Al tratar la vida de Julio Antonio Mella Mc Partland, generalmente se omite el hecho
que fue expulsado del P.C. Cubano, que estaba casado, que su compañera,- Oliva Zaldívar
Freyre-, lo acompañó tanto en su huelga de hambre, como en todo el proceso de
sanción del PCC, así como en su dura vida en México, donde murió una hija a la
que tuvieron que enterrar clandestinamente por carecer de dinero para pagar un
modesto entierro. Esta situación motivo que, cuando volvió a tener una
hija,- Natacha Mella Zaldívar-, decidió regresar a Cuba, al amparo de su
familia y terminar la carrera de Derecho Diplomático, de la cual sólo le
faltaban dos asignaturas.
Lo que sí siempre
aparece es el “romance” de Mella con
Tina Modotti, que duró menos de tres meses según La Jornada Semanal. Se
menciona,- de pasada-, a Vittorio Vidali, el esbirro de la Internacional,- en
concreto-, de Socorro Rojo Internacional, (SRI)-, encargado de “poner
orden a cualquier precio” donde surgieran disidentes. Por ello, comenzamos mostrándoles quiénes
eran estas dos personas fundamentales para entender el asesinato político de
José Antonio y cómo fue transformado en una disputa entre amantes de la Modotti
u otro crimen del tirano Gerardo Machado Morales, “presidente” de Cuba
de 1,925 a 1,933.
Comencemos por Vidali: “Mucho se ha escrito -y no siempre de manera
atinada- sobre Tina Modotti que
se volvió icono mediático, pero: ¿quién fue Vidali? ¿Un chivo
expiatorio, como sugieren sus numerosos admiradores? (9) ¿un asesino
despiadado, como sostienen muchos otros?”
“En México, es de señalar una radionovela sobre el asesinato
de León Trotsky y la polémica -en las páginas del diario La Jornada–
sobre las gestas del estalinista italiano Vittorio Vidali (alias Enea
Sormenti, Comandante Carlos, José Díaz, Carlos Contreras), quien fuera
amante de Tina Modotti (alias María Ruíz).
Todo empezó con las declaraciones del escritor Pino Cacucci
-biógrafo de Modotti (5)-
acerca de la participación
de Vidali en el asesinato del comunista cubano Julio Antonio Mella,
acontecido en la Ciudad de México el 10 de enero de 1,929, cuando se dirigía a
su casa acompañado por la
fotógrafa italiana (6)”.
“En una ocasión, Palmiro Togliatti -secretario del Partido
Comunista Italiano durante casi cuatro décadas- expresó esta opinión: “Vidali es muy bueno para disparar, pero no demasiado para pensar (11).
A diferencia de Togliatti que fue probablemente el más
sofisticado político estalinista de Occidente, Vidali destaca
como un hombre de acción que puso su talento conspirativo al servicio de la
Tercera Internacional (Comintern)”.
“La vida adulta de Vidali -nacido en Muggia, provincia de
Trieste (sic), en 1,900- coincide,…, con la historia de la URSS. Hijo de un
obrero metalúrgico y una modista, vivió su adolescencia bajo el imperio
austrohúngaro. De
temperamento impulsivo, a los 17 años ya era militante socialista y a los 19
participaba activamente en los grupos armados contra las bandas fascistas.
En 1,921, acudió al congreso fundacional del Partido
Comunista de Italia en Livorno… Acosado por los fascistas, Vidali tuvo que
tomar la vía del exilio. Después de algunas peregrinaciones por Europa, emigró
clandestinamente a EE.UU., a donde llegó hacia 1,923”.
“En el Socorro Rojo
Internacional. En Nueva York Vittorio Vidali se integró a la Federación
Italiana del Partido Comunista Norteamericano, a la Liga Antifascista y, sobre
todo, al Socorro Rojo Internacional (SRI), haciéndose notar de inmediato como un valiente “combatiente proletario”. Empezaba así su
larga carrera de “revolucionario
profesional”, entregado en alma y cuerpo a la Comintern”.
“En Nueva York, Vidali frecuentó también a un viejo inmigrante
anarquista, Carlo Tresca, fundador
del sindicato Industrial Workers of the World y editor del
periódico Il Martello. Aquella amistad duró muy poco ya que Tresca rompió pronto con los
comunistas oficiales, volviéndose uno de sus críticos más decididos”. “Asimismo
denunció la represión contra los anarquistas en la España republicana, siendo objeto de amenazas.
De su ex-amigo, [Vidali] solía decir: “tiene olor a muerte”
(16). Carlo Tresca -dicho sea de paso- fue asesinado el 11 de enero
de 1,943,… en pleno centro de Nueva York. El caso nunca se resolvió.
Sin embargo, Vidali sigue
figurando como uno de los indiciados en los documentos desclasificados de la
FBI que se pueden consultar en internet (17)”.
“Por entonces, la identificación de Vidali con el comunismo
soviético ya era absoluta. Tan es así que se le dio la oportunidad de viajar a
la propia URSS, al ser expulsado de los EE.UU. hacia mediados de 1,927. (…) En
su autobiografía, admite haber acudido, por lo menos en una ocasión, a la IV
Sección del Ejército, es decir, el servicio secreto militar, en 1,933
junto a Tina Modotti, para desarrollar
una misión en China que a la postre no se realizó (18)”.
“El SRI no era [solo] una agencia humanitaria; cumplía funciones de control e
infiltración dentro de los partidos comunistas, en ocasiones en concertación
con la GPU”. (24). “En cuanto a Vidali, … actuaría como funcionario
del SRI, directamente a
las órdenes de Stassova, quien le asignaría misiones cada vez más arriesgadas,
pero también le ayudaría a navegar en las aguas turbulentas de la Internacional
Comunista de las cuales, a la postre, ambos saldrían con algunos huesos
rotos, pero sanos y salvos”.
Vidali “… Seguía siendo miembro de la federación italiana
del PC de los EE.UU. y ante la dificultad de regresar al país del que
acababa de ser expulsado, optó por irse a México, cultivando la
esperanza de atravesar la frontera apenas fuera posible. Mientras tanto,
tendría que cumplir con unos encargos de Helena Stassova: organizar la actividad del
Socorro Rojo en México y Centro América; colaborar con la Liga Antiimperialista
de las Américas que tenía su sede precisamente en el D.F. y poner orden en el PCM.
