponimia* de
numerosos núcleos urbanos regiones y sitios geográficos, así como de cuatro de
las 15 provincias cubanas y del propio país; arquitectura vernácula y rural,
costumbres, platos de la dieta y la cultura culinaria, hábitos alimenticios,
objetos, utensilios y muebles, palabras incorporadas al español de Cuba, además
de la existencia de descendientes directos de los pueblos originarios y la presencia del ADN de estos pueblos en el
cubano de hoy —por naturaleza mestizo—, es el legado permanente a la
cultura nacional y el etnos cubano de sus pueblos originarios. [*Toponimia: 2. f. Conjunto de los nombres propios de lugar de un país o
de una región. DRAE]
Texto integro en:
http://www.cubarte.cult.cu/es/articulo/1492-1898-supervivencia-y-resistencia-ind-gena-la-opresi-n-colonial-espa-ola-en-cuba/20539#comment-28187
Fuente: dialogos-con-el-cemi@lists.riseup.net
DIALOGOS CON EL CEMI: Espacio informativo del Grupo Kaweiro http://www.grupokweiro.netai.net
DIALOGOS CON EL CEMI: Espacio informativo del Grupo Kaweiro http://www.grupokweiro.netai.net
Una colaboración del amigo cienfueguero Marcos Evelio Rodríguez Matamoros. En este texto se aportan nuevos datos relativos a la supervivencia indocubana.
[Añado: La Historia, generalmente, la escriben los
conquistadores. Se reescribe cuando interesa a posteriores
generaciones. Siempre se pierde algo aunque recobre mucho. Este
trabajo,- por las notas precedentes-, parece haber sido para una
conferencia televisiva o radial. En ese contexto la referencia continúa a
fuentes que apoyen y completen lo expuesto por el investigador Rensoli Medina es
contraproducente. No obstante, al momento de ser publicadas como artículo
por Cubarte se debieron añadir las fuentes imprescindibles en cualquier obra de
este tipo. Además, creo que el 99% de los cubanos ignoran la mayor
parte de lo expuesto aquí, porque la Historia de Cuba tampoco comienza el 1º de
Enero de 1,959. Se ha hecho tabula rasa de la mayor parte de nuestra historia
por una patria libre e independiente antes del triunfo insurreccional.
Estimo este artículo como una notable
contribución a la verdadera Historia Patria, todavía por escribir, con
sus puntos negros y los deslumbrantes. Felicitaciones al autor Rolando Julio
Rensoli Medina por su contribución a ella. r.h.z.]
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han sido resumidos. Si desea leer el texto completo debe ir al vínculo que
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negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El
sentido de (…) y de… es indicar que se ha condensado la obra original. Los
comentarios entre [ ] son del editor. Nuestros blogs son posibles por los
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