Hacia el verano de 1,927,
obtenida una visa por el embajador mexicano en Moscú, Ramón Denegri, Vidali
emprendió el largo viaje hacia el otro lado del Atlántico, vía París y Cuba. En la Isla, se quedó unos
cuantos días, justo el tiempo para entrar en contacto con el aparato
clandestino del PC local, diezmado por las persecuciones del dictador Gerardo
Machado. [Mella, por esta
causa, había huido a México, siendo informado de sus características por el PC.]
Llegó a México a principios de octubre y se quedó un poco
más de dos años, los “más románticos y
tumultuosos” de su vida (25). (…) Y conoció a una mujer, Tina Modotti, con quien pronto
compartiría la vida amorosa, además de las tareas políticas. (26).
Es de notar que al momento de la llegada de Vidali, el Comintern apenas
empezaba a interesarse en los asuntos latinoamericanos. El primer encuentro
formal de los comunistas de la región tendría lugar unos meses después, a
finales de 1,927, cuando los
delegados de los diferentes partidos asistieron a las celebraciones del décimo
aniversario de la Revolución de Octubre.
Se decidió entonces crear un secretariado permanente de la
Internacional Sindical Roja (Profintern) y es cuando su máximo dirigente, Dridzo Lozosvki, declaró que la
Comintern “había descubierto a América
Latina” (27).
¿Se puede probar la responsabilidad de Vidali en el
asesinato de Mella? No.
Es
claro, sin embargo, que Mella no era
un comunista apegado a la línea oficial, sino un revolucionario que pensaba
con su cabeza. Editaba,
por ejemplo, una revista
con un título que traicionaba sus simpatías por el fundador del Ejército
Rojo: Tren blindado [Trotsky]. Estaba en
contra de la participación de los comunistas en las elecciones y sostenía
la necesidad de atacar sin misericordia a los sindicatos reformistas. Organizó, además, una expedición a Cuba con
la idea de empezar la lucha armada contra Machado, algo que la Comintern
consideraba una locura (28).
Añado esta precisión histórica de es.wikipedia.org:
“Mella no fue nunca un abierto partidario de Trotsky, (14,15) pero su deseo de derribar
a Gerardo Machado en Cuba es bloqueado
por Moscú
(8) continuamente: cada foco
rebelde en América Latina representa un peligro para la
consolidación del poder en la Unión Soviética. Apoyar un intento insurreccional en la Isla significa
desafiar los intereses económicos estadunidenses, y Moscú no quiere que Washington considere a la Unión
Soviética una
amenaza a su «patio trasero», según la Doctrina
Monroe. Los partidos
comunistas, en esta fase histórica, trabajan para impedir sublevaciones armadas
en sus respectivas áreas de influencia”. [El Salvador, 1932, 30 mil
muertos; Nicaragua, 1927-34; Perú, 1,930-1,941; Cuba, 1,926-1,933, etc.]
Vidali
tenía la misión de disciplinarlo, lo cual, por supuesto, no prueba que lo haya
matado, pero el asesinato nunca fue aclarado del todo y una reciente investigación
que pretende ponerle el punto final, no hace más que aumentar la suspicacia del
lector atento (29).
¿Por qué? En primer lugar, porque la de Mella es una figura compleja que no
corresponde al militante cuadrado pintado por los autores, Adys Cupull y
Froilán González, más preocupados en defender la ortodoxia estalinista que en
buscar la verdad.
A lo largo de 394 páginas, ellos acallan las notorias
relaciones del cubano con la Oposición de Izquierda (trotskista), tanto en ocasión de su viaje de 1,928 a la
URSS, donde encontró a Andreu Nin (quien todavía era directivo de la
Profintern) (30); como en México,
donde sus mejores amigos fueron los trotsquistas Alberto Martínez y Sandalio Junco (31).
El segundo fue asesinado el 8 de junio de 1,942 en Cuba, al parecer -aunque tampoco se ha podido
comprobar- por sicarios estalinistas (32).
Como se sabe, al momento de ser acribillado, Mella caminaba con Tina Modotti quien,
interrogada por la policía, cayó en serias contradicciones, además de dar un nombre falso.
La escritora Elena Garro (primera esposa de Octavio Paz) cuenta que durante años escuchó
decir que Tina se hizo a un lado antes de que empezara el tiroteo (33).
Aquí introduzco datos de la reconstrucción de los hechos,
no incluidos en este trabajo ni en el artículo de la Jornada, tomados de la
biografía de Mella en es.wikipedia.org
“Asesinato frente a
testigos:
Fotografía tomada por
Tina
Modotti de Julio Antonio Mella en su lecho de muerte. Fuente:
es.wikipedia.org
“Julio Antonio Mella fue asesinado la noche del 10 de enero
de 1,929 en la esquina de Abraham González con Morelos, de dos tiros de
revólver calibre 38 (18) (que por cierto era el tipo de arma que Vittorio Vidali usualmente portaba):
la primera bala atravesó el codo izquierdo y el intestino, la segunda perforó
un pulmón. El juez Alfredo Pino Cámara interroga a Tina
Modotti y «la sorprende en
varias contradicciones»: (19)
Modotti declaró que quien disparó desde un automóvil en la
oscuridad lo hizo mientras ella caminaba tomada del brazo izquierdo de Mella, algo
imposible porque la primera bala lo hirió en ese brazo, y no pudo ser un acto sorpresivo porque Mella corría tratando de
escapar.
Hubo tres testigos de los hechos:
el panadero Luis Herberiche, quien se encontraba en la puerta de su
panadería, y los jóvenes Anacleto Rodríguez y José Flores, que estaban a
la puerta de su casa en Abraham González. Los tres afirman que vieron «a tres personas, dos hombres
y una mujer», avanzando desde Bucareli y discutiendo animadamente, y que uno de los dos hombres
sacó una pistola y disparó mientras el otro corría hacia delante.
En el careo con
Tina
Modotti, Herberiche declaró: «
No tengo ningún motivo para engañar a la justicia. Soy un comerciante
al que no le gusta verse implicado en estos hechos.
Siento mucho
desmentir a la señora, pero lo que dije es la verdad y lo sostengo». (
20) [Estos testigos no tenían
vinculación política, ni relación personal con los personajes de la investigación,
por lo que son creíbles.]
Tina Modotti fue considerada como sospechosa, en
el supuesto que conocía al asesino o era su cómplice. Pero esto hizo que el
caso derivara hacia un motivo pasional, el clásico triángulo, lo cual de
alguna manera funcionó como cortina de humo.
Obsérvese
que la versión según la cual Mella es ultimado por los sicarios de Machado no tiene otra base que la
suministrada por los mismos involucrados.
Incluso las últimas palabras de Mella son recogidas
por Tina Modotti. (13)”
[Son de simple culebrón: “Muero por la Revolución”: escamotean el
asesinato político.]
La
policía, no obstante, decide descartar
las declaraciones de tres testigos en favor de la de Modotti debido a
que era «imposible que unos vecinos hayan podido ver lo que dicen haber visto
el jueves un poco después de las nueve, ya que la luna era muy pequeña y baja»
(13)
No debe descartarse el factor de influencia que las
gestiones de
Diego Rivera (quien era amigo personal del
Presidente)
a favor
de Modotti tuvieron en este resultado.
Asimismo, es
el propio presidente de México quien el 16 de enero (sólo
6 días después) ordena mediante decreto el cierre de las pesquisas.
¿Quién mató a Mella? La
versión política se impone: unos fantasmagóricos agentes enviados
desde La
Habana, a quienes
nadie vio y ningún testigo pudo ubicar en la escena del crimen, lo hicieron.
La policía se deslinda del problema remitiéndolo al extranjero. Los comunistas tienen un mártir.
(13) Tina
Modotti queda libre de sospechas.
En 1,941, pocos meses antes de su muerte, Tina
Modotti dijo lo siguiente de Vittorio
Vidali a Jesús Hernández, que había sido ministro del
gobierno republicano español: «...No es más que un asesino, y me
arrastró a un crimen monstruoso. Lo odio con toda mi alma. Pero estoy obligada
a seguirlo hasta el final. Hasta la muerte...» (21)
De Tina Modotti dijo Celia Hart: «...no le perdono
que teniendo la fina sensibilidad de una
artista y habiendo sido
amada por el hombre más bello, inteligente y revolucionario de su tiempo, se
hubiese ligado al oscuro Vidali. Pero Mella y no Vidali es el que está
fresco y más vivo que nunca. Vidali permanecerá helado y siempre con mal olor...»
(10) [Aquí habla la mujer, no la militante.]
https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Antonio_Mella#Asesinato_frente_atestigos
Irónicamente la muerte de Modotti se
produjo en un taxi la noche del 5 de enero de 1,942, por «congestión visceral
generalizada», como reza
el acta de defunción, y no por un «ataque del corazón» como siempre dijo Vidali.
La «congestión» sirvió a la prensa para anunciar en primera plana: “ENVENENADA
TINA MODOTTI, TÍPICA ELIMINACIÓN ESTALINISTA”.
Cupull y González no toman en cuenta estos indicios, aunque sea para refutarlos, y no
proporcionan fuentes verificables para sostener su versión del complot
machadista (34).
Intrigado, decidí escuchar el punto de vista de quien, desde
hace más de medio siglo, es
el más implacable acusador de Vidali: el viejo militante trotskista
Félix Ibarra.
He aquí
un resumen de lo que nos dijo, a Manuel Aguilar Mora y a mí, el 15 de junio de
2,005, confirmando lo que ya había relatado a Gálvez, Cacucci y Gall, y
añadiendo algunos detalles más.
«En el año de 1,928, los Ibarra y los Martínez vivíamos a
orillas de la Ciudad, en la inmediaciones de la actual estación del metro San
Antonio Abad. Mi tío, Alberto Martínez –a quien apodábamos el tío güero*–
era miembro del partido comunista y amigo íntimo de Julio Antonio Mella. Él había hecho varios
intentos de ingresarnos, a mis hermanos y a mí, a las juventudes comunistas,
pero hasta entonces nosotros nos habíamos rehusado. [*Güero: 1. adj. Méx. Dicho
de una persona: Que tiene los cabellos rubios. DLE.RAE.ES. También piel
blanca.]
Conocimos a Mella
unas cuantas semanas antes de que muriera. Llegaba a la casa y mi hermano
Ángel lo llevaba a una curtiduría que estaba cerca, donde Mella daba pláticas a los trabajadores. Lo recuerdo muy bien: era
alto, atlético, jovial y siempre iba de prisa.
Su asesinato nos impresionó mucho; mi hermano y yo pensamos,
como casi todos, que lo había mandado a matar Machado y es así como decidimos
ingresar al partido.
Fue
cuando el tío güero nos hizo ver que además de la Juventud Comunista había otra
cosa: la Oposición de Izquierda.
También nos hizo ver que a Mella no lo había matado Machado, sino Vittorio
Vidali.”
-¿Y Tina?, pregunté. “Modotti
fue su cómplice”, contestó don Félix, sin dudarlo.
“Esto nos dijo mi tío y los amigos que estaban cerca, aunque
temían que la verdad nos alejara del partido. En los años sucesivos me
repitieron lo mismo Diego
Rivera, Rafael Galván, el líder electricista Manuel Rodríguez, y el propio José
Revueltas. ¿Cómo demostrarlo? Es difícil, pues no hay pruebas. Y no
se pudo hacer nada porque los estalinistas lo controlaban todo.”
Hay otro dato. El escultor Ignacio Asúnsolo hizo la máscara
mortuoria de Mella y se la quedó el trotskista Alberto Martínez.
-¿Por qué? “Porque nadie más la quiso. Al momento de morir, Mella tenía graves problemas con el partido.”
[En el pc. cubano no tenía
influencia alguna en 1,929.]
Cuando falleció el tío güero, don Félix heredó la máscara y en
1,998 viajó a Cuba para entregarla personalmente al gobierno cubano.
[¡¡¡!!!]
Es evidente que se pueden expresar reservas sobre el
testimonio de Félix Ibarra, pero
ninguna investigación seria lo puede ignorar. ¿Por qué Cupull y González
no lo tomaron en cuenta?
La pareja Vidali-Modotti en España. Es muy probable
que el misterio del asesinato de Mella no se esclarezca nunca. Sin embargo,
cabe señalar que la propia Celia Hart, directora en La Habana del museo Abel Santamaría, no descartó
recientemente que, en efecto, “el crimen
haya sido cometido por los estalinistas (35)”.
[Creo que queda
sobradamente demostrada la complicidad Vidali-Modotti. Nos limitamos a la vida
de Julio Antonio y su muerte. Vidali
está vinculado con otras muertes, la del sindicalista Tresca y un par de
extraños “infartos” incluido el de la Modotti. Las 34 fuentes citadas en el texto exceden
nuestro espacio, puede consultarlas en el artículo íntegro que puede leer en el
siguiente vínculo: Fuente: https://fundanin.net/2019/03/17/vittorio-vidali-tina-modotti/
El autor de la anterior investigación es: Albertani, Claudio.
A
continuación le ofrecemos el relato que realiza Joani Hocquenghem sobre la
Modotti y su relación con el esbirro Vittorio Vidali.
Es
importante, en tanto que detalla el origen de Tina, como llega a
México, se relaciona con la alta sociedad de la época y con el
P.C. Mexicano y sus miembros, incluso
con la embajadora rusa, comenzando a trabajar como fotógrafa para el PC
Mexicano.
Proceso en el que aparta la vida disoluta anterior, se
radicaliza y vincula definitivamente con Vidali. De una emigrada italiana a una
conspiradora “comunista” convencida
de su causa a la que dedica el resto de su vida.
El estilo literario del autor,- para mí-, es confuso y
difuso-, pero lo que me importa son los
hechos, especialmente los probados. Aquí es donde falla Joani, pues omite las
contradicciones de la Modotti y las afirmaciones de tres testigos presenciales
de los hechos, sin
vinculación política con los mismos, que la investigación judicial
extrae de los testigos y de la propia Modotti.
Al final, añadimos un documento entregado a la embajada
de Cuba en Italia, la supuesta confesión de la Modotti realizada en 1,932, redactada en inglés, que SRI entrega el 10 de enero de 2,020
con un propósito político evidente: demostrar que la Internacional,- o
ahora-, la Madre Patria Rusia no asesina. Espero que los lectores
lleguen a sus propias conclusiones. Yo tengo la mía: es un mal montaje de una mentira histórica, que los enreda más en el
asesinato como método de represión de cualquier disidente.
“Tina Modotti: origen, mito,
leyenda, realidad. La mujer en el techo. Por Joani Hocquenghem, para La Jornada Semanal,
domingo 6 de abril del 2,003 núm. 422. Fotos de La Jornada Semanal.
En este
ensayo se resumen diferentes opiniones sobre la gran fotógrafa y ejemplar militante de la izquierda mundial
Tina Modotti…. Tina Modotti
retrata a Alicia a petición del reverendo Dodgson y Casamada pinta un boceto sobre sueños y
despertares.
Ella se ha acostado a sus pies, sobre el suelo de cemento
caliente que impregna la huella de su cuerpo húmedo, a pocos pasos del vacío…
El sol, al cual se entrega a ojos cerrados, arde a través de
sus párpados, acaricia su
piel desnuda, penetra la lente, dibuja su cuerpo sobre la retina de
vidrio el tiempo de una breve exposición. Clic. Está
atrapada. La trampa óptica se cierra sobre este segundo de tiempo, la
captura en la caja hermética, la sujeta contra la placa de cristal, la graba en
la sal de plata.
Noche de estreno en la célebre galería de la calle Madero,
donde el "fotógrafo de fama mundial"
como lo anuncia El Universal, expone su más reciente obra "con la asistencia de las familias más
selectas de la aristocracia mexicana y de la comunidad norteamericana".
La prensa elogia la libertad de sus imágenes, ve
en ellas una sana reacción en contra de la mojigatería de la Norteamérica
puritana y prohibicionista, la Norteamérica blanca del Ku-Klux-Klan.
La joven de la azotea está a su lado. Su cuerpo ahora
está escondido por un vestido negro de cuello cerrado, encima del cual, en su
rostro de nariz respingada enmarcado por casco de cabello corto, su boca
pequeña sonríe, traduce, cuchichea al oído del güero que debe inclinarse para escucharla.
Tina Modotti es su nombre.
Nacida en el Friúl,
(sic) cerca de Venecia, recién
llegada de California donde modelaba las novedades de un gran almacén,
probó suerte en los teatros italianos de San Francisco, posó para los grabados de aquel libro de poemas
del erudito mexicano Gómez Robelo, Sátiros y amores. Actuó
en Hollywood también, interpretó un papel estelar en un melodrama de
1,921, The Tigers Coat, una humilde muchacha latina en un
México de utilería, premonitorio de su viaje al sur del Río Grande. [Según es.wikipedia.org, sus datos
originales son: Assunta Adelaide Luigia Modotti Mondini, conocida
como Tina Modotti (Údine, 16 de
agosto de 1,896-Ciudad de México, 5 de enero de 1,942), fue una
fotógrafa italiana, activista y luchadora social en México].
Ella es
su aprendiz, su modelo y a la vez su guía, su iniciadora en esta tierra latina
donde se reencuentra con sus raíces mediterráneas y se siente en casa.
En la trajinera* sobre los canales de Xochimilco se imagina en una góndola
veneciana, y en el Mercado del Volador, a cambio de la cobija que ella y su
compañero anhelan, canta una tonada de Verdi a Cesare, el chacharero*
italiano. [*Trajinera: 1. f. Méx. En
los canales de Xochimilco, embarcación desde la que se vende comida, flores y
recuerdos a los pasajeros de otras embarcaciones. *Chacharero: 2. adj. Méx. Quincallero, buhonero. U. t. c. s.
DLE.RAE.ES.]
El güero se llama
Edward Weston, ha dejado
mujer e hijos en Los Ángeles para seguirla. Se maravilla con todo, la
corrida de toros, el ingenio de los juguetes, las nubes sin par de México, los
nombres de las pulquerías, "la
proximidad de la raza primitiva". Purista en su trabajo, ultra sensitivo,
llevado a veces hasta la neurastenia…, enfermo de celos y a la vez mujeriego, o más bien
propenso a ser ligado, ya que las mujeres se le lanzan, no se resiste a los
efectos de su propio encanto en las morenas bellezas de la capital, desde la
muchacha que cuida la casa hasta las señoras de la alta sociedad.
Forman
una pareja despreocupada, liberada de todo prejuicio, abierta a los
intercambios o más bien infiel por acuerdo mutuo, llegada al término de su pasión; una pareja ficticia,
fachada de sus afectos separados. Al acecho de esta existencia independiente y venturosa, la buena
sociedad se los disputa. Las mujeres se emocionan con la inspiración del
maestro: ¿Cuándo vendrá a retratarme? Mientras felicitan al artista, los
hombres se comen a la modelo con la mirada: conocen el cuerpo que va con esta
cabeza.
Él apunta los pedidos y hace las cuentas en su diario.
Domingo 23 de septiembre de 1,923: "Los negativos con Tina como sujeto siempre han sido una
buena inversión."
La mujer desnuda en un
techo. ¡En un techo! A la luz cruda del pleno día. Bajo el sol,
exactamente, como Dios la
creó, a la vista de Nuestro Señor, en medio de esta ciudad donde
caminamos a diario, el cielo es testigo.
Cualquiera
que vea esta foto se enamora al instante. Un desnudo explícito, mirada
inequívoca del que comparte su cama, excitando
las fantasías de los que serán llamados de manera abusiva sus amantes,
tiernamente clavado a la pared por los compradores refinados, pin
up girl de esos pequeños altares que le dedican a su belleza los
aduladores en la capital, objeto amoroso de este dispositivo pasional al que
ella parece colaborar de buena gana: es Arte.
José
Vasconcelos, el secretario de la Educación Pública, la apoda en sus
memorias La Perlotti: El fotógrafo cargaba con una belleza de origen
italiano, escultural y depravada,
que era el eje del grupo y lo traía unido por común deseo dividido por
rivalidad amarga. La Perlotti, llamémosla así, ejercía de vampiresa, pero
sin comercialismo a la Hollywood y sí por temperamento insaciable y
despreocupado. Buscaba, acaso, notoriedad, pero no dinero. Por altivez quizás, no había sabido sacar
provechos económicos de su figura perfecta casi, y eminentemente sensual.
Su cuerpo lo conocíamos todos, porque servía de modelo gratuito del
fotógrafo y eran disputados sus desnudos de embrujo.
Su
hermosura es diabólica, su desinterés lujuria. Extraño veneno que viene
del padre fundador de la Educación Pública, el "Maestro de América",
achacándole sin miramientos una fama monstruosa. Una reputación exagerada, a
juzgar por las cartas a sus compañeros sucesivos: revelan una
redactora sensitiva, sensual por momentos. ¿Libertina? Más bien recatada,
romántica, lúcida e ilusa a la vez. Su audacia está en otra parte: su
trabajo fotográfico en el cual se inicia como alumna de Weston (retratos), y luego vuela con sus propias alas
(vasos, rosas, alcatraces, manos y rostros).
Diego
Rivera adquiere de inmediato una copia de La mujer en el techo y la conserva con devoción. La
imagina monumental, sueña con incorporarla a sus planos. En 1,926,
cuando le encargan pintar la hacienda de Chapingo, expropiada por la revolución
y transformada en Escuela de Agronomía, le asigna un lugar en su propia obra. La calca en sus
bocetos, la colorea, le crea un entorno nuevo, cambia la horizontal de su
composición, la amplía en rollos de hojas esténcil que perfora punteando los
contornos y líneas principales.
Con el pretexto de ilustrar el impulso revolucionario de la
agricultura nutrido de las raíces indígenas ancestrales, Rivera convierte la capilla en
un templo a sus amores donde se enfrentan del ábside al portal los cuerpos
desnudos de Guadalupe Marín, su esposa, y el de Tina Modotti. Furiosa de
este culto dividido, la mujer de Rivera llamará a su rival, ironizando sobre
sus convicciones comunistas, la camarada compartida.
Un año más tarde, la señora Kolontaï, la embajadora soviética con
quien Tina Modotti simpatiza, le confía entre bromas que unos amigos
mexicanos le han advertido que "no
tenía buena reputación porque había posado desnuda para Weston y figuraba en el
famoso mural de Diego en Chapingo", apunta Tina en su
correspondencia.
Hace mucho frío, esta noche de enero. Incluso ha nevado; no
es que haya caído el menor copo en la ciudad, pero se divisan entre los
edificios del centro las faldas del Ajusco blanqueadas por la tormenta. Calle Isabel la Católica,
enfrente del local del SRI; los militantes se separan al salir de una junta.
Después de pasar a la oficina del Telégrafo, Tina Modotti se encamina rumbo al
sur en compañía de un joven de pelo rizado.
Hasta entonces había frecuentado comunistas, había asistido a veladas en la embajada
rusa, fiel a las ideas de su padre forjadas en la lucha en contra de Mussolini,
alentada por el anticonformismo en boga, inmersa en esta revolución ambiente,
este bolchevismo confundido por momentos con la revolución de Zapata que se
respiraba en el México de los años veinte.
A finales de 1,927 obtuvo su credencial (porque ahora hay
credenciales en el p.c.m.). El "partido
de los pintores" se ha vuelto un partido de verdad, la sección
mexicana de la Tercera Internacional. Austera, sin maquillaje, chongo [moño de pelo] recogido,
saco obscuro, insignia en la solapa la hoz y el martillo de rigor, trabaja
en la redacción de El Machete, marcha bajo la manta "Manos fuera de Nicaragua", canta "Bandera rosa" en las manifestaciones de solidaridad con Sacco
y Vanzetti, toma la palabra en un mitin de la Liga Antifascista.
Después de la partida de Weston, se ha mudado al quinto piso
de un edificio inclinado de la calle Abraham González, el Chueco, lo llaman en
el barrio. La Causa invade su departamento, desborda en su vida privada,
reorienta su obra fotográfica. ¿Lo sublime? Lo sublime después de todo
nunca ha asustado a los gobernantes. Adiós rosas y alcatraces: en su cuarto oscuro al servicio
del movimiento social surgen las siluetas de trabajadores, mujeres y niños,
marginales y pobres destinadas para El Machete, y las composiciones
de cananas, guitarras, hoces y elotes*
para la revisa radical estadunidense New Masses, casi logotipos. [*Elote: 1. m. Mazorca tierna de maíz, que se consume, cocida o
asada, como alimento en México y otros países de América Central. DLE.RAE.ES.]
A su lado, José Antonio Mella impresiona por su estatura,
su silueta lanzada por delante, que ella apenas logra seguir por momentos
cuando camina a grandes zancadas, su mirada enérgica, su habla decidida que
hace opinar a sus camaradas: "Si así son todos en Cuba, el
imperialismo tiene sus días contados."
Cofundador del p.c. cubano a los veinte años, líder del
movimiento estudiantil en contra del dictador Machado, fue a dar a la cárcel
donde emprendió una huelga de hambre hasta que lo dejaron marchar a Venezuela. Por
donde pasa, florecen las organizaciones de lucha, en Cuba, en América Central,
en Veracruz. Apenas desembarcado en México, decide crear una central sindical
independiente, y en la UNAM organiza a los estudiantes exiliados en torno a un
periódico que tituló Tren Blindado.
Una bomba, un ingobernable, un ultra. Sueña con una
expedición a Cuba para deponer al tirano, está dispuesto a pasar por encima del p.c.m. si resulta necesario. La dirigencia no está de acuerdo, existe un
conflicto latente desde su viaje a Moscú, en el verano 1,927, cuando se reunió
con Andrés Nin y la oposición de izquierda, pues Mella y Nin, como muchos
otros, se rehúsan al anatema [exclusión política] en contra de Trotsky. [Mella no fue trotskista, aunque compartía
la necesidad de democracia dentro del partido y libre discusión.]
Esta noche del jueves
10 de enero, la pareja
comenta las noticias alarmantes de La Habana donde un periódico pretende que
Mella ha insultado la bandera nacional. Ella acaba de mandar una protesta contra la calumnia. Él se fue
a entrevistar a un cubano llamado Magriñat para intentar sacarle información y
éste le dio a entender que estaba en peligro, que Machado había mandado unos
matones tras él.
(…) Sin dejar de hablar de política, cogidos del brazo,
recorren la calle Morelos, una calle ancha y mal alumbrada, desertada por los
comercios. Van por el mismo rumbo. En el otoño Julio Antonio se ha mudado con
ella al exiguo departamento convertido en local de reunión, lugar de encuentro
y hospitalidad de los comunistas. La felicidad: cocinar por turnos y
dedicarse a la lucha social del tiempo completo. Esta vida de pasión y
militancia, los ojos en los ojos, estas jornadas de activistas veinticuatro horas
al día, esta frenética máquina de amor y de revolución gira a todo vapor desde hace tres meses apenas cuando...
Dos estallidos rasgan la noche en la esquina de la calle
Abraham González, dos detonaciones apocadas que se podrían confundir con
escapes de autos.
"Existen dos versiones respecto al origen del atentado:
una que ya fue dada a conocer y que fue puesta en boca del moribundo ratificada por su amante la señorita Tina Modotti y diversos
cubanos en el exilio: que Mella ha sido asesinado por dos sicarios enviados
por el gobierno de Cuba, y
la otra que sostiene la policía y que hemos recogido gracias a dos (sic) [tres]
testimonios: que la señorita Modotti sabe quién es el asesino. A
propósito de la segunda versión, el jefe
de las Comisiones de Seguridad supone que la tragedia no tiene su origen en la
política cubana sino que se trata de un crimen de origen pasional" (Excélsior del
sábado 12 de enero).
Ese cuerpo ofertado,
alegre y despreocupado se vuelve testigo de cargo, elemento de prueba,
evidencia inculpatoria, pretexto
para uno de los primeros linchamientos modernos de la era de la fotografía.
Acosada por el reportero, ella tiene que precisar: "Suplico que ya no
se hable más de mis amantes sino de compañeros."
La noche del lunes, escoltada por periodistas, fotógrafos y
gendarmes que no se le despegan, empequeñecida al lado de [Diego] Rivera con chamarra campesina y
sombrero Stetson, recorre
otra vez el camino que siguió con Mella hace cuatro días. El grupo,
precedido por los haces de luz agitados de las linternas eléctricas, se detiene
delante de la barda de adobe en un baldío.
Yo estaba agarrada de
su brazo. ¿Cuál brazo, el izquierdo o el derecho? ¿Nos podría enseñar cómo?
Sargento por favor...
Allí va del brazo de un policía. A la señal, él se tambalea,
duda si caer o correr, intenta seguir las indicaciones de la testigo, cruza la
calle con ella y alcanza el lugar exacto donde la sangre de Mella manchó la
banqueta, enfrente del número 19 de la calle, donde se derrumba, apoyando su
cabeza en el hombro de Tina quien se inclina y acompaña su gesto, como si lo
fuera a abrazar. El flash de un fotógrafo relampaguea.
(…) "La
autopsia señala que los
tiros fueron efectuados de izquierda a derecha de arriba hacia abajo",
explica el Maestro, por lo que la versión disparos efectuados a la altura de
la banqueta no cuadra; la trayectoria indica más bien la barda del
baldío como lugar de espera propicio para una emboscada por arriba de la cual
el matón puede apuntar con toda comodidad. Todos los testigos coinciden con
Tina al decir que las detonaciones se oyeron más bien como las de un automóvil.
Este sonido apagado es característico cuando se dispara con un arma corta desde
un parapeto de material blando como el adobe. Todo hace admitir que un hombre disparó desde el muro, lo
que explica perfectamente por qué Tina Modotti no vio a nadie. (La
Prensa, miércoles 16 de enero)”.
Aquí intercalamos los hechos
y testigos no recogidos en este trabajo, los que están en el texto anterior
titulado: “Asesinato frente a testigos”.
https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Antonio_Mella#Asesinato_frente_a_testigos
El 16 de enero, por la probable intervención del regente de
la ciudad, un decreto del presidente
pone alto a los abusos de los investigadores; le retiran el caso al brutal jefe
de las Comisiones de Seguridad. ¿Quién
mató a Mella? La
versión política se impone: sicarios enviados de La Habana. La policía
se deslinda del problema remitiéndolo al extranjero. Los comunistas tienen su mártir.
Tina Modotti es liberada… Luego todo va muy rápido. 1,929 es el año de la vuelta de
tuerca. Al otro extremo del ajedrez mundial, la facción de Stalin acaba de revivir la consigna
de exportar la revolución, la transmite a través de sus emisarios y llama en
la prensa moscovita a acabar con el régimen burgués mexicano. Las relaciones con la Unión
Soviética son rotas. La escisión entre las dos revoluciones está
consumada; en junio, el
gobierno de Calles prohíbe el Partido y al finalizar el año, comienza la
deportación de los comunistas extranjeros.
Este conato de izquierdismo bolchevique sin realidad
estratégica únicamente sirve
de pretexto para la eliminación de la oposición interna. La depuración alcanza al PCM al
mismo tiempo que la represión. En los meses que siguen a la muerte de Mella, otros
dirigentes incontrolados o titubeantes son descartados por los enviados del
Komintern y sustituidos por incondicionales.
[Tina] Fiel al
sovietismo, obediente a sus directivas, se dedica al aprendizaje de la clandestinidad.
Cuando, el 5 de febrero de 1,930, Daniel Flores, un oponente católico, dispara
sobre el nuevo presidente, es
inmediatamente detenida, en el 31 de la calle Abraham González donde la
vigilancia no había aflojado, y los agentes hurgan una vez más en sus baúles.
El 24 de febrero el Edam zarpa de Veracruz.
Es un carguero mixto con una docena de cabinas acondicionadas en la cubierta,
donde ella se encuentra confinada durante casi un mes de navegación:
Tampico-Nueva Orleans-La Habana-Vigo-Coruña-Boulogne-Rotterdam.
En la primera escala,
Tampico, logra subir a
bordo bajo una identidad falsa un camarada que ella finge no reconocer, Vittorio Vidali, originario como ella de Udine, cerca de Venecia (sic). Tienen un idioma sólo de
ellos, el dialecto friuliano que les
sirve de código secreto durante la larga travesía.
Agente viajero de la
Internacional, artesano infatigable de las purgas y ufano de ello, buscado él
también por la policía, surge donde menos lo esperan, en el barco de los
deportados.
"Antes, en
México, había escrito a Moscú para anunciar nuestra llegada", relata
Vidali en sus recuerdos (publicados en 1,982); aparece como el
protector providencial cuando Ella se encuentra entre dos aguas, a
mitad del camino entre una América que se aleja y una Europa con la cual se
reencuentra después de diecisiete años de ausencia. Él la conduce a un mundo donde su arte ya no
tiene vigencia; la imagen no existe más, la estela se la lleva, el recuerdo de
esta vida pública se queda entre ambos.
De la mujer tan fotografiada no quedan más que retratos
de pasaportes falsos, borrosas tomas de los informes policiacos.
Juguete de su propia belleza,…, reducida al papel de anónima rueda de otra
máquina, más vasta, silenciosa y oscura, se templa a través de diez años de
misiones secretas en las cuales no hay límite entre la solidaridad del (SRI) y
la represión del GPU.
Cuando
regresa a México a hurtadillas, con Vidali, entre los sobrevivientes de la
República española, ella es la camarada María Ruiz, y su compañero el
comandante Carlos, comisario político del afamado Quinto Regimiento, cuyo
nombre se murmura con espanto en las filas de los refugiados. Es el hombre de
los trabajos sucios, el encargado de la logística de los crímenes estalinistas
y de enlodar a las víctimas. Es quien encubrió a los asesinos de Andrés Nin
propagando la versión de una fuga organizada por los nazis.
Aplastada entre las fuerzas que devoran el mundo,
adherida a este capo sin escrúpulos durante los últimos años de su vida, al
lado de este agente decidido y decisivo sobre quien se cierne la sospecha
retrospectiva de haber ejecutado a Mella, cómplice tácito, sombra del verdugo,
sirve al aparato del Komintern.
En el corazón de la traición, como había estado antes en el
centro del amor, al cabo de años de lucha interna sin piedad donde todo disidente es etiquetado de
hitlero-trotskista, Tina Modotti tiene que tragarse la noticia del pacto
germano-soviético, sola en el cuarto de azotea que ocupa cerca del Hospital
General alrededor del cual merodean los autos redondeados y silenciosos de este
inicio de los años cuarenta, mientras su hombre se mueve
con eficacia en otro campo de batalla, alimenta la campaña contra Trotsky e
idea el primer atentado, en Coyoacán, el lugar de los coyotes. [Se refiere al fracasado atentado
contra Trotsky.]
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2003/04/06/sem-joani.html
Para cerrar esta novela de espionaje internacional,
añadiremos el último capítulo de la misma, hasta la fecha:
Texto inédito de Tina Modotti sobre el
asesinato de Julio Antonio Mella.
“Este fue un texto
inédito hasta su publicación este 10 de enero de 2,020 en el sitio web de la embajada de Cuba en Italia. Originalmente escrito en inglés por Tina Modotti (sic), a inicios del año 1,932, el documento se encuentra (sic) en el fondo del Socorro Rojo Internacional (SRI)
en Moscú. Fue entregado al embajador de Cuba en Italia, José Carlos
Rodríguez Ruiz, el 6 de enero de 2,020, por la investigadora alemana
Christiane Barckhausen-Canale, notable experta internacional sobre la
vida de Tina y autora del libro “Verdad y
leyenda de Tina Modotti”, Premio Ensayo de Casa
de las Américas del 1,988, La Habana, Cuba.
Texto del supuesto
documento:
“Mella ha sido uno
de los dirigentes más destacados del movimiento revolucionario de América
Latina. Cubano de nacimiento empezó su actividad en el movimiento
revolucionario organizando a los estudiantes en asociaciones de izquierda.
Gracias a él se creó en Cuba una Universidad Popular para los obreros. Poco
después comprendió que su mejor servicio para la causa revolucionaria
sería dedicar todo su saber, todas sus capacidades, a las luchas políticas y
económicas del proletariado. Fue uno de los fundadores del Partido
Comunista de Cuba y uno de los dirigentes más prestigiosos del movimiento
antiimperialista latinoamericano.
En diciembre de 1,925, cuando ya estaba en el poder Machado,
el actual dictador [1,932] sangriento y agente de Wall
Street, Mella fue encarcelado y empezó una huelga de hambre que duró 21
días. Del punto de vista de la agitación y como forma de protesta, esta
huelga de hambre fue una de las más eficaces jamás realizadas en algún país
(sic). En la medida que pasaban los días y empeoró la condición física de
Mella, poniendo en peligro su vida, reinó una tremenda tensión no sólo en la
población de Cuba, sino que en todo el continente americano (sic) y también en
otros países. La presión de las masas fue tan grande que el
presidente Machado se vio obligado a ceder y a liberar a Mella.
Pero muy pronto, cuando Mella se había recuperado,
empezó la persecución contra él. Machado buscaba venganza por su
derrota. Hubo varios atentados
contra la vida de Mella y él se vio obligado a abandonar Cuba. Se fue a México donde empezó
inmediatamente a participar en el movimiento revolucionario de aquel país.
Dedicó todo su tiempo a la causa de los obreros revolucionarios (sic),
organizó a los emigrados políticos cubanos que vivían en México, fundó un
periódico para los obreros cubanos (sic) que llegó por vías ilegales a
Cuba, llevó a cabo la lucha contra el imperialismo estadounidense en
América Latina, dirigió el trabajo de otros grupos de emigrados políticos
cubanos que vivían en otros países, fue activo en el Sindicato Rojo de México y
fue un colaborador activo de la sección mexicana del S. R. I. (sic)
El 10 de enero de 1929, cuando salió de la sede del
Socorro Rojo en la ciudad de México, a
las nueve de la noche y a dos cuadras de su casa, recibió unos [dos]
balazos y murió dos horas más tarde. Antes de morir nombró al presidente Machado como responsable
de este asesinato y pronunció el nombre de la persona de la cual sospechaba [¿Quién?] que fuera el ejecutor del crimen.
(sic)
La sección mexicana del Socorro Rojo empezó en seguida con
las investigaciones (sic) y pudo encontrar pruebas concretas:
de hecho, el presidente Machado había enviado a dos pistoleros profesionales de
La Habana a la ciudad de México para que cometieran el crimen, y uno de los responsables
principales de la policía mexicana que había viajado dos semanas antes a La
Habana sería un cómplice importante de este asesinato. Incluso
había existido un acuerdo entre el Embajador de Cuba y el gobierno de México.
[¡¡¡!!!]
El Socorro Rojo mexicano, el Partido Comunista mexicano, los
sindicatos, las organizaciones estudiantiles de izquierda, las organizaciones
de los obreros e incluso abogados y políticos famosos exigieron que se hiciera
justicia. Durante varias semanas el Gobierno de México recibió
protestas de todo el mundo y declaró hipócritamente, por boca de la
policía, que México no descansaría hasta que se aclare el asunto. Las
exigencias más importantes fueron las siguientes: Arresto y castigo de varios
cubanos residentes en México inculpados
por Mella antes de su muerte, dimisión de Valente Quintana de su puesto
y ruptura de las relaciones diplomáticas con el gobierno de Machado.
Sin embargo qué pasó. El único cubano arrestado por la
policía, el organizador técnico del crimen, fue puesto en libertad, después de
algunas semanas, por falta de pruebas. Valente Quintana no fue despedido, sino
que fue nombrado Jefe de la Policía Central de México (sin duda para premiarlo
por su participación en el crimen), y todas las manifestaciones de protesta
de las masas mexicanas fueron saboteadas y atacadas por la policía (sic).
En lo que se refiere a la prensa burguesa y al gobierno
mexicano, poco a poco el caso desapareció del primer plano y sólo el Socorro
Rojo y las demás organizaciones revolucionarias insistieron en sus denuncias
incansables, dirigidas contra Machado y los cómplices del gobierno
mexicano. Cada año, el 10 de enero es, en todo el continente
americano, el
“Día de Mella”, y también este año ya se han hecho preparativos para
el tercer aniversario [1,929] de su asesinato, y hace poco aparecieron
algunas declaraciones públicas sensacionales en torno al asesinato.
Una mujer, la esposa de un cubano que pertenecía a los
círculos criminales, (sic) quería vengarse de su marido que había amenazado de
asesinarla. El 3 de noviembre ella llamó la policía y contó con lujo de
detalles cómo había sido asesinado Mella (sic). Acusó a su esposo de haber
sido el asesino. Todo lo que ella contó confirmó las acusaciones presentadas en
el momento del crimen por el Socorro Rojo. Sus acusaciones fueron investigadas
una tras otra y fueron confirmadas (sic): un año más tarde, su marido había recibido de La Habana una
suma de dinero que había sacado de una cierta banca en México (el precio
que se le pagó por el crimen). Se demostró (sic) también que después
del crimen el asesino había encontrado refugio en la casa de otro cubano (sic),
aquel José Magriñát inculpado por Mella poco antes de morir. Ahora el
asesino se encuentra en la cárcel y aparecieron varios testigos (sic) que
confirman las acusaciones pronunciadas por la esposa del asesino.
La sección mexicana del S. R. I pidió a las autoridades
mexicanas que incluyera tres de sus representantes en las investigaciones, pero
el gobierno fascista de México
(sic) rechazó de manera tajante esa petición.
Esta es
otra prueba de la complicidad del gobierno mexicano (sic) en el
asesinato planificado por el dictador cubano, Machado. En vez de
castigar a José Magriñát, el organizador técnico del crimen, el gobierno
mexicano lo dejó libre y lo protegió, haciéndolo acompañar al puerto más vecino
donde tomó una nave que iba a Cuba (sic). Sin duda, el ejecutor material
del crimen recibirá la misma protección. Dentro de algunas semanas, la prensa burguesa corrompida hablará
nuevamente del caso (sic), pero se dará cualquier tipo de ayuda al asesino
para que pueda escapar a la venganza del proletariado mexicano (sic).
Este proletariado nunca olvidará que Mella ha muerto por la causa
revolucionaria internacional.
Este año, el tercer aniversario de su muerte [1,932] tendrá un nuevo significado;
ofrecerá a todas las secciones del S. R. I. la posibilidad de demostrar una vez
más y con nuevas pruebas [¿Dónde están: en el SRI?] la hipocresía de la “justicia”
burguesa”.
(Tomado de @EmbaCubaItalia) Reproducido por Cuba
Debate
Preguntas sin
respuesta:
1. ¿Por qué,
al cabo de 89 años se entrega esta carta escrita en inglés, que estuvo guardada en SRI todo
este tiempo?
2. ¿Por qué Tina Modotti no la
escribió en español, idioma que dominaba mucho mejor que el inglés?
3. La nota
de la Embajada no aclara si le fue entregado el documento original o un duplicado: “el
documento se encuentra (sic) en el
fondo del Socorro Rojo Internacional (SRI) en Moscú” ¿Se encuentra o se encontraba?
4. ¿Por qué no
se aportan pruebas con la supuesta carta? Se hacen imputaciones a personas concretas y al gobierno mexicano de la época
sin demostrar lo que se afirma.
5. ¿La carta
es falsa o cierta? Si es
verdadera, debe corroborar lo que denuncia. No hacerlo es una de las
decenas de versiones existentes y no la más creíble.
6. El lenguaje es oficinesco,
burocrático y dogmático, ajeno totalmente al estilo poético y claro de Tina
Modotti, que sabía expresarse con sentimiento y claridad.
7. A “esta altura del juego de pelota”,- en
estos tiempos-, no tiene sentido hacer este ridículo de películas clase C. Deben
existir razones políticas que justifiquen la entrega de este mamotreto y
reactivar un asesinato de hace casi un siglo.
8. ¿Por qué la
Embajada cubana y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba aceptaron
implicarse en esta farsa, que sólo los compromete en un tema delicado para el partido
heredero del PC cofundado por Mella y con el gobierno mexicano actual?
9. La Verdad
Histórica no variará: Mella
fue asesinado por Vittorio Vidali, cumpliendo,- o no-, órdenes del SRI. La información de diversas
fuentes confiables e independientes, incluso no politizadas, así lo confirma. R.